Air Zimbabwe quiere deshacerse de dos Boeing B777-200 infames

Alan Nanni Coitiño

Zimbabwe

Air Zimbabwe quiere hacer cualquier negocio con sus dos infames Boeing 777-200. Las últimas noticias son que la empresa está dispuesta incluso a convertirlos en cargueros, según su director general en funciones Tafadzwa Zaza.

«No estamos en condiciones de operarlos antes de consolidarnos a nivel nacional o regional. Así que, como plan a corto plazo, queremos arrendar estos aviones como wet-lease o dry-lease y hemos invitado a inversores interesados en ellos. El plan a largo plazo es convertir uno o los dos en aviones de carga», declaró al periódico estatal Sunday News.

En total, hay dos Boeing 777-200ER, que están parados en Harare desde finales de 2020. Llevan las marcas Z-NBE (msn 28422) y Z-RGM (msn 28421) y están configurados en una disposición de dos clases con 247 asientos en clase económica y 35 en clase business, según lo reportado por nuestro medio asociado en Brasil, Aeroin.

La historia de estos Boeing 777

En 2016, la aerolínea estatal Air Zimbabwe tenía deudas de más de 300 millones de dólares y llevaba años arrastrando pérdidas. Así que, en ese momento, el gobierno del país hizo lo que cualquier gobierno «racional» haría: tiró la deuda bajo la alfombra, abrió otra aerolínea y anunció que compraría, de entrada, cuatro Boeing 777-200.

Adiós a Air Zimbabwe, bienvenidos a Zimbabwe Airways. ¿Qué podría salir mal? Todo. En primer lugar, un gobierno que toma esta decisión pierde credibilidad. Y, como resultado, la aerolínea tendría que pagar en efectivo por sus aviones.

Esto no parecía ser un problema. Según ZimLive, en aquel momento el presidente y dictador Robert Mugabe negoció personalmente la compra de los cuatro bimotores, que habían sido retirados por Malaysia Airlines en 2016.

La llegada triunfal del primer 777

Sin embargo, un golpe militar en 2017 derrocó a Mugabe y dejó en suspenso la entrega de los aviones. Pero eso duró poco. De alguna manera inexplicable y sin previo aviso, uno de los 777 apareció en Harare a principios de 2018, ya pintado con el esquema de Zimbabwe Airways.

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En aquel momento, el gobierno parecía querer mejorar la reputación de la empresa y darle acceso a nuevos mercados. La afirmación era que la nueva aerolínea no tenía nada que ver con el dictador Robert Mugabe y su familia, sino que era gestionada de forma independiente.

Resulta que cuando llegó el primer avión, se produjo una sorpresa: estaba «casualmente» registrado como Z-RGM, las iniciales exactas de Robert Gabriel Mugabe, incluso su yerno salió triunfante del avión vistiendo un uniforme de capitán, aunque no se sabe si es realmente piloto.

La situación sería lo suficientemente extraña por sí sola, hasta que en mayo de ese mismo año, un portavoz de la compañía emitió un comunicado lamentando que la empresa no pudiera volar el avión. La razón: la contratación de pilotos costaba demasiado dinero y no había suficientes pasajeros para justificar la inversión.

Después de todas estas disputas, y de meses de estar varado en Harare, el avión fue finalmente devuelto a Malasia. Pero este no es el final de la historia.

El problema financiero

Desde la caída de Robert Mugabe, el actual presidente Emmerson Mnangagwa afirma que se ha comprometido a exigir una mayor transparencia a los organismos gubernamentales, lo que incluye desentrañar los escándalos financieros de las últimas tres décadas.

Una auditoría realizada en julio de 2019 reveló que el Banco de la Reserva de Zimbabue desembolsó una cantidad de 51 millones de dólares a Malaysia Airlines como parte del acuerdo de compra de dos Boeing 777-200 sin contar con las aprobaciones necesarias.

Resulta que Zimbabue puede haber pagado mucho más que eso, o bien parte del dinero simplemente desapareció mientras se cerraba el trato. News24 informó de que en este acuerdo 140 millones de dólares «no pudieron ser contabilizados» y simplemente desaparecieron, lo que dio lugar a una investigación del presidente en funciones, que aún no concluye.

El regreso de los que no fueron

En otra vuelta de tuerca, el gobierno de Emmerson Mnangagwa decidió que ya no quería a Zimbabwe Airways, dirigida por el yerno de Mugabe Simba Chikore (el mismo que llegó vestido de comandante cuando arribó el 777), por lo que decidió transferir sus activos -incluidos los aviones- a Air Zimbabwe. Sí, la misma compañía que habían cerrado, con más de 300 millones de dólares de deuda acumulada.

La promesa del gobierno es regularizar la situación de Air Zimbabwe y devolver la confianza institucional. Entre las próximas misiones está la reinclusión de la compañía en la IATA, siguiendo todas las normas de seguridad.

Además, el gobierno decidió que era hora de revivir los días dorados de la aerolínea de bandera local y les pidió que trajeran de vuelta los dos Boeing 777, después de todo ya estaban pagados, aunque el desembolso se produjo de esa manera tan controvertida y hay una investigación en curso.

Asimismo, Robert Mugabe fue expulsado del poder por cargos de corrupción, sumiendo al país en la pobreza, además de ser acusado de crímenes de lesa humanidad como genocidio y persecución de las poblaciones locales.

Y evidentemente el nombre del dictador es omnipresente en el país africano: A pesar de todos los esfuerzos del nuevo gobierno por eliminar el esquema de pintura de Zimbabwe Airways, el avión llegó con la matrícula Z-RGM. Al Robert Gabriel Mugabe International Airport.

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