Se va el Puca. Sí, la noticia que no queríamos recibir llegó en medio de tires y aflojes, donde el que más tiraba era el tiempo sobre sus alas, y donde el sostén de su servicio recaía únicamente sobre el plantel humano de la Fuerza Aérea Argentina, como cada sistema de armas con los que cuenta. Nos llegó la noticia a todos los que amamos estos pájaros del aire que esta aeronave insignia de la Fuerza, y símbolo nacional por excelencia, verá el final formal de sus horas de vuelo en el mes de Octubre.
La fecha de la baja fue fijada para el 4 de Octubre en Reconquista, asiento de la III Brigada Aérea, donde el domingo 6 el público podrá despedirse de tan noble avión. Este bimotor turbohélice que pudo desempeñarse en la Guerra por las Islas Malvinas, se despide, y al menos, es para rescatar que tendrá su ceremonia como corresponde. Se podrá ir de nuestros cielos mostrando en sus últimas piruetas, la destreza de los aviadores que convivieron con él hasta su último aterrizaje.
Como se resiste a irse, quedará en un rol reducido de observador, pero colgará los guantes en su rol adquirido: dejará las funciones de combate que largamente excedieron a su función inicial de contrainsurgencia. Funciones que realizó con eficiencia y orgullo.
Se repite así, una costumbre no muy grata desde 2015 a la fecha: despedir armas sin mostrar reemplazo, sin siquiera esbozar un proyecto planificado al menos de intenciones de algo, y eso, es lo que más bronca da, los pormenores de la situación se conocen desde hace tiempo, pero eso no logra quitar o apagar la tristeza y la impotencia de todos los que esperamos un atisbo de reacción.
La cuestión es más profunda de lo que se observa. La Fuerza Aérea Argentina, más por acción del tiempo que por otra cosa, se ve disminuida en sus capacidades una vez más. La vida sigue, pero no todo tiene que dar lo mismo. No todo es igual.
Se dirá adiós a una maquina excepcional, un avión que al surcar las Jornadas de Puertas Abiertas y realizar sus rutinas asombraba aun con sus años encima, por su porte, por la envergadura de sus alas, la ligereza de su desempeño, y su inolvidable sonido grave y característico al tomar velocidad, alabado incluso por los Ingleses cuando hicieron ensayos sobre el luego del Conflicto en el Atlántico Sur.
Nos quedamos sin Pucará, orgullo de fabricación nacional, y que como cada componente de la Fuerza Aérea Argentina mostró nobleza a pesar del inclemente paso del tiempo, mostró que podía siempre un poco más. Cumplió, eso es lo que cuenta, y a su manera cuidó los cielos de la patria, y su silueta característica deberá ser inmortalizada en Octubre para enseñar a generaciones venideras lo que significaba verlo, lo que representaba su sonido, la particularidad de explicar que toda su fabricación fue cuasi artesanal, ya que no eran todos iguales, por eso la complejidad de remotorizarlos y adaptarles mejoras o modernizarlos.
Los veremos adornar plazas y en algún que otro museo o Brigada. Los recordaremos por siempre; fue mucho más que nuestro porque nació acá, fue motivo de decir incansablemente una y otra vez que lo habíamos hecho nosotros, que además de volar nos defendió, nos entretuvo, nos hacía detenernos a admirarlo si ejecutaba esas trepadas agresivas con toneles tan asombrosos como toda su figura, gracias querido Puca, de verdad, no te vamos a olvidar, tu adiós, como otros que hemos dado, no nos resulta para nada igual.
Te vas…Y tu adiós no es igual a otros…
Pablo dos cosas, como bien dijiste existe la pequeña pero remota posibilidad de que unos 8 (quisas 10 con mucha voluntad) pasen a tener otra tarea con un cambio de motores ( como los que tiene el AX561) sistemas nuevos ( se habla de que se adaptarian los usados por el Pampa II) y un Flir, conservando cierto poder de su vida anterior asi que no perdamos las esperanzas, lo segundo vuelvo a felicitarte por este nuevo camino emprendido junto con Edgardo.