Durante un viaje al Caribe llevado adelante en Semana Santa de 2023, visité el Club Miles Executive Lounge del Aeropuerto Internacional Mariscal Sucre de Quito, en Ecuador.
Este salón, que fue inaugurado en 2017, está ubicado en el segundo piso de la terminal internacional. Cuenta con duchas, comidas calientes, acceso a la terraza (hablaremos más de esto en unos renglones) y autoservicio de comidas y bebidas durante todo el día.
Al salón se accede por una entrada ubicada a la izquierda antes de ingresar a la sala de embarque de las puertas A11 y A12 de la Terminal 1. Mi vuelo salía de la puerta A11, así que arrancamos bien…
Luego de usar el ascensor para subir al segundo nivel, nos encontramos con el mostrador de ingreso al salón. Las opciones para entrar son Priority Pass, Lounge Key, o ser miembro del programa Club Miles de Diners Club. En mi caso, mostré el QR de Lounge Key (usando una de las entradas bonificadas por mi banco) y el pase de abordaje.
Aquí tuve el único inconveniente (mínimo y toda mi culpa) de la experiencia: la estadía máxima es de tres horas, y por delante me esperaba una escala de varias horas más. El personal del mostrador, amable pero asertivo, me indicó que no había problema en ingresar, pero que debería utilizar dos pases para poder estar hasta que saliera mi vuelo. No tuve inconveniente en usar otro de los ingresos, así que allá fuimos. Terminada la burocracia, se abre la puerta e ingreso al salón.
Impecable se queda corto
El Club Miles Executive Lounge del aeropuerto internacional de Quito es relativamente nuevo, y se nota. Apenas uno ingresa se encuentra con uno de los distintos «ambientes» del lugar, exquisitamente adornado e impecable.
A mano izquierda nos espera el buffet, que en ningún momento tuvo ningún faltante. Realmente parecía magia: uno tomaba algo y transcurridos unos pocos minutos esos item se materializaba de nuevo, nunca noté el momento en el que el personal realizaba la reposición (dicen que un gran servicio es aquél que uno ni nota que está ahí, así que realmente el de los encargados de reponer el buffet es un gran servicio).
Abundante stock de bebidas, tanto frías como calientes. Al lado de la máquina expendedora, los baños, exquisitos y en perfecto estado. Al fondo del baño, la ducha, y el único punto flojo de toda la estadía, ya que arribé al salón alrededor del mediodía y ya no contaban con toallas limpias. Por suerte en mi equipaje de mano siempre hay una, y después seis horas frenéticas en el free shop de Ezeiza -que lamentaré cuando llegue el resumen de la tarjeta- y un vuelo de la misma duración, realmente necesitaba la ducha.
El paraíso del #Avgeek, o eso diría si los diseñadores nos tuvieran en cuenta (perdón, Peter Sellers).
Ya aseado, mi costado #Avgeek se apoderó de mí. Transitamos todo el salón y salimos hacia la terraza. Muy bien decorada, con stock de bebidas y máquina de café, muy cómodas sillas y sillones y amplio lugar. La vista es espectacular, con las montañas ecuatorianas rodeando totalmente la visual. Pero las montañas están en todos lados. La pista 18/36 del aeropuerto de Quito, no.
Como verán en las fotos, el cerramiento de vidrio invita a mirar a las montañas, al valle abajo… en todas las direcciones menos hacia la pista. Como pasa en muchos lugares del mundo, en lugar de darnos un espacio desde el que podamos llevar adelante nuestro hobby en comodidad y seguridad, las autoridades parecen creer que con nuestros ojos o nuestras cámaras somos más peligros que Al Qaeda para la seguridad de las terminales aeroportuarias.
En conclusión, lo que debería ser uno de los lugares más privilegiados para observar aviones, termina siendo una decepción absoluta que realmente opaca el resto de la experiencia: uno escucha motores acelerando, ve los últimos 30 centímetros del estabilizador vertical, y solo puede ver la aeronave partiendo bastante después de la rotación y comienzo del ascenso, a varios cientos de metros de donde estás parado.
Terminado el desahogo #AvGeek, volvamos al salón. A mano izquierda luego de ingresar desde la terraza, se encuentra la sala de relax. Allí nos esperan cuatro reposeras bastante cómodas (aunque algo duras) donde podemos acostarnos para pasar el rato. Creo que dormí alrededor de cuarenta minutos, todo lo necesario para tirar unas buenas horas más. La única contra de esta sala es que el aire acondicionado estaba seteado en invierno en Siberia, por lo que había que entrar muy abrigado, e igualmente después de un rato se empezaba poner muy incómodo.
Abundan los enchufes y los puertos de carga, así que uno no tendrá problema de mantener todos sus dispositivos a tope durante toda la estadía. La conexión wi-fi es un punto aparte: cuando funcionaba, funcionaba bien, pero al moverse por el salón (que tiene alrededor de 70 metros de extremo a extremo) eran frecuentes los cuelgues, y había que desconectar y conectar nuevamente el teléfono. Sin embargo, sentado en un sillón o una mesa y mirando Youtube y Netflix, jamás noté un problema de buffering o similar. Las redes sociales también andaban excelente, y no noté ningún tipo de limitación o bloqueo.
Conclusión sobre el Executive Miles Lounge del Aeropuerto Mariscal Sucre
Luego de pasar varias horas en su interior, el Club Miles Executive Lounge del aeropuerto de Quito merece mi más sincera recomendación.
Las instalaciones son nuevas y se encuentran en perfecto estado. El personal es amable, servicial y mantiene la infraestructura como si se hubiese inaugurado ayer. Punto para destacar sobre esto, la limpieza. Los baños se aseaban aproximadamente cada media hora, no se observa ni el más mínimo indicio de suciedad, y tampoco se perciben olores más allá de los exquisitos aromatizantes usados.
La comida es exquisita y variada, y dependiendo la hora podemos encontrar opciones para almorzar o cenar. Al mediodía comí ají de carne y a la noche sushi: ambos platos fueron excelentes. Mención especial para el bartender de la tarde, que me preparó uno de los negroni más ricos que tomé en mi vida.
En resumen, si tienen escala en Quito y la posibilidad de acceder, el Club Miles Executive Lounge es una gran manera de hacer que esas tediosas horas de escala transiten cómoda y rápidamente.
Excelente