En una historia que parece repetirse cada vez más a menudo, Boeing tiene que lidiar con un nuevo problema en su 787 Dreamliner. Este es el último de una serie de errores de producción que han retrasado las entregas de unidades y han provocado un mayor escrutinio por parte de la Administración Federal de Aviación.
El nuevo problema, de acuerdo a lo reportado por el Wall Street Journal, afecta a ciertas piezas de titanio que, producto de un defecto, son más débiles de lo requerido por el diseño de la aeronave. De acuerdo a fuentes con conocimiento del problema, este afectaría a las unidades construidas en los últimos tres años.
Un vocero de la empresa señaló que «Boeing está llevando adelante mejoras en el proceso de producción, elevando sus estándares a pesar de las interrupciones operativas. Hemos reforzado nuestra atención a la calidad». También señaló que la empresa anima a a sus empleados y proveedores a manifestar cualquier problema que observen. El portavoz de la empresa dijo que «reportar los problemas es el primer paso hacia su solución».
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Boeing y los entes reguladores, luego de analizar el caso, han determinado que el nuevo problema «no supone un riesgo para la seguridad de los aviones que operan actualmente». Sin embargo, la compañía procedió a realizar reparaciones sobre dos aviones -aún no entregados- que habrían tenido que quedar en tierra por contener un elevado número de estas piezas débiles. De acuerdo a fuentes de la compañía, Boeing no planea reanudar las entregas de Dreamliners hasta, como pronto, noviembre.
¿Problemas puntuales de producción, o de cultura industrial?
La novela 787 comenzó a fines de 2020, luego de que se descubrieran pequeños huecos entre secciones del avión que podrían provocar fatiga prematura de materiales. Con motivo de esto, la FAA quitó a Boeing la capacidad de auto-aprobar sus aeronaves y emitir sus certificados de aeronavegabilidad. Si bien la Administración encuentra «alentadores» los intentos de Boeing de abordar los problemas de producción, esto aún no satisface los requisitos del organismo.
La FAA informó a Boeing que «se había retrasado en la resolución de 48 puntos informados en septiembre y que afectaban a varios aviones.» Según el organismo «dichas aeronaves no cumplían con los estándares mandados por normas federales». Los problemas están relacionados con elementos diversos como el grosor de la pintura o la resistencia de la unión entre los parabrisas y el fuselaje. Según fuentes de la industria, Boeing llevaría resueltos más de una cuarta parte de los problemas.
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El escrutinio por parte de la FAA también ha buscado evitar que queden restos de fábrica dentro de los aviones. A principios de 2020, se habían encontrado remanentes del proceso productivo en casi dos tercios de los depósitos de combustible de los aviones 737 MAX fabricados. Estos elementos -entre los que se contaban herramientas y trapos- podrían afectar la seguridad en vuelo. Pese a esto, Boeing señaló que durante 2020 había logrado reducir el total de objetos extraños en un 60% en comparación con el año anterior.