– «¿Lobster or beef?», me preguntaron.
– «Lobster», por supuesto, respondí yo, para recibir 10 segundos después una prolija bandeja con la langosta acompañada por langostinos y una ensalada de repollo, tomates, zanahoria, morrón y alcauciles, junto a un bowl con frutas.
Hasta ahí, nada muy fuera de lo común a cualquier servicio en Business, por una salvedad: quien me alcanzó la bandeja era el CEO de una de las aerolíneas más grandes del mundo: Oscar Munoz.
Luego de setenta y dos horas alucinantes en Seattle, parecía que ya nada mas podía sorprenderme. Y si bien la visita a la planta de Boeing fue un sueño hecho realidad, si poder hacer algunas preguntas al director de Boeing Commercial Airplanes fue un logro profesional inigualable, si recorrer los pasillos del Pike Place Market fue una experiencia refrescante, lo más surreal fue ese momento en el que la máxima autoridad de United Airlines me estaba sirviendo mi almuerzo a bordo de un flamante Boeing 777-300ER mientras sobrevolábamos Salt Lake City…..¿cómo llegué hasta ahí?
Ya se los había adelantado en una nota que publiqué el 30 de abril. Esa noche partí rumbo a Seattle (via Houston) para participar de la entrega de un nuevo 777-300, invitado por United Airlines.
Las actividades oficiales empezaron el miércoles 2 de mayo a las 15:00, cuando nos citaron a todos los invitados en un salón del Fairmont Olympic Hotel, ¿quiénes estábamos? Más de 160 empleados de United Airlines de toda Latinoamérica que la compañía llevó hasta Seattle para celebrar los importantes lazos con la región, y tres «intrusos»: una periodista brasileña, otra mexicana, y yo.
Algunos minutos después subimos en diferentes colectivos que nos llevarían hasta Everett, 60 kilómetros al norte de Seattle, para conocer la monstruosa planta en la que Boeing ensambla toda su línea de aeronaves de fuselaje ancho, y participar de la cena de celebración por la recepción de este nuevo Boeing 777-300ER, el decimoséptimo en su flota, que además incorpora los nuevos asientos de Polaris Business Class.
La visita a la planta de Boeing duró alrededor de una hora y media, luego de la cual fuimos hasta el Future of Flight Museum, ubicado al otro lado del Delivery Center (en donde las aerolíneas toman oficialmente posesión de cada nueva aeronave).
En el museo, que alberga una imperdible exposición sobre el pasado, presente y futuro de la aviación, hicimos una pequeña escala en la Boeing Store, donde todos los invitados habremos gastado el equivalente a una importante fracción del costo del 777.
Y después llegó la hora de acercarnos a la estrella del día, al reluciente Boeing 777-322ER matrícula N2747U.
Ya lo puse en Twitter durante la cobertura que realicé en vivo de todo el viaje bajo el hashtag #UnitedSeattle (que, por cierto, obtuvo más de medio millón de visualizaciónes, ¡gracias!): ¿identifican el aroma que tiene un auto nuevo cuando se suben? Bueno, multiplíquenlo por diez mil. Además, saberse entre las primeras personas que abordan una aeronave de las miles que lo harán en las próximas décadas genera emociones muy significativas para quienes amamos la aviación.
Este 777-300ER de United es uno de los cuatro adicionales que la compañía pidió a finales de 2017, además de los 14 nuevos incorporados para entonces, y tiene la particularidad de ya traer instalada la nueva cabina United Polaris, con sesenta asientos que implican una mejora significativa para la experiencia del pasajero, principalmente en lo que se refiere a obtener un buen descanso a bordo, un concepto clave sobre el que gira la nueva marca.
Con el atardecer llegando al pacífico noroeste de los Estados Unidos, empezó a tomar forma la cena de gala para festejar la recepción de esta aeronave junto a la gran fuerza que mueve a United en Latinoamérica, región en la que cumplió 50 años de operaciones el año pasado y en la que sirve más de 60 destinos.
Una vez que estábamos todos sentados, y luego del caluroso saludo de bienvenida de Oscar Munoz, llegó la hora de que la aeronave se despida para prepararse para su vuelo de entrega del otro día. La imagen de ella alejándose con el Monte Rainier de fondo fue una de las postales más hermosas que me regaló el viaje.
