Cuando llegó la invitación de Copa, lo primero que uno piensa desde el punto de vista del pasajero es que siete horas y pico arriba de un 737-800 en económica es difícil hasta de imaginar.
Pero desde el contenido, era una oportunidad inmejorable para probar de primera mano una de las tendencias irreversibles de la aviación comercial y uno de los factores que hizo que Copa Airlines funcione como funciona.
La mañana de un lunes siempre es complicada pero el feriado ayudó a que el tránsito estuviera particularmente fluido: menos de media hora tomó llegar a Ezeiza desde zona oeste del Gran Buenos Aires. El vuelo CM364 tenía hora de salida 12:01 y a las 9:04 llegué a la fila de check-in de Copa. Los requisitos, súper simples: Vacunación completa (me di la cuarta dosis el lunes 13 de junio, pero se considera completo con las dos dosis originales) y el QR de declaración jurada de ingreso a Panamá.
Un check in muy veloz y a tomar un café. A las 10am encaré para el área de embarque. Seguridad muy rápido, migraciones no tanto: se había juntado la salida a Madrid, Barcelona, Londres y nosotros. Aun así, el proceso fue fluido y el oficial de migraciones que me tocó a mí, muy amable. Más teniendo en cuenta que su turno -me contó- había arrancado de madrugada.
En el check-in me habían dicho que estaba en la lista de upgrades. Cuando me acerqué a la puerta, justo me estaban llamando: por suerte, lo confirmaron y probaría la Business de Copa en este vuelo, sentado en el 4F. Veremos qué tan distinta es la experiencia en esta clase de asientos.
A las 11:25 ya estaba arriba del avión en un proceso que fue rápido y ordenado. Por lo que pude ver, la ocupación del 737-800 fue altísima. Un vaso de jugo mientras se completaba el embarque y unos diez minutos antes de la hora de salida el avión inició el pushback. Le iba a llevar un ratito porque estábamos en la posición 1 y había que cruzar toda la plataforma.
No se desaprovechó ni un segundo: se dejaron ver los A350 de Iberia e ITA, el 787-9 de Air France, el 787 de American Airlines, el A330 de LEVEL y la imponente Reina de los cielos: el 747-8i de Lufthansa. En el despegue se dejó ver apenitas otro 747 famoso: el de Emtrasur Cargo, retenido y alejado de la plataforma operativa.
Poco después del despegue, tras haber cruzado la Ciudad de Buenos Aires de sur a norte, la tripulación de cabina se acercó y nos presentó las opciones de almuerzo. Elegí una cacerola de carne -estofado también vale, lector- con vegetales asados, mayonesa de ave y ensalada. Mientras esperaba la bandeja, un vaso de gaseosa y unas almendras tostadas muy ricas.
Aproveché para jugar con el asiento, y la verdad es que es muy cómodo para el viaje que se hace: reclina en buen ángulo, el apoya pies es cómodo, es ancho y la distancia al asiento de adelante es muy generosa. Los apoyabrazos guardan el sistema de entretenimiento, y este es uno de los pocos puntos flojos de este avión: el IFE, tanto en contenido como en prestaciones, se queda un poco corto.
Catálogo reducido y una pantalla táctil que no responde adecuadamente a lo que uno quiere hacer, tanto por velocidad de respuesta como por la falta de precisión de los botones. En los MAX este sistema cambió (prometo la review del 737-9 que usamos en el viaje de vuelta), pero la experiencia de usuario mata cualquier buena intención y tal vez este producto (737-800) merezca una renovación de lo que se ofrece al pasajero. No pude ver los de Económica, pero no deben diferenciarse mucho de lo que está instalado en Business. Lo que sí es destacable es la información de vuelos de conexión: para el esquema de negocios de Copa, información fundamental.
Un ratito después de las almendras llegó el almuerzo: rico en líneas generales, abundante y variado. La carne no descolló, pero los vegetales asados estaban muy muy buenos. Entre las opciones de bebida, encontré un saludable punto medio: una Corona. Porque con cierta moderación, los gustos hay que dárselos en vida.
Apenas dos horas y media después de haber despegado ya el punto principal del servicio estaba cumplido. La tripulación se encargó de los 16 asientos de la clase con eficiencia y amabilidad.
Mientras la cerveza empezaba a sugerir fuertemente una siesta -ya estoy viejo y se empieza a notar en estos pequeños detalles- y con cinco horas de vuelo por delante, repasé las razones del éxito de Copa en su estrategia de conectividad continental. Y la verdad es que tiene sentido.
