En 1988, una misión militar encubierta de Estados Unidos se desarrolló en los desiertos desolados del norte de Chad, resultando en la captura de un helicóptero de ataque soviético Mil Mi-25 «Hind-D». Esta operación de alto riesgo, con nombre clave Operación Mount Hope III, sigue siendo una de las misiones de recuperación más audaces en la historia de la Guerra Fría.
Llevada a cabo por el 160º Regimiento de Aviación de Operaciones Especiales (SOAR), la misión demostró la capacidad estadounidense de adquirir tecnología militar extranjera en un entorno geopolítico volátil.
El Mi-25 Hind soviético había sido abandonado por las fuerzas libias tras la Guerra de Toyota, un conflicto entre Libia y Chad por el control de la Franja de Aouzou en el norte de Chad. Las fuerzas chadianas, respaldadas por armas estadounidenses y apoyo aéreo francés, estaban en desventaja numérica pero eran altamente móviles, lo que les permitió derrotar a los libios y dejar atrás un estimado de 1.500 millones de dólares en equipo militar, incluidos helicópteros y sistemas de misiles tierra-aire.
Uno de los activos más valiosos era el Mi-25 Hind, una versión de exportación del Mil Mi-24 que Estados Unidos había intentado estudiar durante años. Conocido por su combinación única de capacidad de transporte y ataque, el Hind era un símbolo formidable del poder aéreo soviético.
El Mi-25 Hind, un helicóptero fuertemente blindado, fue diseñado para transportar hasta ocho soldados mientras entregaba una potencia de fuego devastadora con una ametralladora de 12,7 mm y una variedad de cohetes y misiles. Su versatilidad y durabilidad lo convirtieron en un activo clave para las fuerzas soviéticas y sus aliados, particularmente en conflictos como la guerra soviético-afgana.
Tras intensas negociaciones entre Chad, Francia y Estados Unidos, el país africano dio permiso para que sea recuperado el Mi-25. Costó unos dos millones de dólares y un cargamento de MANPADS FIM-92 Stinger, célebres desde su debut operacional en Afganistán.
Para recuperar este valioso equipo, los Estados Unidos recurrieron al CH-47 Chinook, un helicóptero de doble rotor en tándem, conocido por su capacidad excepcional para transportar cargas pesadas a largas distancias. La variante utilizada por el SOAR, el MH-47, estaba personalizada para operaciones especiales, con tanques de combustible extendidos y aviónica avanzada, capaz de ejecutar misiones en entornos hostiles como los desiertos de Chad.
La operación: Encubierta, precisa y de alto riesgo
Después de asegurar el permiso de los gobiernos chadiano y francés, las fuerzas estadounidenses lanzaron la misión en junio de 1988. Dos MH-47 Chinooks, transportados a Chad a bordo de aeronaves C-5 Galaxy, fueron desplegados desde N’Djamena para realizar un vuelo de 550 millas hacia la base aérea abandonada de Ouadi Doum, donde se encontraba el Mi-25. Bajo la cobertura de la oscuridad y con paradas de reabastecimiento en el camino, los Chinooks recuperaron el helicóptero, que había sido dañado por un impacto de bala pero permanecía mayormente intacto.
La misión estaba llena de peligros, ya que las fuerzas libias seguían activas en la región y existía el riesgo de que intentaran destruir el helicóptero. A pesar de los riesgos, el 160º SOAR logró recuperar el Hind, transportándolo bajo el Chinook para el viaje de regreso. Tras repostar en bases francesas, los helicópteros regresaron a N’Djamena, donde el Mi-25 fue cargado en un C-5 Galaxy para ser transportado a Estados Unidos.
Un premio de la Guerra Fría
El Hind fue evaluado en Fort Rucker, Alabama, y luego utilizado en ejercicios militares. Su captura proporcionó a los analistas estadounidenses valiosos conocimientos sobre la tecnología de helicópteros soviéticos, ayudando a los Estados Unidos a prepararse para futuros conflictos potenciales. La operación también subrayó el papel del CH-47 Chinook como un helicóptero de transporte pesado confiable, capaz de ejecutar misiones complejas y de alto riesgo en entornos extremos.
Hoy en día, el Mi-25 recuperado está en exhibición en el Museo de Vuelo del Sur en Birmingham, Alabama, como un recordatorio de esta extraordinaria operación y las rivalidades tecnológicas de la Guerra Fría.