ATR realizó con éxito un vuelo de prueba utilizando 100% SAF en uno de sus motores

Andrés Poleri

ATR realizó con éxito una serie de pruebas en tierra y en vuelo utilizando el 100% de combustible de aviación sostenible -SAF, por su sigla en inglés- en uno de los dos motores de un ATR 72-600.

El combustible utilizado para las pruebas fue el Neste MY Sustainable Aviation Fuel, de la petrolera Neste, emite hasta un 80% menos de dióxido de carbono al ambiente y es producido con el 100% de materias primas renovables y residuales como el aceite de cocina usado. 

El trabajo de ATR está orientado a lograr la certificación de sus aeronaves para operar con el 100% de combustible de aviación sostenible. Actualmente sólo es posible utilizar hasta un 50% de SAF mezclado con combustibles fósiles convencionales, pero la tendencia apunta a que en el corto plazo se puedan realizar vuelos completamente alimentados con combustible sostenible. 

La compañía franco-italiana aseguró en un comunicado que “los combustibles de aviación sostenibles son un pilar clave de la estrategia de descarbonización de la industria de la aviación, con un impacto inmediato en la reducción de las emisiones de CO2. Se espera que un ATR que vuele en una ruta regional típica con 100% SAF en ambos motores reduzca las emisiones de CO2 en un 82%”.

Stefano Bortoli, director ejecutivo de ATR, declaró que “como líder del mercado regional, nuestro objetivo es liderar el cambio hacia la descarbonización. Los turbohélices ATR, que ya emiten un 40 % menos de CO2 que los aviones regionales de tamaño similar, son la plataforma ideal para ofrecer avances significativos en la reducción de las emisiones de CO2. El logro de este gran hito demuestra que estamos totalmente comprometidos a hacer posible el uso del 100% de SAF y ayudar a nuestros clientes a cumplir sus objetivos para proporcionar enlaces aéreos aún más sostenibles, no en 2035 o 2050, sino en los próximos años”.

El SAF es una de las principales apuestas de la aviación para descarbonizar las operaciones a corto plazo. Si bien no es una solución definitiva, es la tecnología que se puede adaptar con mayor rapidez a la industria, dado que no requiere modificaciones ni en las aeronaves ni en la infraestructura de distribución de combustible. 

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