Historias de Aeropuerto, Capítulo 1: Hoy no es un día más

Andrés Lavallén

Siempre digo que el día de trabajo de hoy no es igual al de ayer ni será igual al de mañana. Ir a trabajar al aeropuerto es una aventura en donde uno tiene que estar preparado para todo tipo de situaciones, a veces lindas y otras no tan lindas, como la que voy a compartir hoy. Una historia real, algo que me pasó hace ya unos años atrás.

Son las 8:33 de la tarde del día viernes y estoy libre, hoy y mañana no me toca trabajar. Hace frío, estamos en mayo y las temperaturas en esta época del año en Córdoba capital comienzan a ser bajas, estoy en casa mirando en la televisión un partido de fútbol. Estoy tomando un té en mi taza que tiene un dibujo de un avión, mientras mi esposa termina de darle de comer a mi hija, Sofi, que recientemente cumplió 5 meses. En la oficina no hay nadie porque hoy no tenemos vuelos por la tarde, pero mi teléfono está activo las 24hs por cualquier eventualidad. Y digo que mi teléfono esta 24hs activo porque yo soy el que vive más próximo al aeropuerto, a solo 10 minutos en auto y porque mi trabajo es más que mi trabajo: es mi forma de vida.

Minutos antes de las 9 de la noche comienza a sonar mi celular. Tengo activada la opción para que el teléfono diga quien llama, y antes de poder ver la pantalla escucho “Supervisor Aeropuerto”. Ya todos en casa saben que hoy no me quedaré a cenar. Es el supervisor de turno quien me llama, para contarme que dentro de 20 minutos estará aterrizando un avión que viaja de Brasil a Chile y aterrizará en Córdoba, el motivo de la escala es por “un pasajero enfermo” y una vez que el pasajero sea atendido por los médicos del aeropuerto el avión continuará hacia su destino final.

Inmediatamente termino la comunicación y me voy a buscar el uniforme, que está siempre listo, incluso hoy en mi día libre. Agarro las llaves del auto, un beso a las mujeres de la casa y le susurro a Sofi: “papá vuelve en un ratito”.

En el trayecto al trabajo voy haciendo mentalmente mi trabajo, ruta de vuelo, nivel de vuelo, alternativa, entre otras cosas más… perdón: para los que no saben, soy despachante de aviones y mi trabajo tiene que ver con todo eso, entre otras cosas.

 En casi 9 años de aeropuerto atendí muchas alternativas de pasajeros que se descompensan a 36 mil pies de altura y necesitan atención en tierra; es algo habitual, pero debo decir que este no es un vuelo más…

Pasadas las 9 y 20 de la noche ya estoy llegando al aeropuerto, con mi receptor vhf encendido en frecuencia de torre (118,3) voy escuchando lo que sucede con el vuelo, en simultaneo, mientras yo voy entrando al aeropuerto el avión va entrando a la posición de estacionamiento, el controlador le asigna la posición 1.

Estaciono el auto, me coloco el abrigo antes de bajar. Debe hacer unos 12 grados de temperatura, me pongo también el chaleco refractario, no hay tiempo para ir a la oficina.  Paso el control de seguridad y voy caminando directo al avión, pensando en toda la información que tengo que recolectar para el despacho del próximo tramo.

Mientras subo por la escalera de metal que conecta la plataforma con la manga (finger) veo mucha gente, más de lo habitual para este tipo de circunstancias. Médicos, policía del aeropuerto, puedo ver a mis compañeros con caras tristes y hasta una de mis compañeras con los ojos llenos de lágrimas. No entiendo nada, todos en silencio, nadie habla con nadie, lo único que se escucha es mi voz saludando y diciendo “hola buenas noches” a todos los que se encuentran a mi alrededor.

Cierro la puerta de la manga, para evitar que el ambiente se ponga frío, y camino directo hacia la puerta del avión. Siempre con la vista hacia adelante buscando contacto visual con la tripulación, pero no logro encontrar a nadie. Apenas pongo mi pie izquierdo arriba del avión veo que las cortinas dividen la parte delantera con la cabina donde van sentados los pasajeros, escucho sollozos, bajo la mirada y encuentro a un niño dormido en el suelo, y sus padres llorando junto a él.

