La presidente de Brasil Dilma Roussef vetó hoy dos artículos del proyecto de conversión de la Medida Provisorioa 656/14 que permitían la construcción y exploración comercial de aeropuertos por parte de la iniciativa privada.
¿En qué consistía? Básicamente, un privado podría decidir construir su propio aeropuerto desde cero y salir a ofrecerlo a las aerolíneas.
El principal afectado por este veto será el proyecto del Novo Aeroporto de São Paulo, desarrollado por las gigantes constructoras Andrade Gutierrez y Camargo Corrêa, que planeaban invertir más de 2 mil millones de dólares en un nuevo aeropuerto en la localidad de Caieiras, 30 kilómetros al norte de San Pablo, con capacidad para manejar hasta 30 millones de pasajeros al año.
Los todavía relucientes nuevos concesionarios de los aeropuertos de Guarulhos y Viracopos vieron con muy malos ojos a este proyecto ya que afectaría el «entorno competitivo» planteado a la hora de presentarse a las licitaciones, afectando todo el plan de negocios.
Y precisamente la justificación de Dilma al veto dice que «la propuesta desnaturaliza el modelo sectorial de exploración de la infraestructura aeroportuaria brasileña establecido con éxito en los últimos años», y que estos nuevos entes crearían un «desarreglo regulatorio en el sector, marcando una asimetría entre los aeropuertos concesionados y autorizados a la explotación del servicio aéreo y podría perjudicar el desarrollo del programa de potenciación de la aviación regional».