El programa Liberty Lifter tiene como objetivo diseñar, construir, hacer flotar y volar un hidroavión asequible, innovador y disruptivo.
El Liberty Lifter deberá operar eficientemente en efecto suelo (a menos de 100 pies sobre la superficie, o 30 metros), que pueda mantener altitudes de vuelo de hasta 10.000 pies (3.000 metros) sobre el nivel medio del mar (MSL) y que permita el transporte eficiente de grandes cargas útiles a velocidades muy superiores a las de las plataformas marítimas existentes.
Liberty Lifter utilizará una fabricación de bajo coste similar a la de los barcos para construir un hidroavión altamente innovador capaz de cumplir los requisitos de elevación pesada del Departamento de Defensa de EE.UU. (más de 100 toneladas), y que pueda operar con independencia de la existencia de pistas o puertos.
Una aeronave como el Liberty Lifter permitiría el rápido despliegue de gran cantidad de fuerzas pesadas, o su logística, a grandes distancias y con costos inferiores a los de un avión y velocidades superiores a las de un buque.
Esta capacidad podría resultar fundamental para movilizar fuerzas a través de océanos, y probablemente se lo esté pensando para un eventual enfrentamiento con China, que tiene una gran fuerza de misiles tácticos con la capacidad potencial de eliminar rápidamente las bases aéreas y navales norteamericanas en el Pacífico.
Otro teatro de operaciones donde un hidroavión como el que está desarrollando DARPA tendría una gran utilidad es el del Ártico, caracterizado por las grandes distancias de territorio inhóspito y la carencia de infraestructura logística adecuada.
Efecto suelo
Las aeronaves que hacen uso del efecto suelo crean una zona de baja presión por encima de las alas y otra de alta presión por debajo de éstas.
Cuando están lo suficientemente cerca del suelo, el aire que hay por debajo de ellas es presurizado contra la superficie, provocando que en esa zona la presión aumente todavía más, lo que a su vez conlleva un incremento de la sustentación.
Esto permite el diseño de aeronaves que puedan llevar grandes cantidades de carga útil a grandes distancias, porque la potencia para mantenerlas en vuelo es considerablemente menor la que necesitarían los aviones tradicionales.
Se masca el miedo (como con el kit de conversión a aeronave apagafuegos preparado para el A400M Atlas se la corporación europea Airbus) en Occidente a no poder disponer de las aeronaves rusas Beriev Be-200 como hasta ahora (igual que los cargueros An-124, ahora prácticamente sólo en manos rusas).
Principalmente, como medio anti-incendios en los cada vez más masivos y descontrolados incendios forestales en localizaciones como California, Portugal, Grecia o España (exponentes más claros de estos desastres naturales en ascenso). Para los cuales los Boeing o Canadair actuales en servicio se quedan cortos e incapaces.
Este verano el Ministerio de Emergencias de Rusia no vendrá al rescate con sus monstruosos hidroaviones a reacción contra incendios para ninguno de ellos. Menos aún con sus helicópteros Kamov Ka-27 en el caso español.
Aparte, los Estados Unidos (y Canadá, con sus menores y mas actualizados CL-515, de ahí el diseño preliminar del Pentágono tan próximo a estos conceptos de hidroaviones regionales) es evidente que se han quedado con el tiempo muy atrás en este campo de desarrollo aeronáutico. Sobre todo respecto a nipones, chinos y rusos.
Lo cual es vital revertir para su nueva vocación hacia el Pacífico frente a China, si Rusia e Iran no siguen obligando EE.UU. a dividir esfuerzos estérilmente. Aunque haya logrado Washington que sea a costa de los europeos occidentales este despliegue y participación en los conflictos.