Tras recibir con alivio el visto bueno de la Administración Federal de Aviación de Estados Unidos (FAA) para reanudar las entregas del Boeing 787 Dreamliner, el fabricante estadounidense hace planes para ajustar al alza los ritmos de producción del modelo, aunque tiene un centenar de ellos aparcados a la espera de ser entregados. No sólo eso, sino que el mismo camino debería seguir el Boeing 737 MAX.
La información fue compartida por los analistas de Morgan Stanley, que prevén que la producción del avión de pasajeros 737 MAX aumentará un 13%, hasta una media de 35 al mes, en la segunda mitad del próximo año. Por su parte, el mismo banco cita que la producción de Boeing 787 también aumentará, esta vez de tres a seis al mes para finales de 2023.
Por un lado, Morgan Stanley también presentó un posible revés para Boeing, diciendo que la compañía se enfrenta a riesgos en su cadena de suministro que limitarán su capacidad para satisfacer la fuerte demanda de las aerolíneas. Los analistas advirtieron que la escasez de motores podría afectar negativamente a la producción del 737 MAX. Además, existen incertidumbres acerca de los trabajos adicionales en los 787 de su inventario.
Y por otro, ahora con una previsión optimista, el banco añadió que el MAX también tiene el potencial de aumentar los pedidos, especialmente en China, ya que su principal rival, la europea Airbus, ha alcanzado su límite de producción de aviones de pasillo único en 2028. Para ello, sin embargo, Estados Unidos y China deben estabilizar sus relaciones comerciales.