Hoy era el día D. Flybondi llegaba a Buenos Aires (bueno, El Palomar), la gran ciudad. El debut de sus vuelos había sido en Córdoba hace dos semanas, pero todas las expectativas estaban puestas en donde atiende Dios, porque cuando aterricen tendrían frente a frente a las cámaras de los principales medios masivos del país transmitiendo en vivo para el mayor mercado argentino.
No sólo por ser la primera aerolínea low cost, sino también por ser la que inauguraría a El Palomar como el tercer aeropuerto comercial del Gran Buenos Aires, con todas las controversias que eso ha traído, muchas mediáticas, muchas virales, un par judiciales.
El primer vuelo tenía que aterrizar a las 7:15 proveniente de Córdoba, y tras un rápido turnaround debía estar con las puertas cerradas y por volver para las 7:45 y desde su hub cordobés seguir hacia Mendoza, Bariloche e Iguazú.
Desde muy temprano en el aeropuerto «Ing. Taravella» ya se estaban chequeando los pasajeros del vuelo FO5001:
Hace instantes: Check in del primer vuelo regular Córdoba – El Palomar de Flybondi. pic.twitter.com/3jN17OHKET
— Spotters Cordoba (@SpottersCordoba) February 9, 2018
Paralelamente en El Palomar se hacía lo mismo:
https://twitter.com/Grosembacher/status/961877302341722112
Mientras afuera los vecinos y los «vecinos» protestaban por la transformación de El Palomar en un aeropuerto comercial:
Vecinos rechazan puesta en funcionamiento del Aeropuerto Low Cost de El #Palomar Protestan frente a las instalaciones. #FlyBondi pic.twitter.com/ukGfDWqdeP
— Hernán Mundo (@HernanMundo) February 9, 2018
Pero a medida que se aproximaban las 6:00, la hora de la partida del vuelo desde Córdoba, la meteorología allí se empezó a complicar, lo cual produjo una importante demora hasta las 8:37. Oficialmente se informó que todos los vuelos estaban demorados, aunque pudieron verse un par de despegues dentro de la misma franja horaria. Algunos trascendidos indicaban una novedad técnica de la aeronave, que si bien no impide su operación habitual de manera segura, sí evita poder hacerlo con la visibilidad vigente al momento, aunque desde la compañía no se hicieron eco de los mismos (con tantos inventos y exageraciones que hubo en las últimas semanas, quién podría culparlos). De cualquier manera, lo positivo es que se priorizó la seguridad del vuelo, aún cuando sabían que tenían los ojos del país sobre ellos (recuerdo en cambio la frase que se atribuía a una famosa compañía patagónica dos décadas atrás, que decía algo así como que «xxx sale o sale»).
Lo mismo puede destacarse al llegar a El Palomar, en donde las condiciones meteorológicas también habían desmejorado para la hora del arribo.
⚠️🌩 Finalmente el vuelo precedente de Córdoba que se dirigía a El Palomar, aterrizó en el Aeropuerto de Ezeiza debido a las malas condiciones climaticas. 🛫🌩 pic.twitter.com/9AZxp695F3
— Aeropuertos Argentina (@AeropuertosAR) February 9, 2018
El Boeing 737-800 LV-HKS tuvo que dirigirse a la alternativa, y aterrizó en el Aeropuerto Internacional de Ezeiza a las 9:52 con 164 pasajeros a bordo, demorando así el debut de El Palomar como aeropuerto comercial.
Y obviamente, en las redes sociales estalló la polémica de un lado y otro de la «grieta aeronáutica», entre quienes festejaban un «nuevo fracaso» de las low cost y entre quienes justificaban la demora, el desvío o la infraestructura deficiente de El Palomar.
A las 12:05, Nelson, el nombre de la aeronave, despegó hacia El Palomar, en donde a las 12:11 fue recibido con todos los honores:
Así lo celebraba también Julian Cook, CEO de Flybondi:
Dia historico primer vuelo en El Palomar! Gracias a todos que trabajaron para lograrlo! pic.twitter.com/u7DaCDOkT9
— Julian Cook (@juliancook_) February 9, 2018
Una vez cargados los pasajeros, a las 13:10 volvió a partir hacia Córdoba, en donde aterrizó a las 14:13.
https://twitter.com/NicoNovelloLH/status/962016446665535490
Como siempre, la verdad debe estar en algún lugar del medio
Por un lado hay que admitir que Flybondi viene con una racha de inconvenientes que, perfecto, pueden entenderse siendo una nueva compañía aplicando un nuevo modelo, ENCIMA en un país como el nuestro. Pero van a tener que hacer algún corte y afinarse porque, si bien los precios bajos siempre van a funcionar como el principal driver de elección para los pasajeros, todo tiene un límite, más aún cuando está Norwegian al acecho.
Operando un único avión (aunque terminarían febrero con dos más), los vuelos restantes para este viernes van a tener importantes retrasos, justo ante un fin de semana extra large, así que los medios buitres van a estar sobrevolándolos hasta el martes. Tienen muy buenos profesionales de la industria adentro (y ni qué decir todo el entusiasmo de los colaboradores de diferentes niveles), por lo que confío que van a superar esta etapa (el amigo SirChandler lo explicó hace un rato).
