Llegamos, finalmente, al último destino del Vuelo Federal, la hermosa ciudad de Ushuaia. Nos encontramos con una lluvia tenue, que no impidió el bautismo, y nos dirigimos hacia donde se iba a hacer el acto de prensa correspondiente. El mismo se demoró unos minutos porque la Gobernadora Rosana Bertone recorrió el avión acompañada del Presidente de Aerolíneas.
Se comentó, y la propia Gobernadora lo confesó después, que es fanática de los aviones y no quería perderse la chance de ver al 737 MAX 8. Mientras esperábamos que comience la conferencia, hubo tiempo para más fotos del MAX, y de la hermosa Usuhaia. Hacía casi cuatro años que no la visitaba, cuando estuvimos con Mrs Diazpez en modo Luna de Miel.
Ya en la conferencia, el Presidente de Aerolíneas comentó las ventajas del MAX que había estado contando más temprano en Jujuy y Córdoba (14% de eficiencia en el consumo de combustible, mayor autonomía, menor huella de carbono y menor ruido en cabina). Insistió sobre el aumento de la conectividad centro-sur a través del hub Córdoba y sobre el incremento en pasajeros transportados, comparando con 2015 y 2016.
Por su parte, la Gobernadora Bertone agradeció la presencia de los medios nacionales (no, graciavó) y locales, y destacó el crecimiento de la oferta y de la cantidad de turistas que visitan la provincia. Además de quienes llegan para conocer Ushuaia, también mencionó aquellos turistas que están de paso para iniciar travesías antárticas en la importante cantidad de cruceros que llegan al puerto. Destacó además que la oferta hotelera tiene margen para acompañar el crecimiento de la demanda.
Terminó el acto, y empezó el operativo retorno a Buenos Aires. Volvimos a embarcar en el MAX y mientras se acomodaba el pasaje, la misma lluvia que nos recibió nos despedía.
Quedó tiempo para algunas fotos y para escuchar a Joaquín, de dos tiernos añitos, expresar a viva voz su descontento por estar viajando en avión. Repito. A viva voz. Fue entonces que pensé que lo de la menor transferencia del ruido de los motores a la cabina puede ser una bendición, o una tragedia. En fin.
Aterrizamos a la hora convenida: 21:40. Cuando bajó el resto de los pasajeros, me acerqué al comandante Bacini y le pedí si me dejaba sacar un par de fotos al cockpit. Me dijo «claro!» y agregó «uh, pero ya apagamos todo… a ver, esperá», y reactivó los paneles sólo para que pudiera tener una mejor imagen.
Más allá de este gesto del Comandante, la sensación que me quedó de las dos tripulaciones que nos llevaron en este viaje de 7100 kilómetros, de norte a sur del país, es que hay mucho orgullo y mucho sentido de pertenencia, no sólo en relación con la llegada del avión más nuevo de la flota. Alguna vez he hablado con gente de AR y me ha dicho clarito «Aerolíneas es un sentimiento». De verlos un rato, se entiende muy rápido a qué se refería.
Dejamos el MAX en plataforma, donde el personal técnico y de rampa lo empezó a mimar después de un día largo y ajetreado.
Fui a buscar a mi auto, que quedó en la playa descubierta del estacionamiento Norte. No se podía quejar, ya que lo dejé de frente a la pista y se debe haber cansado de ver aviones.
Físicamente agotado, pero con un millón de emociones, llegué a casa a eso de las 23:15. Habían pasado 21 horas desde que me había ido, y al otro día había que estar a las 6:45 arriba. Pero quién te quita lo volado arriba de un avión que será un game changer para la oferta doméstica y regional de Aerolíneas Argentinas. Quedan muchas cosas por definir, y -porqué no- mejorar. Pero la incorporación del MAX no puede ser una mala noticia, en tanto es considerado el state-of-the-art y teniendo en cuenta el crecimiento constante de Aerolíneas en su mercado interno y regional.
Queda agradecer a un buen montón de gente: al equipo de Relaciones Institucionales de Aerolíneas Argentinas, que me invitó a acompañarlos en esta travesía; a los colegas con los que hemos compartido charlas (hago especial mención a Edgardo Gimenez Mazó, de Aviacionline, pero hubo varios más con los que cruzamos palabras); al Presidente de Aerolíneas Argentinas, con quien también charlamos un rato; a las tripulaciones de los vuelos, que trabajan duro y con una sonrisa sincera. Y por supuesto, a ustedes, que están ahí leyendo, porque no hubiera sido posible sin la repercusión que va adquiriendo este humilde espacio; a mis jefes y equipo de trabajo, que me bancan en estas cosas; y por sobre todo, a mi familia, que elige levantarse conmigo a la 1:30 am, se vuelve a dormir a las 3:20 cuando aviso que llegué bien a AEP, se va a trabajar, vuelve y me espera con una cena y muchas ganas de escuchar un montón de cosas de aviación y de industria hasta la 1 am del día siguiente. A todos, gracias. De corazón.
Te me emocionaste parece… gran relato de los sucesos…. Felicitaciones
Muchas gracias! Y sí, es la primera gran vuelta de este proyecto. 25% emoción, 25% miedito, 50% responsabilidad.
No, graciavó. Ahora, que lindo viaje te pegaste, un sueño. La que debe estar chocha es mrs Diazpe, que tiene como tres kilos de porotos a su favor. Mas vale que el niño jesú se juegue este año…
En serio Pablo, como le da gusto leerte, este espacio se va para arriba. Abrazo
Desde siempre al pie del cañón! Abrazo grande!
Que buenos post! Es emocionante leerte con la pasión que le pones! Saludos!
Muchas gracias! Estas cosas son un sueño, que me encanta vivir!
Espero que no lo tomes a mal de reavivar este post de Dic-17. Empeze a leerte hoy por el post «Bienvenido, kilo… » y dije a ver como fue la aventura del corredor federal, y te digo la verdad me encanto el relato y la humildad con la que contas.
Te felicito por el blog muuuuy bueno muuuuyyy completo y bueno sume un blog mas a la carpeta de favoritos.
Saludos, Lean.
Para nada! Todo lo que está, está para leer! Me alegro que te haya gustado. Y la verdad que fue una experiencia preciosa la del vuelo federal. La haría mañana mismo de nuevo.
Espero seguir siendo merecedor de ese lugar en tus favoritos. Te mando un abrazo grande.