El 10 de abril de 2003, Air France anunciaba la desprogramación y posterior retiro del Concorde a partir del 31 de mayo del mismo año, después de haber servido en la compañía durante 27 años. Pasaron 20 años desde que se cerró un capítulo histórico de la aviación comercial y supersónica.
Han transcurrido 54 años desde el primer vuelo del Concorde, un proyecto que se inició en la década de 1950, cuando el Reino Unido y Francia comenzaron a explorar la posibilidad de desarrollar un avión de pasajeros capaz de volar a velocidades supersónicas. En 1962, el gobierno británico y el francés firmaron un acuerdo para llevar adelante el proyecto de forma conjunta.
La construcción del Concorde comenzó en 1965, y el primer prototipo voló por primera vez el 2 de marzo de 1969 en Toulouse, Francia. André Turcat, jefe de pruebas piloto y director de pruebas de vuelo para Sud-Aviation, estaba al mando del avión y representaba las esperanzas de toda la industria de la aviación comercial europea.
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El Concorde: un desafío para la industria
Es importante rastrear los orígenes del proyecto hasta los últimos años de la Segunda Guerra Mundial: una vez que los aliados se dieron cuenta de que la victoria estaba cerca, las operaciones se redujeron en escala y recursos. Teniendo en cuenta que la tasa de desgaste se redujo rápidamente, la capacidad de producción de los fabricantes de aviones ya no fue cuestionada, sino todo lo contrario.
Como parte de la división de tareas, los constructores estadounidenses producían bombarderos pesados, que fácilmente se convertían en aviones de pasajeros. Por lo tanto, las líneas de producción se llenaron con pedidos de aviones, mientras que los constructores europeos se enfocaban en aviones de ataque y aviones más pequeños.
En 1941-1942, John Moore-Brabazon, 1er Barón Brabazon de Tara y Ministro de Producción de Aeronaves de Churchill, forjó un plan para la industria de aviación británica para canalizar su experiencia y capacidad de producción hacia la industria civil. Se formó un comité y su informe final identificó cinco tipos diferentes de aeronaves que el Reino Unido iba a necesitar en los próximos años. Eventualmente, el Requisito Tipo IV se convertiría en el prometedor De Havilland Comet.
Lleno de innovaciones, una de ellas sellaría su destino: sus grandes ventanas cuadradas no soportaban la presión como debían y causaron varios accidentes. Finalmente, el Comet perdió valiosos años reinventándose mientras los constructores estadounidenses aumentaban su ventaja.
Después de la desaparición del Comet, la industria europea necesitaba superar ese fallo y comenzó a trabajar en la siguiente gran cosa: el transporte supersónico.
El Concorde se destacó por su diseño aerodinámico y su capacidad para volar a velocidades de Mach 2, es decir, el doble de la velocidad del sonido. Esto permitía al avión reducir significativamente el tiempo de vuelo en comparación con los aviones convencionales, volando a una velocidad de alrededor de 2,180 km/h.
El avión estaba equipado con motores Rolls-Royce/Snecma Olympus y podía transportar entre 92 y 128 pasajeros, dependiendo de la configuración de la cabina. Su interior ofrecía un alto nivel de comodidad y lujo, con asientos espaciosos y un servicio de alta calidad.
A pesar de su éxito técnico y su apreciación por su elegancia, el Concorde enfrentó varios desafíos a lo largo de su historia. La crisis del petróleo de 1973 y las restricciones de ruido impuestas en los aeropuertos estadounidenses limitaron su rentabilidad. Esto provocó que 16 aerolíneas cancelaran un total de 74 unidades pedidas, dejando únicamente a Air France y British Airways como los operadores, con 16 aviones divididos entre ambas compañías, además de dos prototipos y dos ejemplares de preproducción.
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Después de tres años de su primer vuelo, el primer servicio comercial se llevó a cabo el 21 de enero de 1976, con rutas regulares entre Londres y París. En el caso de Air France, inicialmente operó entre París, Dakar y Río de Janeiro. Tras una serie de controversias ambientales con Estados Unidos, logró recibir autorización para volar regularmente a Nueva York a partir del 22 de noviembre de 1977.
En ese momento, fue un desafío tremendo superar todas las deficiencias técnicas de un territorio tan desconocido como el servicio comercial supersónico. Cuatro años de construcción, siete años desde el diseño preliminar hasta ese día: todo eso estaba en juego cuando el hermoso SST finalmente surcó el aire.
🇫🇷 Il y a 20 ans, jour pour jour, le Concorde effectuait son dernier vol commercial aux couleurs d’Air France entre Paris et New York, après vingt-sept ans de bons et loyaux services.
Revenons sur sa belle histoire ⤵️ pic.twitter.com/KEyUSiFUxu
— air plus news (@airplusnews) May 31, 2023
El fin de la era la aviación comercial supersónica
Después de 34 años surcando los cielos, la combinación de los altos costos de operación, el envejecimiento de la flota y un accidente de Air France en el 2000, que cobró la vida de 113 pasajeros, fueron motivos suficientes para que British Airways y Air France cerraran un capítulo que dejó una marca en la industria de la aviación comercial.
De acuerdo con Air France, sus Concordes volaron 90.087 horas, realizaron 33.183 aterrizajes y transportaron 1.414.292 pasajeros.
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Hoy en día, los Concorde se pueden encontrar en museos de todo el mundo, y su legado sigue siendo recordado como un hito en la historia de la aviación, demostrando la capacidad de la humanidad para alcanzar velocidades supersónicas en vuelos comerciales.
Aunque se han considerado diferentes propuestas para reanudar los servicios en aviones supersónicos, los proyectos continúan lejanos a medida que avanza la nueva era de aeronaves más eficientes y ecológicas, con menores emisiones de CO2.