Ya es para mí casi una tradición volver a recordar en Aviacionline los 29 de mayo un nuevo aniversario de mi casamiento.
¿Y qué tiene que ver con este medio? Pues que fue en un aeropuerto, el de Resistencia, mi ciudad.
Hoy se cumplen 11 años de aquella noche en la cual confluyeron dos de mis destinos: el amor por mi actual esposa y las ganas de formar una familia con ella; y la aviación.
Con Gaby salimos por casi 5 años hasta que tomamos la decisión de casarnos. Cuando empezamos con los preparativos, yo puse una sola condición: la fiesta tiene que ser en el aeropuerto de Resistencia.
No me importaban mucho los centros de mesa, la decoración ni la música (bueno, la música sí). Mi único deseo en relación a la celebración de nuestro casamiento era que sea en el aeropuerto.
Como saben amo la aviación y en particular los aeropuertos. El de Resistencia es mi lugar en el mundo. Y poder conjugar la noche más feliz de mi vida con el lugar que me ha dado tantos buenos momentos era una oportunidad que no podía dejar pasar.
Desde su inauguración en 1973 la terminal del aeropuerto de Resistencia fue un lugar de realización de eventos sociales. Antes tenían lugar en lo que se conocía como el «Salón Azul» (ubicado en la planta alta, arriba del sector de arribos), el cual está abandonado desde fines de los 90. Después se mudaron a la confitería, aunque ya son muy poco comunes dado que ahora hay muchos otros salones en el centro de la ciudad.
Así que el 29 de mayo de 2010 alrededor de las 22:30, luego de la ceremonia religiosa emprendimos camino hacia el aeropuerto, en donde además de la fiesta se realizó la ceremonia civil ante la jueza de paz.
Hicimos las tomas de fotos familiares en el Espacio Arte y nos sacamos algunas más en la terminal.
Uno de los toques #AvGeek de la fiesta estuvo dado por esto: en la entrada, en lugar de que haya una recepcionista indicando la mesa que le tocaba a cada invitado, pusimos un LCD que simulaba un panel de información de vuelos con la estética de Aeropuertos Argentina 2000. Quedó muy simpático y fue una sensación:
La torta también tenía lo suyo:
Vista de un lado del salón. Al fondo, detrás de los vidrios, está el sector de preembarque. A la derecha todos los ventanales dan a la plataforma.
Tal y como lo esperaba la combinación de sensaciones fue increíble. Y al día de hoy, cada vez que voy al aeropuerto no puedo dejar de revivir esa mágica noche en que Gaby y yo nos unimos para siempre.
A lo largo de estos once años fueron llegando nuestras dos hijas, Amélie y Sara, y armamos una hermosa familia que con mucho orgullo puedo decir que me aguantan mis aventuras aeronáuticas, con tantos días lejos de casa.
¿Y la luna de miel? Bueno, tampoco podía estar ajena de tener toques «aeronáuticos». El destino era Isla San Andrés (Colombia). La opción más razonable para cualquiera hubiese sido ir hasta Buenos Aires y desde ahí tomar un vuelo hasta Bogotá con Avianca o Aerolíneas Argentinas para conectar hacia San Andrés. ¿Pero para mí? ¡Jamás! Hicimos este periplo: de Resistencia a Córdoba en un Jetstream 32 de Aerochaco/Macair, de Córdoba a Lima en un Airbus A320 de LAN, de Lima a Bogotá con la misma aerolínea y el mismo modelo de avión, y de Bogotá a San Andrés en un Embraer 190 de la entonces Aero República. El retorno igual.
Genial !!!!!!. Felicidades !!!!!