La aerolínea de bandera portuguesa, TAP, está volviendo a un viejo dilema y, de nuevo, al centro de las discusiones del gobierno.
TAP fue, durante muchos años, deficitaria y, tras mucho debate, en 2015 fue “privatizada”, vendiéndose gran parte de la empresa a Atlantic Gateway, grupo cuyo socio era el brasileño David Neeleman, quien había fundado la compañía WestJet, JetBlue y Azul, aerolíneas de gran éxito en las Américas.
Después de varios años de inversiones, mayor colaboración con las hermanas americanas, renovación de flota y servicios, TAP aún no había alcanzado el nivel de rentabilidad previsto en su plan de negocio y el gobierno portugués seguía tomando decisiones de empresa, ya que controlaba la mitad de las acciones, frente al 45% de los brasileños y el 5% de los empleados.
Entre estas disputas y la inesperada rentabilidad, Neeleman ya planeaba dejar la empresa con la venta de su participación, pero llegó la pandemia y lo aceleró todo. Sin pasajeros con fronteras cerradas, la empresa languideció y el gobierno decidió ayudarla, considerándola de interés nacional, y así la estatizó.
Desde el momento de la reanudación del control total por parte del Estado portugués, el plan era revenderla (o una parte) al control privado. Ahora, se acerca el momento y no se sabe cómo resultará. El partido Chega! exigió que el ministro de Infraestructura de Portugal, Pedro Nuno Santos, acuda al congreso para explicar los rumores de que la aerolínea sería privatizada por completo, según informó el diario O Público y recoge nuestro medio asociado en Brasil, AEROIN.
Para el partido, si eso ocurre y el Gobierno portugués no es accionista, contradiría el propio discurso de que lo renacionalizó con dinero público alegando un mayor interés nacional.
Por otro lado, la forma antigua, de sociedad de capital mixto, no agrada a los inversores por la falta de flexibilidad en la toma de decisiones. La mala experiencia de Neeleman, muy respetado en la industria, podría alienar a los compradores potenciales, que no quieren lidiar con la burocracia portuguesa.
Este es otro problema que Portugal debe resolver pronto y está relacionado con otro: la necesidad de un nuevo aeropuerto, ya que Portela ya no maneja el tráfico de Lisboa, y esto ha obstaculizado el propio desarrollo de TAP.
En septiembre, según datos obtenidos a través de Cirium, TAP tiene una oferta de 1.707.693 asientos en su red, lo que representa una recuperación del 83% frente a los niveles del mismo mes de 2019, previo al estallido de la pandemia.