A Boeing No hay Contrato (Ajeno) que le Venga Bien

En la dinámica del Grupo Boeing, se impone una regla: sólo los contratos que firmemos nosotros son impecables. El resto, necesariamente tendrá una falla, que usaremos para protestar e imponer nuestros productos. Lo ha hecho recientemente con Bombardier, lo intenta desde hace años con Airbus, y su departamento de productos de Defensa tiene un historial bastante consistente con esta estrategia.

Hace apenas unos días se conoció que la compañía presentó formalmente una queja contra la Fuerza Aérea de los Estados Unidos (USAF), por la decisión que tomó en relación con el contrato que tiene como objetivo reemplazar los aviones de guerra electrónica EC-130H Compass Call.

 

En el exterior del mítico Hércules diseñado por Lockheed (hoy, tras la fusión con Martin Marietta, Lockheed Martin) sólo un par de cables y antenas lo diferencian de cualquier otro transporte táctico. Pero el rol del Compass Call es lo que lo hace único: en su interior, una tripulación de 13 oficiales se encarga de operar equipamiento electrónico tan avanzado como para interceptar o impedir las comunicaciones del enemigo, realizar operaciones de contrainformación (es decir, inundar los equipos del adversario con información falsa) o realizar misiones de ataque electrónico. Por su perfil de misión y su importancia, no sólo ocupa el rol de Guerra Electrónica (EW- Electronic Warfare), sino que es considerado un elemento clave para las misiones de «Día 1»: inutilizar las defensas enemigas para garantizar el éxito de la campaña. A este rol se lo llama Supresión de Defensas Aéreas del Enemigo, o SEAD: Suppression of Enemy Air Defenses.

Como imaginarán, lo clave del sistema de armas EC-130H Compass Call no es el avión: lo que lo hace diferente es el equipo electrónico que lleva adentro. Este equipo electrónico -altamente clasificado- lo construye BAE Systems y lo instala una empresa que se llama L3 Technologies. Especializada en electrónica de defensa, este conglomerado con sede en Manhattan es proveedor de la USAF, NASA, el DHS, agencias de inteligencia y el Departamento de Defensa, además de algunos clientes privados del área de telecomunicaciones.

En 2015, la plataforma EC-130H mostraba evidentes signos de agotamiento. Construidos en los 80, y de uso intensivo en Irak y Afganistán, la USAF anunció que retiraría la flota y reemplazaría los Compass Call con un avión nuevo. Por la urgencia del requerimiento de combate, no realizaría una licitación y compraría entre 10  y 14 aviones nuevos bajo contratación directa. En ese momento, la danza de oferentes comenzó: qué avión sería el elegido? Y fue entonces que en Boeing sonó una alarma.

En Busca del Espía del Futuro

La USAF pidió ese 2015 USD 165 millones para comprar y convertir un Gulfstream G550 en el nuevo Compass Call para este 2017. Es importante tener en cuenta que ya opera una pequeña flota de G550 -con denominación militar C-37B- para transporte y enlace de oficiales del Pentágono, con excelentes resultados. Al momento, y por diversas razones, no terminó de cerrarse el acuerdo por el demostrador.

 

Con un precio estimado para cada avión nuevo de USD 61 millones, un negocio de 800 millones de dólares no es algo despreciable para ninguna compañía, incluyendo a Boeing. Pero si el elegido es finalmente el G550, el beneficiario de tal contrato será General Dynamics, dueña de Gulfstream desde fines de los años 90. GD presiona agresivamente por lograr tal pedido. Y hace un par de semanas, tuvo una gran victoria cuando la USAF decidió que L3 Technologies elija qué avión será el que cargue los equipos.

Fue entonces que Boeing desplegó su equipo de protesta, y presentó una nota de queja ante el GAO (Government Accountability Office). La razón: BAE Systems y L3 ya instalan equipamiento tecnológico avanzado para clientes extranjeros, por lo que se plantea un escenario en el que no hay competencia justa porque elegir a L3 es de hecho elegir al G550.

La razón que esgrime la Fuerza Aérea es lógica: mediante el programa LSI (Lead Systems Integrator), quien obtiene un contrato para un producto elige los subcomponentes del producto. Es decir que si Diazpez Technologies ganara un contrato para construir un bombardero, yo podría elegir qué proveedor fabricará los parabrisas, sin tener que consultarle a la USAF cuál prefiere. En el caso del Compass Call, el avión es claramente un subcomponente del equipo electrónico que es razón de ser del Sistema de Armas.

«La idea de la Fuerza Aérea es inconsistente con la dirección del Congreso y parece ignorar inherentes y obvios conflictos de interés. Creemos que la USAF y los contribuyentes serán mejor servidos por una competencia justa y abierta.» dijo Caroline Hutchinson, vocera de Boeing.

No es una táctica nueva para el gigante de Renton: el último gran contrato que protestó, fue el que en 2008 habían ganado Northrop Grumman y Airbus (vieron como todo tiene que ver con todo?) por el reemplazo de la flota de aviones de reaprovisionamiento en vuelo KC-135. El KC-45 de Airbus, una versión modificada del A330 MRTT (Multi Role Transport Tanker) había sido declarado ganador del concurso KC-X, y un contrato de USD 35000 millones estaba al alcance de la mano. Hasta que Boeing protestó, y el contrato fue para el KC-46, un 767-200 modificado. Ya hablaremos en extenso de este concurso, y de como el KC-46 es un tiro en el pie para Boeing, por las demoras y los costos extras. Ahora, si la protesta del KC-46 le trajo a Boeing una increíble serie de problemas, por qué tropezar con la misma piedra en otro proceso de adquisición de la USAF? La palabra clave es comunalidad.

Los programas de servicios especiales de la USAF están basados sobre la plataforma C-135, denominación militar del veterano Boeing 367-80, padre del 707. El reemplazo de todas estas variantes (hablamos del Constant Phoenix hace poco, pero hay varias más) es un negocio de miles de millones de dólares, y mantener la línea de producción de la división Defensa de Boeing por años.

C-135C Speckled Trout (Trucha Pecosa) en Edwards.

La Fuerza Aérea tomó nota de la protesta, y el GAO tomará una decisión en Agosto de este año. Lo importante será ver quién hace mejor lobby. Boeing ha demostrado en estos años que lo que no pueda ganar en un concurso limpio, lo protestará y torcerá hasta que la moneda caiga de su lado. No es algo que no hagan otras fábricas. Pero en Renton necesitan como el agua dejar de perder contratos. No importa cómo.

 

 

 

 

 

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