América Latina y el Caribe, una región vasta y diversa, alberga también fuerzas aéreas con capacidades que varían considerablemente. Desde flotas con tecnología de punta hasta fuerzas aéreas más modestas, cada país ha desarrollado su poderío aéreo de acuerdo a sus necesidades y recursos.
La compra de 24 cazas F-16 por parte de Argentina, materializada hoy en Dinamarca, llega para fortalecer a una de las fuerzas que supo tener uno de los sistemas de armas más poderosos de la región pero que cayó en declive en las últimas décadas.
Ahora, hagamos un breve repaso de las flotas de las fuerzas aéreas más poderosas de la región y sus principales equipos.
Brasil: un gigante regional
Brasil, la nación más grande de Sudamérica, ostenta la fuerza aérea más poderosa de la región. La Fuerza Aérea Brasileña (FAB) cuenta con una flota moderna y versátil que incluye aviones de combate como el Saab JAS 39 Gripen, el Northrop F-5E Tiger II y el AMX A-1.
Además, posee aviones de transporte como el C-130 Hercules, el Airbus A-330MRTT (denominado KC-30) y el C-390 Millennium, helicópteros como el Eurocopter EC725 y el Sikorsky UH-60, y aeronaves de vigilancia como el Lockheed P-3 Orion y el Embraer EMB-145 AEW&C (denominado por la FAB R-99).
La FAB también se destaca por su capacidad de guerra electrónica (con el «primo» del R-99, el E-99) y su participación en misiones internacionales de paz.
Chile: tecnología de punta en el cono sur
La Fuerza Aérea de Chile (FACh), a pesar de ser de menor tamaño que la FAB, se ha posicionado como una de las más modernas de Latinoamérica.
Su flota incluye aviones de combate de última generación como el F-16 Fighting Falcon y el F-5 Tigre, junto a aviones de transporte como el C-130 Hercules y el KC-135 Stratotanker, helicópteros como el UH-1 Huey y el AS532 Cougar, y aeronaves de vigilancia como el Gulfstream G550 y la reciente adquisición de los Boeing E-3 Sentry, reemplazo del venerable CN-230 Condor.
La FACh se caracteriza por su alto nivel de entrenamiento y profesionalismo, y ha participado en misiones de búsqueda y rescate y de apoyo humanitario.
Colombia: combatiendo el narcotráfico y las guerrillas
La Fuerza Aérea Colombiana (FAC) ha jugado un papel fundamental en la lucha contra el narcotráfico y las guerrillas en Colombia.
Su flota incluye aviones de combate como el Kfir C-60, el Embraer 314 Super Tucano y el Cessna A-37 Dragonfly, aviones de transporte como el C-130 Hercules y el CN-295, helicópteros como el Black Hawk y el Bell 212 y el Sikorsky AH-60L Arpía, y aeronaves de entrenamiento como el Beechcraft T-6C Texan II y el T-90 Calima.
La FAC se destaca por su experiencia en operaciones contrainsurgentes y su capacidad para realizar misiones en terrenos difíciles.
Perú: un poder aéreo en ascenso
La Fuerza Aérea del Perú (FAP) ha venido modernizando su flota en los últimos años, incorporando aviones de combate como el Su-25K/UBK y el MiG-29M, aviones de transporte como el Lockheed L-100 Hercules y el Antonov An-32, y helicópteros como el Mi-25 / Mi-35.
México: protegiendo el espacio aéreo nacional
La Fuerza Aérea Mexicana (FAM) se encarga de la defensa del espacio aéreo nacional y del apoyo a las operaciones terrestres.
Su flota incluye aviones de combate como el F-5E/F Tiger II, aviones de transporte como el C-130 Hercules, y helicópteros como Eurocopter EC725 Super Cougar, Sikorsky UH-60 Black Hawk y Eurocopter AS332 Super Puma.
Venezuela: fuerza bolivariana
La Fuerza Aérea Venezolana (FAV) posee aviones de combate como el Sukhoi Su-30, el F-16 Fighting Falcon y el Hongdu K-8VV, además de otros medios de transporte y reabastecimiento como el Boeing KC-707, C-130 Hércules y el Shaanxi Y-8 y helicópteros como el Mil Mi-17V5, Eurocopter AS332 Super Puma y Eurocopter AS 532 Cougar.
El poderío aéreo en Latinoamérica y el Caribe es un tema complejo y dinámico, que se ve influenciado por diversos factores como el presupuesto, la tecnología disponible y las amenazas regionales. Las fuerzas aéreas de la región han avanzado significativamente en los últimos años, modernizando sus flotas y mejorando sus capacidades.
Sin embargo, aún existen desafíos por delante, como la necesidad de fortalecer la cooperación regional y la inversión en investigación y desarrollo.