El pasado 15 de enero, la empresa de hidrocarburos española Repsol fue protagonista de uno de los mayores desastres ecológicos en la historia peruana, al arrojar 11.900 barriles de petróleo al mar, contaminando kilómetros de costa peruana.
El incidente ocurrió en las instalaciones de la Refinería “La Pampilla”, ubicada en el distrito de Ventanilla y a orillas del océano Pacífico. Ahora, el gobierno peruano dispuso la paralización de las operaciones de dicha refinería.
A raíz de esta paralización, las embajadas de Francia y de los Países Bajos en Perú fueron las primeras entidades en pronunciarse con respecto a esta suspensión de actividades en La Pampilla.
Ambas embajadas emitieron un comunicado dirigido al Ministerio de Relaciones Exteriores del Perú mostrando su preocupación por la continuidad de las operaciones aéreas entre Perú y Europa.
Luego de emitida esta comunicación, el día 5 de febrero el Organismo de Evaluación y Fiscalización Ambiental (OEFA) autorizó temporalmente por 10 días la carga y descarga de hidrocarburos en los terminales multiboyas 1 y 3 de La Pampilla.
Esta medida provisional se emitió con la finalidad de garantizar el abastecimiento de combustible Turbo A1 e IFO/Diesel Marino/Bunker, y así evitar el desabastecimiento de las aeronaves que operan en el Aeropuerto Internacional Jorge Chávez. Cabe precisar que dicha autorización no implicó el levantamiento de la medida administrativa de paralización de las actividades de la refinería.
Sin embargo, este permiso temporal caduca el día de hoy, y hasta el momento no hay noticia alguna del futuro de las actividades de la refinería y del abastecimiento de combustible para las operaciones en el aeropuerto de Lima.
Es importante recordar que Repsol se encarga de abastecer al 70% de combustible para las aeronaves en la principal terminal aérea peruana: el Aeropuerto Internacional Jorge Chávez, cuyas operaciones diarias entre nacionales e internacionales alcanzan unas 250 en promedio.
De acuerdo con la Asociación Peruana de Operadores Portuarios (ASPPOR), el Estado peruano podría quebrar economía interna y comercio exterior por más de $80.000 millones si sigue paralizada La Pampilla.
Adicionalmente a ello, de hacerse realidad la preocupación de las embajadas de Francia y de los Países Bajos, generaría una crisis nunca antes vista en la historia de la aviación peruana.
El desabastecimiento de combustible sería una catástrofe, puesto que el país quedaría incomunicado casi en su totalidad, ya que a la fecha las fronteras terrestres continúan cerradas, quedando solamente “libre” la comunicación vía marítima.
Asimismo, y en medio de una lucha contra la pandemia del COVID-19, el programa de vacunación también se vería afectado, puesto que las vacunas llegan al país vía aérea.
Es curioso que el primer lote de vacunas llegó al país por Air France, mientras que los lotes de vacunas Pfizer llegan al Perú en vuelos de KLM; hoy las embajadas de Francia y Países Bajos estén solicitando al gobierno peruano que garantice el combustible para evitar el desabastecimiento y cese de operaciones entre Europa y el Perú.