Con nuevas regulaciones, EASA apunta a reducir el impacto ambiental de los vuelos en Europa

Andrés Poleri

Aena Aeropuerto Adolfo Suárez Madrid-Barajas Terminal 4

La Agencia de Seguridad Aérea de la Unión Europea define nuevas regulaciones en cuanto al combustible transportado durante las operaciones aéreas para reducir el peso de las aeronaves y, así, bajar los niveles de emisiones de los vuelos. 

De esta manera, la agencia permitirá a las aerolíneas cargar con menos combustibles durante sus vuelos, aunque siempre respetando las cantidades suficientes para garantizar la seguridad de los mismos. 

Las aeronaves deben contar con combustible suficiente para afrontar un cambio de planes durante su operación, lo que puede incluir demoras en la aproximación al aeropuerto de destino o la imposibilidad de aterrizar por cuestiones climáticas, entre otras. 

En un comunicado, EASA asegura que “la cantidad de combustible adicional necesaria se puede optimizar, sin dejar de garantizar altos niveles de seguridad, gracias a una mejor evaluación de riesgos, cálculos basados ​​en mejores datos y una mejor toma de decisiones. El paquete regulatorio, que consta del Reglamento (UE) 2021/1296 y la Decisión ED 2022/005/R que proporcionan los AMC (medios aceptables de complimiento) y GM (material de orientación), está alineado con la orientación de la OACI. Los principios también se aplicarán a las aeronaves propulsadas total o parcialmente por fuentes de energía alternativas, como las aeronaves eléctricas”. 

Jesper Rasmussen, director de estándares de vuelo de EASA, declaró que “este paquete regulatorio es parte de los esfuerzos generales de EASA para reducir el impacto de la aviación en el medio ambiente (…) No hay razón para elevar al cielo más reservas de combustible de las necesarias: elevar el combustible quema más combustible. Lo que es más importante, esto se puede hacer sin comprometer la seguridad: la reducción es posible gracias a mejores métodos de evaluación y mejores datos que permiten a las aerolíneas llevar a cabo una estimación de riesgos más precisa”.

La decisión adoptada por la Agencia de Seguridad Aérea de la Unión Europea entrará en vigor a partir del 30 de octubre de este año e introducirá tres esquemas de combustibles diferentes, siendo uno obligatorio y otros dos voluntarios. 

Según estimaciones de la Agencia, la implementación de estas nuevas regulaciones podría traducirse en un ahorro de alrededor de tres millones de toneladas de CO2, lo que representa, aproximadamente, las emisiones totales del 1% de los vuelos realizados en Europa. 

Esto podría contribuir en mayor medida a los vuelos de largo alcance, donde el ahorro podría ser mayor justamente en los vuelos que más emiten. Datos publicados por la Organización Europea para la Seguridad de la Navegación Aérea -Eurocontrol- muestran que el 51,9% de las emisiones de la aviación europea surgen de los vuelos de más de 4 mil kilómetros, que solo representan el 6% del total.

EASA informó, además, que “la implementación de los nuevos esquemas también requerirán la participación de las autoridades nacionales, que deberán ajustar su supervisión para garantizar que los niveles de seguridad no se vean comprometidos”.

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