Sobre el borde de la navidad del año pasado, Ryanair estaba en una situación bastante indeseable: sumado al error administrativo -seamos buenos y sigámosle la corriente- que hizo que sus tripulaciones se pasaran de horas anuales y que provocó cientos de cancelaciones, se sumaba la amenaza de paro de los pilotos (los que tenían horas para parar, claro).
Lo tratamos en su momento en esta nota: la amenaza de los pilotos Irlandeses que tenían contrato directo con Ryanair suspenderían las actividades el 20 de diciembre, al inicio del tráfico masivo de navidad, para poder forzar dos cosas: la negociación salarial y la libertad de asociación en sindicatos.
Con la soga al cuello, y si bien en un principio había minimizado la protesta, terminó cediendo en ambos puntos. La recomposición salarial fue relativamente importante. Pero el punto principal, fue que Ryanair acordó iniciar los procesos de reconocimiento de los sindicatos de pilotos, algo que no había hecho en 32 años de historia de la aerolínea.
Lógicamente, la compañía apostó a reconocer las uniones laborales separándolas por país, pero rechazó las solicitudes que se le presentaron para reconocer a un organismo paneuropeo. La cuestión es que el sábado 17, los sindicatos que nuclean a pilotos de Ryanair en toda Europa firmaron un acuerdo de cooperación, lo que se entiende como un paso previo a la coordinación para crear un grupo continental de acción sindical, según dijo la European Cockpit Association.
«Ahora le toca a Ryanair aprovechar esta gran oportunidad para acercarse a sus pilotos y entablar un diálogo social genuino», dijo Dirk Polloczek, presidente de ECA, en un comunicado publicado en Facebook. «Hoy es un día histórico para los pilotos de Ryanair en su búsqueda de condiciones de trabajo justas y equitativas. Y es un gran día para la unidad de la comunidad de pilotos Europea»
Por el lado de la compañía, el siempre polémico Michael O’Leary dijo que Ryanair estaba cerca de concluir acuerdos en España e Italia, pero que estaba teniendo problemas en Irlanda y en Portugal. Lo que O’Leary no dijo es que la unión de sindicatos lo pone en un lugar terrible para negociar condiciones laborales, uno de los puntos débiles de la operación de Ryanair.
Las quejas sobre estas condiciones han sido variadas e intensas durante los últimos años. Se estima que un Comandante de Ryanair cobra dos veces menos que el mismo cargo en TUIFly, por ejemplo. Las condiciones de TCPs y personal de tráfico tampoco son las mejores, y si bien esta última acción está centrada en los pilotos, es de esperar que otras asociaciones sindicales sigan el ejemplo y empiecen a coordinar acciones.
Generalmente se comete el error de asociar el modelo de operación Low Cost con el poco apego -o, desde otro punto de vista, la «interpretación generosa»- de los reglamentos vigentes. La cuestión pasa por un lugar parecido, pero no igual: Ryanair se aprovechó durante años de los grises y medias tintas de las normas emitidas por las diversas autoridades aeronáuticas. En un punto, todas las compañías lo han hecho. Pero la diferencia está en que O’Leary y compañía llevaron esa filosofía a un extremo tal que tensaron la cuerda de sus empleados, y un día, todo eso volvió como un boomerang.
Es el avance de los sindicatos el principio del fin para Ryanair? Absolutamente no. La empresa seguirá siendo rentable y seguirá operando el modelo que la hizo famosa. Lo que pasa ahora, es que se abre un terreno más equitativo con algunos de sus competidores directos. Sin ir más lejos, qué sería de la vida de Alitalia si Ryanair hubiera tenido una décima parte de la presión sindical que tuvo la línea de bandera durante todo el período de expansión de la Irlandesa sobre el cabotaje Italiano?
Es mi opinión personal que los gremios y sindicatos son importantes y necesarios como una de las partes del sistema que equilibra los pesos y las ambiciones. La empresa siempre querrá ganar la mayor cantidad de dinero posible; los trabajadores, tener las mejores condiciones posibles; el estado, cumplir su rol de contralor lo mejor posible. La noticia de un sindicato paneuropeo que defienda a un grupo de trabajadores que durante años no tuvo representación y defensa, me parece saludable.
Habrá que ver cómo se mantiene un equilibrio que permita a todas las partes, y a los pasajeros, contentos y enfocados en operar con seguridad.