La volátil escalada de la guerra entre Ucrania y Rusia llegó a un punto en que la conectividad aérea de ésta con el resto de Europa ha llegado a un punto mínimo histórico.
El cierre del espacio aéreo en la Unión Europea obliga a las compañías rusas a cancelar sus vuelos a otros países del Viejo Continente con excepción de Bielorrusia.
S7 Airlines fue la primera en anunciar la suspensión de sus operaciones hasta el 13 de marzo. Es la mayor compañía privada de Rusia y operaba en más de 20 ciudades de Europa (España, Alemania, Italia, Francia, Austria, Chipre y Grecia).
Ural Airlines, una de las mayores low cost de Rusia, también suspendió todos sus vuelos a Europa en la última hora del sábado 26 de febrero.
Ahora, Aeroflot, junto con Pobeda y Rossiya, fueron las últimas en anunciar la suspensión de todas sus operaciones a destinos europeos.
«A raíz de las restricciones concernientes al espacio aéreo, aplicadas por las autoridades europeas, Aeroflot suspende a partir del 28 de febrero de 2022 y hasta nueva orden sus vuelos hacia el conjunto de los destinos europeos», indicó la compañía en un comunicado publicado el domingo por la noche.
Otras aerolíneas como Nord Wind, Royal Flight y Azur Air, que operan bajo la modalidad charter, han recibido un aumento de las cancelaciones de sus reservas a raíz de la incertidumbre de los viajes internacionales.
Según las agencias de turismo de Rusia, se estima que hay más de 150.000 turistas rusos a nivel mundial que necesitarán buscar vías alternas para regresar a su país.
Rusia a su vez tomó medidas recíprocas prohibiendo el uso de su espacio aéreo a aerolíneas europeas.
Los gobiernos de diferentes países instan a sus connacionales abandonar el país euroasiático ante la disminución de los vuelos.
Las aerolíneas rusas también continúan cancelando vuelos a aeropuertos en la región fronteriza con Ucrania, así como partes del sur de Rusia y Crimea, ya que todas o parte de las regiones de información de vuelo afectadas permanecen cerradas a la aviación civil.
Esta situación provoca que los tiempos de vuelos hacía Turquía, por ejemplo, se incrementen en un 40%, dado que deben desviarse incluso hasta el espació aéreo de Kazajistán.
Por otro lado, las aerolíneas europeas y asiáticas deben incrementar un 20% el tiempo de vuelo para conectar ambos continentes ante el cierre del espacio aéreo.