Ante la falta de avance de la administración Biden en aprobar la venta del F-16 Block 70 Viper a Turquía, el presidente Erdogan consideraría comprar nuevos cazas de proovedores alternativos.
Los planes de modernización de la gran flota de F-16 turcos incluyen la implementación del proyecto ÖZGÜR para actualizar 35 F-16 bloque 30 con tecnología propia y la compra de 80 kits de modernización Viper (para F-16 de bloques posteriores) así como 40 F-16 block 70 nuevos de fábrica a Lockheed Martin.
Dichos planes fueron apoyados por Washington durante la cumbre de la OTAN en Madrid, celebrada a finales de junio, luego de que Ankara levantara el veto al ingreso de Finlandia y Suecia en la Alianza.
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Incluso el presidente norteamericano Joe Biden le prometió a su homólogo Recep Tayyip Erdogan, que haría todo lo posible para que los F-16 Viper lleguen a Turquía. “Necesito la aprobación del Congreso para hacer esto y creo que puedo conseguirla” le aseguró Biden a Erdogan personalmente en Madrid.
Pero según fuentes periodísticas turcas, Erdogan admite que las negociaciones no avanzan como se esperaba, en parte, porque el sector republicano del Congreso norteamericano no apoya la venta.
Un aliado “complicado”
Si bien la situación del flanco sureste de la OTAN siempre fue compleja, dadas las tirantes (con esporádicas escaladas de agresión) relaciones entre Grecia y Turquía, en los últimos años la situación fue empeorando, a medida que tanto Atenas como Ankara han subido el tono de confrontación sobre la soberanía disputada de las islas del mar Egeo.
Para aprobar la venta, el Congreso de los EE.UU. quiere asegurarse de que los F-16 no violaran la integridad territorial griega, pero como esos mismos bordes son el objeto de la contienda, Ankara habría rechazado esa condición, ya que podría entenderse como un reconocimiento de facto de la soberanía de Atenas sobre la casi totalidad del mar Egeo.
Por otro lado, aún nadie olvidó que Turquía fue objeto de sanciones y resultó expulsada del programa JSF F-35, del que fue uno de los socios originales y tenía encargados más de 100 aviones, tras la compra y activación de los sistemas de defensa aérea rusos S-400. Y recientemente surgió la información de que Ankara estaría encargando una segunda batería de estos misiles.
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Suministradores alternativos a EE.UU.
Durante una conferencia de prense, el presidente Recep Tayyip Erdoga señaló que “no es solo Estados Unidos el que vende aviones de combate en el mundo. Inglaterra vende, Francia vende, Rusia vende, es posible obtenerlo desde cualquier lugar. Para esto, hay algunos que ya nos envían señales”.
Si bien Rusia viene tratando de ampliar la cooperación militar con Turquía desde hace años, ofreciendo el Su-35 y el Su-57, parece difícil que mientras dure la guerra en Ucrania, algún país se arriesgue a una lluvia de sanciones por ir de compras a Moscú. Si la adquisición del S-400 resultó en la expulsión del programa F-35, ¿qué consecuencias podría tener para Ankara una compra de material militar ruso hoy día?
La mención a Francia también resulta muy extraña, ya que hoy por hoy Atenas y París tienen una suerte de alianza estratégica en el Egeo y Mediterráneo oriental, en oposición a los intereses turcos. Y esta sociedad se evidencia en la reciente adquisición de 24 Dassault Rafale para la Fuerza Aérea Helénica y de fragatas francesas para la Armada griega.
Sin embargo, el Eurofighter Typhoon promovido por el Reino Unido sí que tendría chances realistas de conseguir un contrato en Turquía, ya que compañías británicas como Rolls-Royce y BAE Systems están interesadas en participar del programa TF-X, el avión de combate de quinta generación que está desarrollando Turquía.
Otro motivo es que Ankara sigue con interés el desarrollo del programa Tempest para un sistema de dominio aéreo de sexta generación, y podría pedir ingresar en el equipo a futuro. Finalmente, al tratarse el Typhoon de un caza producido por países miembros de la OTAN, su compra no dispararía ningún tipo de sanciones o malestar dentro de la alianza.
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Sin dudas las palabras de Erdogan tienen como finalidad presionar al Congreso norteamericano para que liberen la venta de los F-16 Viper, pero si los cazas norteamericanos le siguen siendo esquivos, la alternativa está planteada.