De chico, dos de las grandes certezas en la vida eran que Ezeiza quedaba lejos y que en las cartas Match 4, el Boeing 747 le ganaba a todos salvo al Concorde en velocidad. Crecí viendo fotos de la Reina y le tomé un cariño particular durante esos años.
Ezeiza quedaba lejos por distancia (de chico cualquier cosa que exceda las 30 cuadras es lejos) y porque a mediados de los 80 todavía era poco accesible viajar en avión, y ni hablar de viajar al exterior. Por eso era un acontecimiento ir a despedir o recibir a alguien que volaba.
Una de esas veces que un viaje generaba una caravana de gente, me llevé conmigo una cámara de fotos. Una Kodak con un rollo de 110mm nuevo. 24 fotos disponibles una vez que lo lleváramos a revelar.
Suena hasta gracioso, pero visto en retrospectiva desde la era de la fotografía digital, esas 24 oportunidades se cuidaban como oro. No era barato tener el gatillo fácil. Hoy sacamos mil fotos y nos quedamos con 10, 15. En ese entonces, había que elegir muy bien.
Recuerdo llegar a Ezeiza con la intención de sacarle fotos a los aviones. El problema era que por la posición en la que estábamos, iba a ser difícil porque el lado aire no se ve desde el hall. Sin embargo, en un costado reconocí la joroba inconfundible de un 747 de British Airways.
Me olvidé de la economía de la imagen y le vacié el rollo desde el mismo lugar. 24 veces la misma toma. Completamente extasiado de verla por primera vez, ahí estaba ella, la Reina de los Cielos. El avión que había visto en revistas y en la tele estaba enfrente mío.
Cosas de la vida y la economía del hogar -detalles que uno no maneja a los 8 o 9 años-, ese rollo no se reveló inmediatamente y luego se perdió para siempre en algún cajón. Pero siempre recuerdo ese momento como uno trascendental en mi vida y en la construcción de esta pasión que hoy me trajo a Seattle, a presenciar la entrega del último Boeing 747 construido.
Es un día raro y movilizante éste que toca vivir en la fría Seattle. Hoy habrá imágenes, y competirán en belleza con otras. Pero para mí, la mejor foto del Jumbo es la que nunca tuve.
La foto de la foto, la imagen mental del pequeño Pablo maravillado frente a un 747 hoy tendrá un correlato, un cierre a ese capítulo de la infancia que no tiene imagen. Porque no la necesita.
Tremendo relato, yo vivi algo parecido cuando, luego de soñar muchos años, se me dió la oportunidad de ir a FIDAE, en el 94…
Pude ver, escuchar y tocar aviones a los que sólo en mis sueños (y revistas) habia accedido…
Sólo los que lo hemos vivido, entendemos ese sentimiento…
Y AGUANTEN LAS MACH4, TOPE Y QUARTET Y TODAS ESAS GENIALIDADES…
Muy linda historia. Tan representativa de esos años; la aventura del reservar un click para una mejor foto posterior.
bonita historia. Y efectivamente, tomar fotos en el pasado era una experiencia muy diferente jajaja.
Me crié en el Barrio Esteban Echeverría a 3 km del Aeropuerto Ezeiza Ministro Pistarini….íbamos e bicicleta a Los Chivatos donde jugaba en los aviones abandonados….en 1980 cuando Aerolíneas Argentinas alquila el primer Jumbo el LV – LZD ingreso ???? como Mecánico Electroinstrumentalista…obteniendo ???? luego la Patente de Despachante de Aeronaves paso ???? a trabajar en Operaciones solo me quedó una Foto frente al tablero del ingeniero de Vuelo del Jumbo y algunas en el Aeroparque Metropolitano siendo desde hace 30 años Reportero Gráfico Socio de ARGRA imaginen mi decepción..