Para los viajeros en Estados Unidos, y eventualmente en otros lugares del mundo que adopten un modelo similar, las restricciones de líquidos parecen estar lejos de ser abolidas. La normativa actual limita a los pasajeros a transportar líquidos, geles y aerosoles en su equipaje de mano a un contenedor no superior a 100 mililitros.
Estas restricciones están vigentes desde 2006 y se presentaron inicialmente como temporales, pero casi 20 años después siguen vigentes y se espera que sigan vigentes por mucho más tiempo.
Si bien algunas partes del mundo están tratando de flexibilizar estas reglas –como el Reino Unido, que planea levantar las restricciones en 2025 con la implementación de nuevos escáneres de seguridad–, la expectativa no es la misma para Estados Unidos.
La TSA ha confirmado que planea eliminar las restricciones de líquidos una vez que se implementen nuevos escáneres de tomografía computarizada (CT), pero no se espera que ese cambio ocurra hasta alrededor de 2040, según el medio asociado Aeroin.
Como informó el NY Post, un portavoz de la TSA explicó que la institución todavía está implementando unidades de tomografía computarizada que pueden escanear líquidos en tamaños más grandes. Sin embargo, debido a la gran cantidad de aeropuertos y aproximadamente 2.000 corredores de seguridad, llevará tiempo implementar estos nuevos sistemas en todo el país.
Si bien la introducción de máquinas más avanzadas tiene el potencial de mejorar la eficiencia y el conocimiento del contenido del equipaje, muchos pasajeros reportan experiencias mixtas. En general, muchos prefieren evitar estos nuevos escáneres porque sus operaciones parecen más lentas que las de las máquinas tradicionales.
Los desafíos incluyen el tiempo adicional requerido para escanear cada bolsa, lo que hace que las colas se muevan más lentamente y el requisito de colocar cada artículo en un contenedor, a diferencia del proceso anterior donde las bolsas se podían colocar directamente en la cinta transportadora.
Entonces, si bien hay entusiasmo por la tecnología mejorada y las posibilidades futuras para aliviar las restricciones de líquidos, la realidad es que los viajeros tendrán que enfrentar estas dificultades durante más de 15 años hasta que se obtengan beneficios reales. Esta larga espera se vuelve especialmente notable para quienes se preocupan por la experiencia de viaje y la eficiencia en los aeropuertos.