Copa copia un modelo exitoso, pero con una importante salvedad: al adaptarlo a la realidad de la región, lo hace propio. La operación de un modelo hub & spoke no es nueva: existe desde hace mil años y con exponentes claros a nivel global. Piensen en cualquiera de los tres grandes de Oriente Medio. Pero allí donde el lujo es una parte central de la experiencia para hacer un sistema Hub & Spoke más tolerable, Copa prioriza la eficiencia.
La posición geográfica privilegiada de Panamá hace el resto, pero Copa elige no complicarse la vida con los aviones de doble pasillo para un pasajero promedio que no piensa en el lujo para que lo trasladen del punto A al punto B. Busca conexiones múltiples, buenos precios, buen servicio. Y en ese sentido, Copa cumple. Lo que es un montón.
No son pocos los que creen que un viaje tan largo en un avión de pasillo único roza la tortura. Puede que no sea la experiencia menos claustrofóbica del mundo, pero a menos que usted se la pase correteando por el avión porque no hay forma de que se quede sentado en el asiento que le asignaron, la diferencia la hacen otros detalles, no la cantidad de filas y asientos.
En un punto, si lo piensa, es ventajoso: menos pasajeros en su vuelo resulta en menos gente haciendo la misma cola para recoger su equipaje, hacer el trámite de migraciones correspondiente o tomar el transporte que lo saque del aeropuerto. Por otro lado, es la dirección hacia la que va la industria: mientras más eficientes son los narrowbody, más cantidad de rutas punto a punto.
Ahí es donde Copa mostró su inteligencia: exprimir al máximo un 737 haciéndolo llegar a Buenos Aires era impensado hace 10 o 15 años. Tanto el -800 en el que escribo estas líneas como el -9 que me devolverá a Argentina constituyen la primera línea de una operación sensata y con los deseos del pasajero sensato en primer lugar. Porque no perdamos de vista ese detalle: tanto usted lector como yo y como la gran mayoría de viajeros en el mundo, pedimos esto. Y lo pedimos sabiendo qué implicaba.
La masificación del transporte aéreo se hizo posible desde lo tecnológico y desde lo cultural: hoy nos subimos a un avión pagando una fracción de lo que costaba un pasaje hace 20 años -independientemente del modelo de negocios- porque no hacen falta mastodontes de 400 plazas y cuatro motores para unir el punto A con el punto B. Cuatro motores para la distancia, 400 pasajeros para repartir el costo.
Y si bien hay excepciones a la regla, justamente son eso: excepciones. Hace 70 años un viaje a Europa implicaba tres escalas con suerte. Hoy, salvo alguna situación muy específica o que sea alguno de nosotros que disfruta de pasarse horas haciendo conexión porque sí, es impensado superar las dos escalas para llegar a cualquier lado desde cualquier lado.
Desde que se inventó el ETOPS se acabaron los guapos, dice el refrán, y es un poco cierto. Motores con mejor consumo y mejor potencia permitieron volar más lejos a menor costo. El Airbus A321XLR y el 737-10 (si llega a la fiesta a tiempo, aunque el boliche ya está por poner los lentos y todavía no entró) serán los exponentes más perfectos de ese equilibrio.
Pedimos volar barato y directo y se nos concedió: el siguiente paso de la evolución era adaptar el interior de los aviones a la nueva realidad. Más asientos en el mismo fuselaje. Menos lujos, ancillary services a la carta, pagar por el uso. La industria cambió el foco del servicio que justificaba el precio del pasaje a, bueno, un precio del pasaje que justifica el servicio. Y en el fondo, no está mal.
Copa toma toda esta discusión cuasi filosófica y la plasma en un servicio que es sensato y correcto. No le sobra nada, no le falta nada. Cumple con las expectativas de aquellos que tienen claro este paradigma. Para quienes conservan la nostalgia del servicio de príncipes, claramente que hay opciones de larga distancia en doble pasillo que, por el precio correcto, los llevarán a una experiencia de ensueño.
En el contexto de la región, con operadores entrando al segmento low-cost de larga distancia y con operadores legacy que sufren hoy de una crisis de competitividad que deberán resolver en lo inmediato, Copa se ubica en un saludable término medio: un servicio cómodo, correcto e inteligente.
Y no escribiste cuánto cuesta el boleto!!!!
INCÓMODO TERRIBLE !!! LAS PIERNAS NO ME ENTRABAN EN EL ESPACIO DE MI ASIENTO Y EL DE ADELANTE…. PADECÍ EL VUELO COMPLETO JAMÁS PUDE DORMIR, IBA SENTADO TOTALMENTE RECTO MI CUERPO EN UN ÁNGULO DE 90* …. NUNCA MÁS JAMÁS EN MI VIDA PAGO UN VUELO POR COPA. IRRECOMENDABLE
Pablo, gracias por la reseña. Que opciones de bebidas alcoholicas había ademas de la Coronita? Saludos!