La noche avanzó mientras comíamos halibut de Alaska y tomábamos bebidas de varios colores y vigores, hasta que llegó el momento cumbre de la firma del certificado conmemorativo por la entrega de la aeronave, firmado por Oscar Munoz, Kevin McAllister (presidente y CEO de Boeing Commercial Airplanes), nuestra localísima Érica Casciana de la base de United en Buenos Aires, y su par de Río de Janeiro, Marcelo Mendonca.
La noche terminó temprano, a las 22, dado que a las 5 de la mañana del jueves estábamos todos en el lobby del Fairmont Olympic. Llegaba el momento de volver hasta Everett para, ahora sí, tomar posesión definitiva del nuevo 777-300ER y llevárnoslo hasta su nueva casa, el George Bush Intercontinental Airport de Houston.
Si bien visitar la planta de Boeing es algo que puede hacer cualquiera que vaya a Seattle, tener la oportunidad de vivir toda la previa a la entrega de una nueva aeronave y, encima después subirte a ella y partir como pasajero desde Paine Field, ufff, es un privilegio reservado para pocos que, en lo personal, con muchas suerte podré volver a experimentar un par de veces más en mi vida, así que estaba determinado a vivirlo al ciento por ciento.
Tras casi una hora de viaje llegamos al Delivery Center, que funciona como una miniterminal con hasta un par mangas para permitir el embarque de los pasajeros. Un detalle: no se puede despachar equipaje, así que todo lo que se lleva debe poder embarcarse de acuerdo a las reglas de la TSA, tanto en tamaño como en lo que respecta a artículos permitidos y prohibidos.
Al pie de 777-300ER tuvo lugar la ceremonia de recepción de la aeronave y sus «llaves», con la presencia de Oscar Munoz y autoridades de United y Boeing, así como de la tripulación a cargo del vuelo de entrega, liderada por el capitán José Pascual, quien además celebró 30 años de carrera en la compañía.
Antes de partir, los más de 160 empleados de United en Latinoamérica que asistieron a la ceremonia posaron al pie de la aeronave (en toda la región la compañía tiene más de 700 empleados).
Y una toma especial para parte del equipo de United en Argentina.
A bordo del nuevo 777-300ER, aún antes de despegar, se vivía un clima de fiesta, muy a tono con la herencia latina de todos los pasajeros.
Rodamos por Paine Field para un tranquilo despegue sobre Seattle, mientras yo me despedía de la mágica planta de Boeing en Everett, sin poderme creer parte de un tipo de vuelo sobre el que tantas otras veces sólo leí en revistas o sitios webs internacionales.
Algunos minutos después del despegue, el noroeste de los Estados Unidos se despedía de nosotros con esta increíble vista del Mt. Rainier.
Pero todavía faltaba lo mejor. 160 colaboradores lationamericanos de United junto a las máximas autoridades de la empresa a bordo de un reluciente 777-300ER en un vuelo de cuatro horas….algo tenía que pasar.
Y, una vez alcanzada la altura crucero, arrancó la fiesta con sabor latino mientras cruzábamos los Estados Unidos de punta a punta. Nada descontrolado y siempre, desde ya, respetando la seguridad del vuelo, pero sí con mucha música y, bueno, algún que otro trencito a lo largo de los pasillos del 777-300 de los cuales, obviamente, Oscar formó parte.
Imágenes imborrables del espíritu de camaradería de gente tan diversa pero hermanada por el amor a una icónica aerolínea como United.
En fin, esta publicación es un breve resumen de toda la experiencia con United en Seattle que será el tema central de Aviacionline durante esta semana, a lo largo de la cual iré publicando notas que cubren en profundidad las diferentes etapas del viaje:
- Reporte de vuelo Buenos Aires – Houston – Seattle.
- Ceremonia de entrega de la aeronave.
- Conociendo el 777-300ER de United.
- La nueva clase Polaris Business.
- Visita a la planta de Boeing en Everett.
- Dejando la vida en Boeing Store.
- Reporte del vuelo de entrega entre Paine Field y Houston.
- Reporte de vuelo Houston – Buenos Aires.
- Y entrevistas a gente de United, desde Oscar Munoz hasta el Capitán José Pascual.
De nuevo infinitas gracias a United por haberme hecho partícipe de tan íntimo y significativo momento para la compañía, a Edelman por la gran gestión y la paciencia, al equipo de United en Argentina y obviamente a todos ustedes que desde hace años siguen el sitio y me han dado siempre el impulso para seguir adelante (va también un GRACIAS para una persona que fue CLAVE en todo esto).