El 18 de octubre la Cámara de los Comunes (Congreso/Parlamento canadiense) volverá a sesionar y deberá elegir 2 finalistas para el programa FFCP para reemplazar a sus CF-18 Hornet, entre las propuestas de Lockheed Martin, Boeing y Saab.
Según el medio canadiense Rabble, si bien hasta la fecha hubo un relativo consenso entre los principales partidos políticos de la Cámara de los Comunes sobre la necesidad de la compra de nuevos aviones de combate (reemplazo que lleva 10 años de retraso), esta aparente armonía podría fracturarse porque cada bando tiene su caza favorito, y tratará de imponerlo.
A principios de este mes, se consultó a tres personas de la industria que tienen conocimiento de la competencia entre Lockheed Martin, Boeing y Saab por el contrato de U$S 15.000 millones del Proyecto sobre la Capacidad del Caza Futuro (FFCP). Dos de ellos creen que el Saab Gripen será retirado del concurso este otoño, quizás en unas semanas. Y los tres creen que la respuesta final -la elección entre el F-35 y el F/A-18- se dará en cinco meses, probablemente en marzo de 2022.
Fisuras que podrían convertirse en fracturas
Como fue señalado arriba, la elección de un reemplazo de los CF-18 lleva acumulada una década de retraso y la Real Fuerza Aérea Canadiense (RCAF) tuvo que improvisar en fechas recientes una serie de medidas (programa de modernización y compra de Hornet ex australianos) para mantener una capacidad de combate creíble, a la espera que se concrete el programa FFCP. Las rispideces surgen porque no hay consenso político sobre cuál es el mejor candidato.
En julio de 2010, los conservadores de Harper anunciaron que Canadá compraría el F-35. No se sabe si esta es la preferencia de los conservadores bajo el mando de Erin O’Toole, pero sin duda estarán preparados para ganar puntos si se reivindica la decisión de Harper.
En octubre de 2015, los liberales de Trudeau afirmaron claramente en su programa electoral: «No compraremos el cazabombardero furtivo F-35». Si ahora se decantan por el F-35, tendrán que contrarrestar el ataque de los conservadores por este cambio de rumbo y los más de 10 años de retraso.
Si los liberales se decantan por el F/A-18 E/F Super Hornet, tendrán que enfrentarse a los militares canadienses, que desde hace tiempo son partidarios del F-35.
Y el Nuevo Partido Democrático (NDP) quiere «garantizar los máximos beneficios industriales y puestos de trabajo» con la compra, y el que podría ser el principal contendiente en ese aspecto –la jugosa propuesta de Saab del Gripen para Canadá– podría ser retirado de la competencia en cuestión de semanas.
Una decisión en marzo a favor del F-35 también podría desatar la agitación política, por el asunto de los grandes costos de mantenimiento y hora de vuelo, que tanto malestar causan a la USAF y en el Reino Unido. Aunque desde Suiza argumentaron lo contrario.
La Real Fuerza Aérea (RAF) ya ha reducido el número de F-35 que planeaba comprar debido a los costes de mantenimiento, mientras que la Fuerza Aérea de Estados Unidos (USAF) está negociando intensamente con Lockheed Martin para bajar el costo de la hora de vuelo de sus F-35A(la compañía se comprometió a llevarlo a U$S 30.000 para el 2023).
Si el gobierno liberal opta por el F-35, podría enfrentarse a una presión similar para reducir su plan de compra de 88 aviones de combate a la cifra original de compra de los conservadores de 65 unidades. De nuevo, incertidumbre y potencial de recriminación en la cámara.
Aunque el precio de compra de 15.000 millones de dólares (con un costo global del programa de U$S 60.750 millones) no ha levantado demasiadas cejas durante las anteriores fases del concurso, eso podría cambiar con el informe del responsable parlamentario del presupuesto a principios del próximo año y la firma del contrato.
También está la opinión de que el F-35 es menos adecuado para la defensa del Ártico (por lo que no sería la mejor opción para quienes sostienen que los cazas son esenciales para impedir que los bombarderos rusos y chinos entren en espacio aéreo canadiense), sino que está más orientado a las misiones de ataque a superficie, también podrían empezar a plantearse cuestiones sobre la eficacia del militarismo, especialmente tras lo ocurrido en Afganistán.
En opinión de Brent Patterson, autor del artículo original, estas son algunas de las cuestiones que tendrán que ser tratadas en el Parlamento a partir del 18 de octubre.
Dado que el actual Gobierno de Trudeau podría llegar a perder las próximas elecciones en el 2024 y que la entrega de los primeros cazas no se espera hasta el 2025, todavía hay muchas incógnitas y un terreno difícil para que esta compra atraviese la línea de meta.
Aunque la compra de aviones de combate no fue un tema polémico en las pasadas elecciones, es probable que esa relativa paz política se ponga a prueba en los próximos meses, a medida que el proceso de concurso concluya y la decisión del Gobierno se enfrente a un nuevo escrutinio.
Porque los grandes programas de armamento siempre tienen aspectos políticos que pueden ser tanto o más definitorios que los argumentos técnicos o económicos, para orientar la decisión hacia uno u otro lado.