1º de Mayo: el encanto de trabajar en la aviación

Este 1º de mayo, un nuevo Día Internacional del Trabajador, es una buena oportunidad para volver a compartir con ustedes un cuento que leí hace un par de décadas en la antigua lista de correos del Grupo de Usuarios Pista 18, antecesora de foros y redes sociales.

Como lo aclaré en el pasado, este no es el texto original, sino un relato escrito por mí en base a lo que recuerdo, pero que en líneas generales resume el espíritu del autor.

«Esto ocurrió a mediados de los años 70 del siglo pasado. Había un hombre que tenía un muy potente olor corporal, desagradable. Se había ido incrementando durante los últimos meses, por lo que, empujado por su familia, fue a visitar a un médico.

Planteado el problema al doctor, éste lo mandó a hacerse múltiples análisis y estudios para tratar de averiguar la razón del olor, ya que a primera vista el hombre parecía tener una salud más que adecuada para su mediana edad. Aparte del olor no tenía ningún síntoma que permita hacer un diagnóstico.

Tras un par de semanas, y con los resultados de los estudios en la mano, el hombre fue a ver al doctor, quien con asombro los leyó al descubrir que el hombre no tenía nada. La sangre y orina, perfectas. El corazón como un reloj. Su sistema digestivo, impecable. El médico estaba desconcertado. En todos sus años de experiencia nunca había tenido un caso similar.

Hablando con el hombre sobre su perfecto estado de salud, el médico le pregunta a qué se dedicaba. A lo que contesta que trabajaba en el aeropuerto. Ante la indagación acerca de qué tareas específicas realizaba, el hombre le explica que su función consistía en descargar los residuos de los baños de las aeronaves de pasajeros. Sorprendido por la tarea, el médico le consulta si era un trabajo complicado, a lo que el hombre le responde que no, aunque a veces tenían inconvenientes cuando la manguera que conectaba el tanque del avión con el del camión se rompía, desparramando sobre ellos algo del asqueroso contenido sobre él y sus compañeros.

De repente, al doctor se le hizo la luz. ¡Allí estaba la razón del olor! si esto ocurría muy seguido, el cuerpo iba incorporando el aroma, y aunque todavía no representaba ninguna amenaza a la salud, a futuro podía tener consecuencias gravísimas.

Fue entonces que aconsejó fuertemente al hombre para que renuncie a su trabajo y se busque otro en donde no esté expuesto de esa manera.

Indignado, el hombre se levantó de su silla y antes de retirarse le gritó: «¡¿Y dejar la aviación?! ¡JAMÁS!«

Esta historia tuvo un profundo impacto en mí desde la primera vez que la leí a mis 18-19 años. Apasionado por la aviación comercial desde muy chico, en ese entonces me debatía sobre cómo poder armarme un camino en la industria. Viviendo en Resistencia, a 1.000 kilómetros de Buenos Aires y con un aeropuerto con dos vuelos diarios, las opciones eran limitadas. Pero tampoco me interesaban los caminos que la gente asocia tradicionalmente con la aviación: desde los más obvios como piloto o TCP, hasta otros menos conocidos por el común como despachante de aeronaves, controlador o técnico.

Yo quería, necesitaba, otra cosa. En la aviación, seguro, pero otra cosa.

Una segunda gran pasión heredada de mi infancia como el periodismo fue lentamente mezclándose con la de la aviación, y fue así como empecé a tratar de darle forma al hobby que llevaba adelante desde marzo del año 2000: un sitio web llamado Aeropuertos Argentinos, la prehistoria de lo que hoy es Aviacionline.

No fue fácil, exigió sacrificios tremendos, tanto económicos como familiares. En más de una ocasión pensé que mi camino en la aviación tendría que pasar por lugares más tradicionales como los ya mencionados tres párrafos atrás. Que si poder vivir de una pasión ya era un privilegio, hacerlo en la confluencia de dos pasiones era demasiado para un simple chaqueño.

Pero no, pude lograrlo. Y vivo de esto. No solo desde ya, sino gracias al apoyo del gran equipo que hemos formado junto a Diazpez, socio en esta aventura.

Escribiendo notas desde un aeropuerto. Mi vida en la pre pandemia, captada por Diego Boldini. Ya volverán los viajes frecuentes.

No puedo caer en la irresponsabilidad de empujarlos ciegamente a renunciar a todo por su pasión. Hay miles de circunstancias particulares que ayudan o juegan en contra.

Pero tampoco puedo quedarme callado y no decirles que, si se les abre una pequeña ventana hacia el mundo de la aviación, se metan sin dudarlo.

Quizás el primer paso no sea el puesto con el que siempre soñaron. Quizás haya muchas decepciones, pero les aseguro que, así como el protagonista del cuento, hagan lo que hagan, se les va a inflar el pecho cuando digan que trabajan en la aviación.

El contexto no es el más fácil. La pandemia ha dejado postrada a la industria desde marzo del año pasado. Miles de trabajadores aeronáuticos perdieron sus empleos alrededor del mundo. Miles están al borde de ello.

Aún así, nuevas oportunidades siguen surgiendo día a día, y lo pueden ver en nuestra plataforma de ofertas laborales, #AeroRRHH. Cada vez que veo una nueva publicación allí imagino la esperanza de quienes se postulan y la alegría que va a sentir quien sea seleccionado.

Mientras puedan, sigan apostando. El próximo «Bienvenido a bordo» puede ser para ustedes, y el encanto de trabajar en la aviación no se les va a ir nunca más.

¡Feliz Día del Trabajador!

3 comentarios en «1º de Mayo: el encanto de trabajar en la aviación»

  1. Muchas gracias por las informaciones, me pasa como usted, he entrado en este mundo y es muy difícil salir, es una pasión inmensa, muchas Felicidades

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