FAIRFORD, REINO UNIDO- Flashback a una tarde calurosa y nublada de julio de 2018: el cielo es gris pero una flecha de dos tonos de azul baila sobre nuestras cabezas. Un Su-27 ucraniano actúa en la primera jornada del Royal International Air Tattoo.
Levanto mi cámara para tomarlo ascendiendo, a toda potencia, haciendo un ruido increíble que es casi música. El Flanker pinta una hermosa escena mientras el público se asombra por la potencia pura y dura de la bestia.
Todos lo vemos bailar para nosotros, muchos no pueden apartar la mirada. Algunos caminan, comen o juegan con sus teléfonos. Es mi primer espectáculo aéreo y la primera vez que veo un Flanker. No soy uno de esos. Ese mismo día vi el otro Su-27 en la plataforma y parte del grupo de apoyo y su tripulación. Me quedé fascinado con ellos, charlando debajo del ala.
En ese momento, no sabía que el piloto que dirigía el baile del Su-27 era el coronel Oleksandr «Lobo Gris» Oksanchenko, piloto de exhibición del Flanker de la Fuerza Aérea Ucraniana entre 2013 y 2018. Se retiraría en 2018 del servicio de vuelo, pero siguió formando parte del equipo como asesor hasta 2019.
El Flanker aterriza, desplegando su paracaídas. Ha terminado por hoy. Repetirá su rutina el resto del Airshow, y participará en algunos otros. Ese día fue el último. Me sentí agradecido por haberlo visto bailar. Prometí volver a verlo algún día.
Entonces, una pandemia asoló el mundo y las giras de demostración se interrumpieron. Y cuando todos empezamos a despertar de ese sueño, una conocida enfermedad humana volvió a perseguirnos: la guerra.
Febrero de 2022: Rusia invade Ucrania. El coronel Oksanchenko no se lo pensó ni un minuto y se reincorporó a la Fuerza Aérea Ucraniana. Era su momento de actuar. Murió en combate, derribado por una batería S-400 enemiga.
Hoy, en RAF Fairford, no hay ningún Flanker en su lugar. Todos los recursos disponibles están comprometidos en Ucrania, luchando. Pero el Lobo Gris está aquí, en cierto modo: juraría que, si se presta la suficiente atención, todavía se puede oír un Su-27 rugiendo en el cielo, bailando sobre nuestras cabezas como una flecha de dos tonos de azul.