Como mencionamos en anteriores notas, la Organización de Aviación Civil Internacional (OACI) tiene un plan llamado CORSIA cuyo objetivo es la compensación de emisiones, promoviendo el crecimiento neutro en carbono a partir de 2020 y reduciendo las emisiones a la mitad para 2050 en comparación al año 2005. La iniciativa más reciente, y también más cuestionada, fue la de cobrar en promedio 0,17 euros por cada boleto emitido en viajes de larga distancia desde Europa.
Este monto, menor al precio de cualquier café o bebida en un aeropuerto, representaría un costo máximo de 70 millones de euros anuales para las compañías. Es decir, un 0,2 porciento de sus costos operativos para compensar sus emisiones. Valor muy lejano de todos los aportes obtenidos como rescate por los gobiernos, en los cuales se debían tomar medidas para mitigar el cambio climático, reducir y compensar su huella de carbono, o por lo menos así era en la teoría.
El gran problema de los 0,17 euros no es el porcentaje pequeño que representa sino que es un impuesto cobrado para compensar las emisiones, no para reducirlas. Y si bien puede pensarse como una alternativa para compensar mientras se busca reducir, la investigación de la Comisión Europea demostró que no funciona así.
Recién estamos en la primera fase de CORSIA pero a partir del año que viene la Unión Europea deberá reportar sus emisiones para establecer el nivel de referencia y ver cómo participará del plan. Originalmente, las aerolíneas comprarían compensaciones por encima de los niveles promedio de 2019-2020, pero fue modificado para que demande un 50 porciento menos. ¿El motivo? La decisión de OACI, tomada bajo la presión de la industria y la situación de la pandemia, de cambiar la línea de base considerando únicamente los niveles emitidos en 2019 .
Las emisiones de carbono de las aerolíneas crecieron un 1,5 porciento en Europa el año pasado, aumentaron un 27,6 porciento desde 2013 y a nivel mundial la aviación es responsable del 5 porciento del calentamiento global.
Otro dato que impacta es que más de la mitad de las emisiones globales son responsabilidad del 10 porciento más rico de la población, siendo el transporte el mayor emisor de la Unión Europea. Y como podemos ver en el gráfico, el aéreo ocupa el primer puesto en el 1 porciento de la población más rica y el tercero en el siguiente 10 porciento.