En el marco de la presentación de sus resultados financieros del tercer trimestre (adivinaron: no fueron buenos), Boeing informó que reducirá el ritmo de producción de la familia 787 de 14 a 12 aeronaves por mes a partir de finales de 2020, y por un período de aproximadamente dos años.
En la práctica, la medida significa mantener el ritmo actual, decisión que, explicaron desde el fabricante, se fundamenta en la necesidad de adaptarse al actual contexto económico mundial.
A finales de septiembre, Boeing acumulaba un total de 556 aeronaves 787 pendientes de entrega (61 de la variante 787-8; 337 de la 787-9; y 158 de la 787-10).
El anuncio de la desaceleración del ritmo de producción llegó un día después de que el fabricante anunciara la partida del CEO de la unidad de aeronaves comerciales, Kevin McAllister, cuestión que como bien dijo ayer Díaz Pez en esta nota, no fue casual.
Entre julio y septiembre de este año Boeing Commercial Airplanes obtuvo ingresos por USD 8,2 mil millones, una caída del 41% en relación al mismo período de 2018, impacto directo del grounding del 737 MAX y la pausa de nuevas entregas.
Es así que, mientras durante el tercer trimestre de año pasado se habían entregado 190 aeronaves, en 2019 la cifra cayó a 62. Esto se reflejó en una disminución del margen operativo, que pasó de 14,4% a -0,5%, con pérdidas por USD 40 millones.
En el lado positivo, la unidad de aeronaves comerciales obtuvo nuevos pedidos por USD 5 mil millones, entre ellos veinte 787 para Korean Air, ocho 787 para Air New Zealand y seis 777F para China Airlines. Claro que también tuvo lugar la cancelación de un pedido por 22 787 por parte de Aeroflot.
El backlog de Boeing Commercial Airplanes llega a 5.000 aeronaves valuadas en USD 387 mil millones.