La noticia era esperable, y hasta tenía casi una fecha definida. No es casual -nada en este nivel de decisión lo es- que Kevin McAllister, CEO de Boeing Commercial Airplanes haya sido removido de su puesto un día antes de la presentación de los resultados del tercer trimestre. La sensación es que los números van a estar en concordancia con el momento atroz de Boeing Commercial. Y que aún así no serán representativos del arduo camino que tiene la división por delante.
Boeing lo comunicaba así hoy a la tarde:
«The Boeing Company nombró hoy a Stan Deal para suceder a Kevin McAllister como presidente y CEO de Boeing Commercial Airplanes y a Ted Colbert para suceder a Deal como presidente y CEO de Boeing Global Services, con efecto inmediato. Vishwa Uddanwadiker es nombrado para el cargo anterior de Colbert como director de información interino y vicepresidente senior de Tecnología de la Información y Análisis de Datos.
«Todo nuestro equipo de Boeing se centra en la excelencia operativa, alineado con nuestros valores de seguridad, calidad e integridad, y estamos comprometidos a cumplir con nuestros compromisos y recuperar la confianza con nuestros reguladores, clientes y otras partes interesadas», dijo el presidente y CEO de Boeing, Dennis Muilenburg.
«Stan aporta una amplia experiencia operativa en Commercial Airplanes y excelentes relaciones con nuestros clientes; y Ted aporta a nuestro negocio de Servicios Globales un enfoque orientado a lo empresarial y una sólida experiencia en negocios digitales, un componente clave de nuestros planes de crecimiento a largo plazo. «
«Estamos agradecidos con Kevin por su servicio dedicado e incansable a Boeing, sus clientes y sus comunidades durante un momento difícil, y por su compromiso de apoyar esta transición»
«La junta de Boeing apoya totalmente estos movimientos de liderazgo», dijo el presidente de Boeing, David Calhoun. «Boeing saldrá más fuerte que nunca de sus desafíos actuales y los cambios que estamos haciendo en todo Boeing beneficiarán a los pasajeros en el futuro».
«Boeing es una gran compañía con un compromiso con la seguridad que vi de primera mano, en muchos miles de empleados tremendamente talentosos y dedicados», dijo McAllister. «Ha sido un honor servir con un equipo tan profesional durante los últimos tres años».
Así, casi en las sombras se va McAllister, al que habían traído de la división aviación de General Electric con la idea de modernizar los procesos de producción de Boeing Commercial. De por sí había sido raro no promover a ningún prospecto interno, aunque a la vista de los resultados, más de un posible candidato con carrera en la empresa debe estar agradeciendo que eligieron a McAllister.
En 2016 todo parecía ir sobre rieles en el gigante de Renton. Tres años después se enfrenta a una crisis muy cercana a lo insalvable con su producto estrella y moneymaker: el 737 MAX. El 777X sufre demoras, y el 797 tiene una ventana cada vez más chica para salir de la mesa de diseño y amagar ser algo concreto. Standard & Poors le bajó la calificación a la inversión en Boeing, indicando que lo que pasó en los últimos días – sobre todo, a partir de los mensajes de Forkner sobre el funcionamiento del MCAS, y la defensa de Boeing (tardía y medio entreverada, pero plausible)- pone en riesgo la reputación, posición competitiva y, en última instancia, la fortaleza financiera de la compañía.
Mañana será un día negro para Boeing, y las pérdidas se medirán en miles de millones. Como una consecuencia inevitable, Kevin McAllister lo mirará desde su casa. No será el último en irse, ya que la estrategia de control de daños se va a llevar puesto por lo menos a Muilenburg. En McDonnell Douglas por mucho menos que esto voló una cúpula entera de management y durante años se refugiaron en la división Defensa. No extrañaría que a Boeing no le quede otra alternativa. Aunque con el KC-46 tampoco estén ganando para sustos.
Del otro lado del charco Airbus observa y aprovecha, sin levantar el perfil. Tal vez la hora de ser el líder indiscutido de la aviación comercial mundial sea ésta.