El primer lote de cazas F-16 prometidos por la OTAN ya habría llegado a Ucrania. El 10 de julio la Casa Blanca había anunciado que el plazo para comenzar la transferencia de los aviones de combate de fabricación norteamericana era finales de este mes y se pudo respetar dicho calendario, aunque en esta primera etapa se trataría de pocos aviones, según aseguraron las fuentes consultadas por Bloomberg, que pidieron permanecer en condición de anonimato. Esta información aún no fue confirmada públicamente por organismos oficiales ucranianos ni de sus aliados occidentales.
Kiev podrá ir tomando posesión de los siguientes F-16 a medida que, como dijeron en repetidas oportunidades autoridades norteamericanas y de la OTAN, sus futuros pilotos y personal técnico estén debidamente preparados para operarlos adecuadamente. Los primeros cazas F-16 recibidos (posiblemente seis unidades) seguramente permanecerán en bases aéreas ucranianas de retaguardia, donde servirán para generar experiencia y doctrina operativa, antes de que puedan ser lanzados al combate contra posiciones rusas.
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¿Es la llegada de los F-16 un punto de inflexión?
Ucrania espera recibir alrededor de 80 cazas multirol de cuarta generación F-16, suministrados por sus aliados occidentales a través de la Coalición para la Capacidad de la Fuerza Aérea, liderada por Dinamarca, Países Bajos y los Estados Unidos. Y si bien se trata de un número sustancial de aeronaves y la Fuerza Aérea Ucraniana ya tiene delineadas las estrategias de cómo utilizarlos mejor, no se espera que por sí solos puedan dar un vuelco a la situación en el frente.
Los F-16 no son una solución mágica. La guerra en Ucrania sigue siendo un conflicto complejo y multifacético, y el éxito de estas aeronaves dependerá de una combinación de factores, como la capacitación de los pilotos, la disponibilidad de repuestos y la integración con el resto de las fuerzas armadas ucranianas