El Palomar, El Palomar….un aeropuerto que para mí no debería existir, como tampoco Aeroparque. Ya lo planteé en una nota hace algunas semanas, aunque sé que es casi utópico (y profano para muchos). Buenos Aires debería tener un solo gran aeropuerto capaz de manejar todo el tráfico comercial de su región metropolitana. Un solo gran aeropuerto equipado con la mejor tecnología disponible, con un lado aire impecable en cada centímetro que garantice las operaciones aéreas aún bajo condiciones meteorológicas complejas (tampoco obviamente si tenés la tormenta perfecta encima).
Pero no, así como se viene emparchando Aeroparque y Ezeiza desde hace décadas, ahora se decidió emparchar El Palomar. Y entonces la gran metrópolis argentina, que mueve unos míseros 24 millones de pasajeros anuales (no es NADA a nivel mundial), se da el lujo de tener, no dos, que ya estaba muy mal, si no tres aeropuertos comerciales. Eso déjenlo para ciudades como San Pablo que con sus tres aeropuertos mueve 60 millones de pasajeros o Nueva York con unos 140 millones. Aún sumando Ezeiza, Aeroparque y El Palomar, un solo aeropuerto tendría un nivel de tráfico que ni lo haría figurar entre los 50 con más movimiento de pasajeros del mundo (con suerte arañaría el Top 100).
Podría aceptar un aeropuerto enfocado en las low cost si el movimiento lo amerita, pero pónganle tiempo y plata encima.
To low cost or not to low cost
Nunca he ocultado que estoy a favor del proceso de apertura del mercado aerocomercial argentino. Porque si bien Aerolíneas Argentinas ha tenido impresionantes avances desde su reestatización, tampoco puede pretenderse que sea la única capaz de absorber toda la demanda contenida. Sencillamente estaría fuera de las posibilidades de las arcas estatales poder incorporar, ¿30? ¿40? ¿50? nuevas aeronaves en un par de años y toda la estructura que eso conlleva. Es necesario que lleguen nuevas compañías, y es necesaria la aplicación del modelo low cost en Argentina, uno de los pocos mercados en el mundo (sea el primero o tercero) con nuestras características demográficas y socioeconómicas que todavía no lo tenían.
Está lleno de genios y expertos que dicen que es inaplicable por múltiples razones. Así también de profesionales aeronáuticos, bienintencionados en mi opinión, lo aclaro, que luego de ser defraudados en tantas oportunidades, no creen que el estado argentino sea capaz de garantizar la seguridad de la operación de ese tipo de compañías o bien de cielos más congestionados.
Yo opino que hay que seguir confiando, o seguir creyendo, porque si no, ¿qué opción tenemos? La matriz de transporte de nuestro país demanda con urgencia que la aviación comercial se ponga los pantalones largos y se haga cargo de sacar pasajeros de las rutas de la muerte y de permitir que por negocios o turismo el interior pueda moverse de manera rápida, segura y a precios accesibles. Si no creemos que nada de esto puede hacerse, rematemos el país al mejor postor y listo, con la plata que nos toque a cada uno abramos barcitos a lo largo de las playas brasileñas.
Tampoco hablo de una confianza inocente o una creencia cuasi religiosa. Confiemos en que el estado va a hacer bien las cosas, apostemos por eso, pero controlemos que lo haga y reclamemos cuando no. Y en eso los medios, masivos o especializados, jugamos un rol clave que, en mi caso reconozco, no lo he jugado de la mejor manera posible, y me comprometo a cambiarlo.
Pero reclamemos buscando construir, no destruir. Reclamemos pero no diciendo «esto no se puede» y listo, si no, «¿cómo podemos?».
Porque «gritando» en las redes sociales: «las low cost son muerte» o «vienen a cerrar Aerolíneas Argentinas» lo único que ganan es convencer a los convencidos, asustar a los del medio y reforzar la opinión de quienes están del otro lado.
Hay que aceptar que ciertas tendencias del transporte aerocomercial a nivel mundial son irrefrenables, por lo que lo único que podemos hacer es buscar la manera en que nuestro país se adapte a las mismas de manera seria y ordenada, pero no negarnos caprichosamente a una evolución que tantos beneficios ha traído a la industria y a los pasajeros de manera global.
Porque al final del día lo que todos queremos es que haya más aviones, más pasajeros y más trabajo aeronáutico en todo el país, ¿o me equivoco?
Bien dicho!
Excelente!
Impecable tu análisis, como siempre.
Buenas , son un ciudadano comun pero que tan cierto o mentira es lo que se estuvo diciendo desde ciertos medios que el palomar cada vez que llueve no puede funcionar por la pista o por la falta de algun instrumental ? gracias
Y, la pista no tiene un buen drenaje, pero realmente debería investigar más para contestarte sin caer en especulaciones.
Excelente post! Siempre te leo pero ahora quisiera preguntarte, por qué consideras que no has cumplido tu rol como medio especializado en este caso? Y por último, cuantos aviones crees que son necesarios para el mercado argentino? Imagino que hay varios números a medida que alcancemos grados de madurez más altos, pero en el mediano plazo, cuantos?
Saludos!
Hola Nicolás, muchas gracias!
Creo que podría haber sido más crítico sobre la situación de Palomar, opinar con más fuerza sobre lo innecesario de transformar ese aeropuerto, exigir un mejor rol al estado.
Ahora, sobre tu segunda pregunta, no es sencilla, pero sin pensarlo tanto quizás debería crecer entre un 60 y un 80 por ciento la flota actual.