De acuerdo con un reporte de Dominic Gates para The Seattle Times, la Agencia Europea de Seguridad Aérea (EASA), autoridad encargada de regular la aviación civil en Europa, podría demandar que Boeing realice efectivamente las modificaciones de seguridad actualmente en debate para los 737 MAX 7 y 737 MAX 10, más allá de lo que decida el Congreso de los Estados Unidos al respecto.
La senadora demócrata Maria Elaine Cantwell presentó la semana anterior un proyecto de ley que facilitaría el camino para que ambas aeronaves puedan entrar en servicio sin los cambios que la Administración Federal de Aviación (FAA) demanda actualmente, aunque con condiciones. La enmienda exigiría a todas las aerolíneas estadounidenses adoptar dos mejoras como condición para otorgar al fabricante un plazo adicional para certificar las variantes, que aún no operan comercialmente.
No obstante, otros congresistas pretenden conceder esa excepción a Boeing sin requerimientos adicionales. En caso de que esa iniciativa prime por sobre la de Cantwell, las aerolíneas europeas probablemente deberán cumplir normas más estrictas que las estadounidenses.
En enero de 2021, cuando EASA aprobó la reanudación de las operaciones de los Boeing 737 MAX 8 y MAX 9 tras casi dos años en tierra, agregó una condición que el regulador estadounidense no había solicitado. Para lograr la reintroducción de los aviones, Boeing acordó implementar dos mejoras de seguridad para el 737 MAX 10, que luego se aplicarían a los MAX 8 y MAX 9 ya en servicio.
Los cambios consistían en la mejora del sistema de medida del ángulo de ataque y la adaptación de un interruptor que permitiría a la tripulación silenciar un stick shaker (advertencia de entrada en pérdida) erróneo. Actualmente, Boeing prueba ambas actualizaciones en la variante de mayor tamaño de la familia.
¿Qué será de las variantes 737 MAX 7 y MAX 10?
En el contexto actual, una enmienda del Congreso sería la única alternativa que permitiría a Boeing obtener la certificación de las variantes MAX 7 y MAX 10 con los actuales sistemas de alerta. No obstante, aún no es seguro que la propuesta presentada por Cantwell avance. La prórroga despierta voces a favor y en contra, tanto en la Cámara de Representantes como en el Senado.
De una u otra forma, lo que está en juego en esta decisión es clave para Boeing. Si obtiene una extensión del plazo podría finalmente lograr la certificación de los 737 MAX restantes. En caso contrario, el fabricante debería rediseñarlos para cumplir con los nuevos requisitos o incluso cancelar ambas variantes. Más allá de los avatares del proceso, y a pesar del futuro aún incierto de dos de sus variantes, Boeing continúa encontrando clientes interesados en los 737 MAX.
Cantwell, representante por Washington en la cámara alta del Congreso de los Estados Unidos, dijo que la enmienda no fija ningún plazo para la certificación y exige que las readaptaciones se completen en un período de dos a tres años. En ese sentido, aclaró que «la seguridad debe ser el objetivo, y no una fecha».
La propuesta de la senadora vincula la cuestión sobre la extensión del plazo para lograr la certificación de los MAX 7 y MAX 10 con la posible exigencia de adaptación de las mejoras de seguridad del MAX 10. En caso de contar con el apoyo de suficientes legisladores, ambas cuestiones podrían resolverse conjuntamente. Sin embargo, también es posible que los cambios del MAX 10 se traten por separado en un futuro próximo si el Congreso aprueba la prórroga sin condiciones.
En caso de que el regulador europeo demande las adaptaciones, sus pares al otro lado del Atlántico podrían verse obligados a exigirlas también.