Es ahora cuando detengo mi marcha, todo parece ir en cámara lenta, ya entendí todo, incluso por qué el silencio y las caras tristes, lo primero que se me viene a la cabeza es Sofi, que un rato antes la despedí con un beso en la frente.

Por mi cuerpo corre una sensación que no puedo explicar, lo único que hago es retroceder de espaldas sin mirar atrás, no hace falta decir que ni siquiera llegué a entrar al cockpit. Ya eso no es lo importante,  camino 10 metros y giro, quedando de espaldas a la situación y en ese momento me encuentro con la persona que mi celular había acusado como “supervisor aeropuerto”: lo noto shockeado y me actualiza un poco la situación.

Esto es completamente diferente a otras alternativas que me habían tocado atender. Lo miro y le digo, “cuando estemos listos para irnos, avísame”, comienzo a caminar por la manga, ese pasillo estrecho y vidriado, llego a una de las puertas de embarque y comienzo a llorar. Es imposible contener el llanto, esto no está escrito en ninguno de los manuales de IATA, tampoco de Boeing ni mucho menos de Airbus. Ningún manual indica cómo proceder en una situación así, ningún manual dice como separar los sentimientos del trabajo.

Las horas pasan y lo que puedo ver es que el avión sigue estacionado en el mismo lugar desde las 9 y 20 de la noche; ya son las 6 de la madrugada, comienzo a ver desde donde estoy que en breve empieza a amanecer. Los pasajeros están en la sala de embarque, todos cenaron y ahora están por desayunar, en un rato llega otro avión a buscarlos y a llevarlos a destino. De lo único que se habla en el aeropuerto es de esto, y de nada más.

Un rato más tarde me entero que el nene que venía en el avión tenía 6 años, un vuelo de un poco más de 3 horas, después del despegue se quedó dormido y en el momento que la tripulación encendió la luz para pasar el servicio no despertó. En el vuelo había 2 médicos abordo, los cuales ofrecieron su ayuda, estuvieron durante  30 minutos haciéndole reanimación cardiopulmonar (rcp), hasta que el avión aterrizó en Córdoba, pero todos los esfuerzos fueron en vano, el niño había fallecido.

Ya son las 06:30 de la madrugada, acaba de llegar mi compañero para tomar el turno, final de mi jornada. Ustedes se están por levantar, yo recién me estoy por ir a acostar, me vuelvo a casa con una sensación muy fea, un poco triste y con muchas ganas de abrazar a Sofi.

Hoy venía preparado para despachar un vuelo, pero estuvo muy lejos de eso. Quizás ahora entiendan por qué comencé diciendo en este relato que el día de trabajo de hoy no es igual al de ayer, ni será igual al de mañana. 

30 comentarios en «Historias de Aeropuerto, Capítulo 1: Hoy no es un día más»

  1. Es increíble cómo una situación de trabajo muy poco común te cambia la vida para siempre. Gracias Andrés por compartir esta historia tan bien al punto de que se me ponga la piel de gallina.

    Responder
  2. cambia la configuracion de la publicidad de manera que te lleve a esa web fuera y no en la misma pagina, sino te saca de tu web, no se si fui claro…. saludos.

    Responder
  3. Como siempre lo he dicho.. el general de las personas ven lo lindo de nuestro trabajo ,quizás para algunos algo de otro mundo, pero es un trabajo cargado de emociones, como la que cuentas tu Amigo del Alma, no nos olvidemos que transportamos almas .. no personas .. y en el caso de Andres … trabaja con ALMAS .. Un beso Enorme

