Hay una sola cosa cierta en la industria aerocomercial: Alitalia, en cualquiera de sus formas, jamás dejará de sorprender. Cuando el 31 de agosto el estado italiano descartó la oferta de MSC-Lufthansa para iniciar negociaciones exclusivas con el grupo Certares y Air France-KLM, en el fondo nadie se sorprendió del todo.
La propuesta de Certares parecía dejar más satisfecho al tesoro italiano: la valuación de Certares -700 millones de euros por el 50,1% de las acciones y un compromiso de capitalización de 600 millones adicionales- sonaba mucho mejor que los 850 millones por el 80% que ofrecían MSC y Lufthansa.
Además, los compromisos que asumió Certares en relación con el control y toma de decisiones le permite al estado mantener alguna carta de poder en el futuro de la empresa. Una condición inaceptable para Frankfurt y su socio.
Sin embargo, de acuerdo con lo reportado por Leonard Berberi del Corriere della Sera, Carsten Spohr no está dispuesto a abandonar la idea de crear la base sur del grupo Lufthansa en Roma. Pero sólo volverá a la mesa de negociaciones cuando la intención sea una privatización completa de la aerolínea.
«La inversión puede ocurrir sólo si existe una verdadera privatización, no un sistema de cogobierno público-privado» dijo Spohr, quien citó los casos de éxito de Swiss, Brussels Airlines y Austrian Airlines, quienes volvieron a la senda de la ganancia sólo cuando la participación accionaria de Lufthansa llegó al 100%.
Lufthansa, dice Spohr, observará con atención el proceso de negociación en curso y esperará que no se concrete un acuerdo para volver a la carga sobre ITA Airways. Las chances de entrar en la aerolínea tras una eventual firma dependerán de convencer a Certares a vender -por un precio más alto, imaginamos- si la apuesta sale bien o a comprarla por monedas si la nueva Alitalia repite el ciclo de sus iteraciones previas. Como siempre, habrá que esperar para ver.