[Fotogalería] Terminal del Aeroparque Jorge Newbery en 2001, por mi abuela

Como podrán saberlo o no, la sección «En Vivo desde RES» es tanto el lugar en donde agrupo fotos o novedades del aeropuerto de Resistencia, como un espacio editorial de AeropuertosArgentinos.com (Actualización: rebautizado como Aviacionline.com en 2016), en donde mezclo la aviación con experiencias propias. Hoy, se trata de esto último.

El 21 de noviembre se cumplieron 13 años del fallecimiento de mi abuela materna, Blanca Diez de Mazó. «Lela», para mi hermana y yo. «Mami» para mi mamá y mis tíos. «Vieja» (con muchísimo cariño, desde ya) para mi abuelo y algunos otros miembros de la familia. «Doña Blanca» para tanta gente que la conoció durante su vida y la quiso tanto.

Se fue joven. Tenía 69 años. Pero su espíritu, su espíritu, cómo decirlo, fue siempre el de una nenita de 10 años ¿Quién va a hablar mal de su abuela? Muy pocos seguro. Y nadie además escribiría unas líneas sobre ella en su sitio web para hablar mal, por eso no es sorpresa que les cuente que mi abuela materna, a quien de ahora en adelante me referiré como «la Lela», era un ser maravilloso, con una bondad sobrenatural, que encantaba a quien tenía el honor de conocerla, y quien, hasta sus últimos minutos de vida, luego de varios meses de agonía tras una maldita enfermedad, supo mantenerse vital gracias a su sentido del humor y a su dedicación hacia el otro.

Nació en Villa Ángela, provincia del Chaco, el 29 de noviembre de 1931. Y de ahí en adelante en su vida casi todo fue cuesta arriba, muy arriba. Hija de un español y una italiana, a su papá lo asesinaron cuando ella era muy chiquita. Tragedias de la época en el interior profundo: tenía un campo, no lo quería vender, y el fallido comprador tomó venganza. Su mamá, sola y con tres hijas, se trasladó hasta Puerto Tirol, a unos 15 kilómetros de Resistencia. Ahí dejó a mi abuela al cuidado de unos parientes y ella siguió camino hasta Buenos Aires con sus otras dos hijas. No se re encontraron por años. De nuevo, tragedias de la época.

En Puerto Tirol, años después, su destino se cruzó con el de un joven oficial del Ejército Paraguayo a mediados de los años 40. De familia muy pudiente e involucrada en la sociedad (su abuelo fue uno de los fundadores del Partido Colorado, hubo otros que fueron ministros, intendentes, etc.), este joven, Arturo Remigio Mazó, tuvo que exiliarse del Paraguay en 1947 tras formar parte del bando que perdió en la Guerra Civil de ese año. Tras diversas conexiones terminó su derrotero trabajando en la actual UNITAN, complejo taninero sobre el cual siempre giró la historia de ese pueblo. Se conocieron, se casaron, tuvieron a su primera hija, mi tía Lizzie, y tras una amnistía la flamante familia se fue al Paraguay.

En 1958 llegó al mundo mi mamá, pero a los pocos meses tuvieron que volver a la Argentina dadas las actividades políticas de mi abuelo por su oposición a la dictadura de Stroessner. A principios de los 60 mi abuela pasó un año sin verlo a mi abuelo ya que éste, tras otro intento de golpe fallido, tuvo que mantenerse exiliado en la embajada argentina en Asunción. Si pisaba la calle, era historia. Finalmente con ayuda de terceros pudo una noche dejar la embajada y escapar hacia territorio argentino, en donde volvió a re encontrarse con mi abuela. Todo parecía ya haberse calmado, indicando que vivirían por el resto de sus vidas en el «exilio argentino», hasta que en 1982 Stroessner volvió a permitirle a mi abuelo el ingreso al Paraguay. Y él no lo dudó ni un segundo. Y hacia allá fueron nuevamente, esta vez sólo los dos y mi tío Arturo, el menor de sus hijos. Tanto mi tía Lizzie como mi mamá ya habían formado sus familias en Resistencia. Eran argentinas.

Le dolió muchísimo dejar a todas sus amistades, a sus hijas y a sus cuatro nietos en Argentina. Pero bueno, el «deber» de esposa era mayor. Nunca se adaptó del todo a la vida en Asunción, y menos aún a la de la «alta sociedad» a la que estaba relacionada mi abuelo. Ella era una mujer simple, maravillosamente simple. Aún cuando casi una vez por mes siempre recibía la visita de mis primos o de mi hermana y yo. Quienes también, desde el primer día de vacaciones de verano y hasta el último, nos instalábamos en su casa. Por eso siempre digo que Asunción es mi segunda ciudad.

En fin, creo que los he aburrido demasiado con esta historia, que seguro pensarán que tiene tan poco que ver con la aviación y con los aeropuertos.

Bueno, resulta que, cuando su enfermedad empezó a estar en un estado avanzado, a mediados del 2000, ella viajaba regularmente a Buenos Aires para tratarse en el Hospital Italiano. En junio de 2001, en uno de sus últimos viajes, le pedí que saque fotos del interior de la terminal del Aeroparque Jorge Newbery. AeropuertosArgentinos.com tenía algo más de un año de vida y necesitaba tener material para publicar, más aún del Aeroparque, que recientemente había tenido algunas transformaciones por parte de Aeropuertos Argentina 2000.

Sin dudarlo ni un segundo, como cada vez que le pedía algo en aquellos largos veranos asuncenos, y aún en el estado en que estaba, la Lela se tomó el trabajo de ir sacando fotos en el Aeroparque, regalándome lo que con seguridad fue la primera fotogalería que existió de su terminal en internet. En las fotos podemos ver todavía el «retro look» del Aeroparque, mezclado con la entonces nueva cartelería de AA2000.

En su momento las publiqué, pero ahora volví a escanearlas para que de esa manera también mi abuela pase a formar parte, con nombre y apellido, de la historia de quienes, aún sin pertenecer a un organismo oficial o compañía aérea, trabajamos con pasión y cariño para preservar la historia y divulgar la actualidad aerocomercial y aeroportuaria de nuestro país. Aquí están las fotos:

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¡Muchas gracias, Blanca Diez de Mazó, por estas fotos!