    Responder
    • Buenas noches. Estimado Andrés. Si. Desde afuera vemos la actividad de aeroportuarios muy idílica. Pero está situación vivida para, vos y los lectores de este blog, no debe pasar desapercibida. Si bien no es cotidiana, merece su atención. Siempre ante esto, tomense un tiempo. La charla debe primero centrarse después en el ámbito laboral. Y no amilanarse en recurrir a ayuda profesional: psicólogos. Lo que vivieron suele generar SPT (Stress Post Traumático). Por mi actividad en una cuidad en el sur de Pcia Buenos Aires, hemos recurrido a esa intervención profesional para «ordenar los cajones». A la larga verán que la familia lo va a notar y agradecer. Por familia me refiero a la de vida y a la laboral. Les deseo lo mejor. Fuerza, de Corazón. P/D: Soy Bombero. En una Base Naval y Voluntario en mi ciudad.

      Responder
  4. Realmente emotivo, me hizo llorar y como a ti pensé en mis hijos que si bien son grandes ,18 y 20, para un padre son lo más importante .
    Entiendo el deseo de abrazar a tu hija y loable labor la que realizas aunque en este caso fue triste y amargo !!!

    Responder
  5. Pregunta Andrés ??? Donde y cuantos años se estudia para se despachador de aviones, es una carrera como la de ingeniería aeronáutica que son 6 años.Saludos

    Responder
  6. Que relato tan triste a tal punto el mal momento del resto de los pasajeros que iban en ese vuelo hasta no te dan ganas de volar ya que por lo que contas era tan solo un niño ni hablar si hay un accidente aéreo

    Responder
  7. Busco trabajo en Cualquier aerolinea ….tengo experiencia…hablo ingles..tengo buena presencia…manejo sistema sabre .. .01127162209

    Responder
  8. BT peor es cuando dándole la máxima potencia a los motores del Douglas DC3 para llegar a COMODORO desde USU SE NOS MURIÓ EN VUELO ALTURA SAN JULIAN FUE MUY FUERTEMENTE

    Responder
  9. Si a mi se me llenaron los ojos de lágrimas al leerlo, no quiero ni imaginarme lo que fue vivir esa situación.
    Que difícil tarea, la parte triste que no gusta para nada en una labor que tanto se ama.
    Gracias por compartirlo con nosotros.

    Responder
  10. Hola. Es una experiencia lamentable. No hay explicación. Pero más lamentable es escuchar a un jefe de base decir…sácame este muerto del avion….que se muera en la ambulancia así despegó a la tripulación y no se vence. No doy nombres…..me quedaría sin trabajo, pero es una cita. que se caracteriza por trasladar gente muy mayor…

    Responder
  11. Hola. Es una experiencia lamentable. No hay explicación. Pero más lamentable es escuchar a un jefe de base decir…sácame este muerto del avion….que se muera en la ambulancia así despegó a la tripulación y no se vence. No doy nombres…..me quedaría sin trabajo, es una cia . que se caracteriza por trasladar gente muy mayor…viejitos algunos y otros de salud muy delicada.

    Responder
  12. Que experiencia tan triste. Ningún día es ni será igual. Admiro la fortaleza con la que tienen que cumplir un protocolo a pesar de los sentimientos! Más allá de la profesion, debajo del uniforme hay un ser humano.

    Responder
  13. También soy despachante de aeronaves, hace casi 19 años, es un trabajo en el cual tenés que tener mucha empatía y acertividad, dura experiencia la que pasaste, un abrazo

    Responder
  14. A veces tocan situaciones así
    La aviación es un mundo en donde (si bien), la mayoría de las cosas estan escritas, otras no lo son.
    Me imagino ese dia para vos….
    Un abrazo grande hermano!

    Responder
  15. Trabajo tambien en el aeropuerto.Ami nunca me paso pero si mis compañeros de sillas pasaron por una situacion similar .Es muy triste

    Responder
  16. Uno no se prepara para esto, y sobrellevarlo debe ser muy triste.
    Espero que estos casos sean cada vez menos.
    Es muy triste perder un ser querido para una familia, y peor es que sea una criatura.
    El mundo de la aviación esta muy lleno de anécdotas de todo tipo. Pero esta es la que más me llegó.

    Responder

Deja un comentario