Hagamos un cálculo rápido, con toda la implicancia que esa velocidad tendrá sobre la precisión de los resultados, pero creo que la idea se va a entender.
La aeronave puede transportar hasta 366 pasajeros, por lo que, en un día cualquiera, viajarían hasta 732 pasajeros. En un año, 267.180 pasajeros. Ahora, supongamos que le esperan unos 25 años de servicio comercial, son 6.679.500 pasajeros…..¿muy inflado? Bueno, con una ocupación promedio del 84%, serían 5.610.780….¿restamos tiempo fuera de servicio por mantenimiento, almacenamiento entre cliente viejo y cliente nuevo o una simple menor utilización? Serán 5 millones. Serán 4, serán 3. Igual, es muchísimo.
Millones de personas utilizan una aeronave comercial durante su vida útil. Lo hacen para algo tan básico como ir del punto A al punto B. Pero un avión, al fin y al cabo, no traslada personas, sino sueños. De reencontrarse a uno mismo durante esas vacaciones tan esperadas; de tener un futuro mejor aunque sea lejos del lugar que siempre llamaremos casa; de lograr vender esa idea que creamos con tanto esfuerzo; de vivir, un poco más.
Siempre imaginé que de alguna manera toda esa energía iba dejando pequeños rastros adentro de un avión y le terminaban dando su propia personalidad, para bien o para mal.
Por eso fue tan extraña la sensación que tuve cuando entre al Boeing 777-300ER matrícula N2747U de United.
El avión estaba estacionado, inmaculado, en la plataforma del Future of Flight Aviation Center en Everett, a metros de la planta en donde se lo fabricó. Con toda la tecnología, todos los sistemas, esos monstruosos motores General Electric GE90, los impecables nuevos asientos de la Polaris Business Class, los galleys relucientes….en fin, todo lo que hace que un avión sea la maravilla que tanto amamos, excepto un condimento esencial: los rastros de sueños de los pasajeros.
Miraba los asientos vacíos y trataba de imaginarme a las millones de personas que pasarían por ahí. Y entonces me sentía con el honor, y también la responsabilidad, de ser uno de los primeros que lo abordaba para dejar arriba restos de los sueños que llevaba conmigo.
Ya les había contado lo surrealista de que el CEO de United me sirva la comida en vuelo, o la emoción de llegar a Seattle, uno de los territorios sagrados de los #AvGeeks, por primera vez. Subir a un avión comercial nuevo, en la misma fábrica, y saberse entre sus primeros pasajeros, es otro recuerdo que va a mi salón de la fama personal.
Pero bueno, dejando de lado los sentimentalismos, pasemos a los datos duros.
El 777-300ER tiene 73,9 metros de largo y una envergadura de 64,8 metros. Su alcance es de 13.649 kilómetros.
Este 777-300ER es el número 17 que United incorporó a su flota. Forma parte de un pedido adicional de cuatro aeronaves de esa variante que se sumó a otras 14 cuya incorporación finalizó a fines de 2017. Antes de fin de año llegará el número 18.
Puede llevar hasta 366 pasajeros en tres clases: 60 en la nueva Polaris Business, 102 en Economy Plus y 204 en Economy. Y el detalle más importante: la clase Polaris Business ya viene equipada con los nuevos asientos que brindan una nueva dimensión en confort al pasajero en comparación con los de la generación anterior, como pueden ver en las fotos y en el video.
United está llevando adelante una inversión multimillonaria para reequipar a su flota con la cabina Polaris (los 777-300 que fueron recibiendo de fábrica ya los tienen, así como los que vendrán, tanto de esa familia como los 787-10).
La compañía terminaría la reconversión de la flota de larga distancia para el año 2020, y actualmente ya hay mas de treinta aeronaves que tienen los asientos Polaris. En promedio, cada diez días se suma un nuevo avión con el nuevo producto.
Estas son las especificaciones del interior:
El mapa de asientos:
Y el video de el recorrido:
Muchas gracias de nuevo a United por haberme hecho partícipe de esta inolvidable experiencia, y a la gente de Edelman por el gran trabajo!
«Millones de personas utilizan una aeronave comercial durante su vida útil. Lo hacen para algo tan básico como ir del punto A al punto B. Pero un avión, al fin y al cabo, no traslada personas, sino sueños. De reencontrarse a uno mismo durante esas vacaciones tan esperadas; de tener un futuro mejor aunque sea lejos del lugar que siempre llamaremos casa; de lograr vender esa idea que creamos con tanto esfuerzo; de vivir, un poco más. »
Extraordinaria y emocionante reflexión. Estoy convencido de que asi es. Cada vez que organizo un viaje, se que estoy inviertiendo cada centavo en llenar mis retinas y mis memorias, cosas que me llevaré eternamente.