El 12 de mayo, surgieron imágenes que revelaban restos de un ADM-160B MALD (Miniature Air-Launched Decoy) en Ucrania. Este hallazgo, si se confirma, cuestiona el papel de este «casi arma» en el conflicto en curso. Las principales preguntas son cómo llegó hasta ahí, y quién tiene la capacidad de operarlo, pero comencemos por saber qué es un ADM-160B.
El MALD es un vehículo de vuelo autónomo y programable con la capacidad única de imitar aviones de EE.UU. o aliados, confundiendo así los Sistemas Integrados de Defensa Aérea (Integrated Air Defense Systems – IADS) enemigos. A pesar de carecer de una cabeza de guerra explosiva o capacidad de ataque, su importancia en un papel ofensivo es significativa.
La evolución del señuelo: de ADM-160A a ADM-160X
Concebido a finales de los 90, el concepto de MALD se formó a partir de las lecciones aprendidas durante la Guerra del Golfo, específicamente la necesidad de infiltrarse en robustas defensas antiaéreas guiadas por radar. El modelo inicial, el ADM-160A, enfrentó desafíos presupuestarios y técnicos, incluyendo limitaciones en alcance y capacidad de transmisión.
En 2009, se presentó el más avanzado ADM-160B, que ofrecía mejoras tanto en alcance como en transmisión. Su Subsistema de Aumento de Firma (Signature Augmentation Subsystem – SAS) utiliza potenciadores de radar activos para imitar la firma de radar de varios aviones, engañando así a los sistemas defensivos. Esto satura a las baterías antiaéreas enemigas, enfrascadas en el proceso de identificar y contrarrestar la amenaza percibida, y las deja vulnerables a misiles antirradiación como el AGM-88 HARM estadounidense y el ALARM británico.
Pero el juego cambió definitivamente en 2016: apareció el ADM-160C, o MALD J,que agregó a su Subsistema de Aumento de Firma verdaderas capacidades de Guerra Electrónica. Esto convirtió al 160C en el primer Jammer stand-in que entró en producción.
La capacidad modular de guerra electrónica, inicialmente llamada Cerberus, incluye una gama de cargas útiles de guerra electrónica intercambiables, permite al MALD J operar independientemente o en pares más cerca de sus objetivos y permanecer en el área de ataque, asegurando la finalización de la misión.
Se están desarrollando versiones más nuevas; existe un MALD X, que mejora las capacidades actuales, y un MALD N, adaptado a los requisitos operacionales de la US Navy. Pero volvamos al ADM-160B.
La pregunta de quién, la pregunta de cómo
El valor del ADM-160B radica en su habilidad para asegurar el espacio aéreo de manera rentable. El señuelo generalmente se lanzaba desde un F-16 o un B-52H y se planeaba su integración en la flota del B-1B. Esto plantea la pregunta: ¿quién lo desplegó en Ucrania?
Para 2022, la Fuerza Aérea Ucraniana había integrado el AGM-88 HARM en su flota de MiG-29. Es plausible que el ADM-160B también se incorporara, con un notable secreto, durante este proceso de integración. El gran stock de la versión anterior y la complejidad de las variantes más nuevas podrían haber influido en la preferencia por el 160B para la incorporación.
De más está decir que si ese señuelo no es operado por personal ucraniano, el abanico de posibilidades que se abre en términos de actores involucrados es temible. Habrá que esperar para ver.
El supuesto uso del ADM-160B en Ucrania plantea muchas preguntas que aún no tienen respuesta. Sin embargo, el potencial del MALD, una poderosa herramienta que bordea la línea de ser un arma, es claro. Su despliegue puede proporcionar una ventaja sustancial al operador, demostrando su valor en la dinámica compleja de la guerra moderna.