En un comunicado emitido en la mañana japonesa de hoy, ANA anunció que, debido a la pandemia de COVID-19, se ve forzada a reestructurar su red de rutas y a retirar del servicio activo su flota de Boeing 777, para pasar a operar esos destinos internacionales con 787 Dreamliner.
Del mismo modo, la compañía dejará de utilizar su flota de fuselaje ancho para realizar vuelos domésticos, concentrándose en su flota de aviones de pasillo único, al tiempo que reducirá destinos de cabotaje que no tengan un margen apropiado de ganancia. 19 serán las rutas suspendidas o reducidas, con la expectativa de recuperar Hokkaido, Okinawa y la ruta Haneda-Miyako en el verano boreal.
En el segmento internacional, acompañando el 50% de reducción de uso de aviones widebody, la aerolínea deja sin efecto una importante cantidad de nuevas rutas que tenía previsto operar durante este año fiscal (por ejemplo la segunda frecuencia a Los Angeles, y las conexiones a New York, Milan, Dusseldorf y Moscú) y recorta servicios ya existentes a ciudades como Perth, Mumbai, Chennai, Hong Kong, Taipei y Yakarta.
El operador indica en su comunicado que continuará «monitoreando la evolución de las tendencias de la demanda» y efectuará ajustes, si fuera posible, a esta decisión de recortar las rutas. Lo que es un hecho es que no hay lugar para el Boeing 777 en el mundo post COVID. Al menos, no para ANA. Y como ya vimos, para un buen par de operadores más.