Gran retraso, gran experiencia: volando en el A321neo de Aer Lingus

João Machado

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Lo bueno de un mundo post-COVID en el que la gente sigue sin viajar mucho es la multitud de tarifas baratas que se pueden encontrar incluso en viajes de última hora.

Pues bien, eso es lo que hice hace dos semanas; decidí ir a Dublín, hacer noche allí y volver a Italia volando en el 737 MAX.

Y allá que fui: el primer tramo, de Roma/Fiumicino a Dublín, lo voló Aer Lingus, la compañía de bandera de Irlanda, en un A321. Me interesaba volar con esta aerolínea después de haber probado su némesis en el mercado irlandés, Ryanair.

El proceso de reserva fue bastante sencillo; la página web de Aer Lingus es muy atractiva y fácil de navegar, y en poco tiempo tenía mi billete en mano.

Página web de Aer Lingus en italiano.

El check-in online también fue fácil. Una cosa que me llamó la atención al hacer el check-in – pero de la que sólo me di cuenta al embarcar – fue que las filas de delante tenían los asientos bloqueados de forma que estaban organizados en una configuración 2-1/1-2, aunque este vuelo no tenía ninguna clase Business a venta.

Sólo podía significar una cosa: estaban enviando el A321LR en la configuración transatlántica, con clase Business completa.

Sin embargo, si quería esos asientos delanteros, tenía que pagar unos 90 euros; y como no me di cuenta de que esos eran los asientos de la clase Business, me pareció que el precio era absurdo, así que tomé un asiento «normal» en la parte de atrás.

Llegué a la estación de tren de Roma Termini tras subirme al tren de alta velocidad Frecciarossa desde Chiusi/Chianciano Terme y me dirigí al andén donde salía el Leonardo Express, el shuttle al aeropuerto de Fiumicino. Fiumicino está bastante lejos del centro de Roma, por lo que Trenitalia ofrece este servicio de tren cada 15 minutos, y el viaje dura aproximadamente media hora.

Bajando del Leonardo Express en la estación de tren del aeropuerto de Fiumicino.

El horario era un poco ajustado, pero una vez que entré en la terminal y vi la pantalla de salidas, me di cuenta de que no había prisa. Al principio, aparecía un retraso de una hora y diez minutos.

Pantalla de salidas de Fiumicino ese día: mi vuelo estaba retrasado.

Pronto recibí un SMS de Aer Lingus diciendo que mi vuelo se había retrasado porque una emergencia médica había hecho que el avión se desviara a Londres Gatwick. Bueno, la aerolínea no podía hacer mucho al respecto, así que por mucho que se tema un retraso, no era precisamente culpa suya.

Me tomé el tiempo necesario, pasé por la aduana y tomé el shuttle a la zona de embarque non-Schengen.

Shuttle a la zona de salidas non-Schengen de FCO.

Seguí mirando en FlightRadar24 y el vuelo no despegava de Gatwick, y más tarde se actualizó el retraso en las pantallas, por encima del límite de tres horas establecido por la UE, tras el cual los pasajeros tienen derecho a comida y a una llamada telefónica, un fax y quizás un mensaje de señal de humo.

Así que, en consecuencia, nuestro agente de la puerta de embarque nos dijo que nos reuniéramos allí y recibiéramos nuestros vouchers. El sándwich estaba bueno al menos, aunque aparentemente tuve que pagar un extra porque había superado el valor del voucher.

Pronto cambiamos de puerta de embarque y seguí al vuelo en FlightRadar. Finalmente el avión salió de Gatwick en dirección a Roma, de forma que el retraso sería de algo más de tres horas. Sin embargo, estoy seguro de que estábamos mejor que los pobres pasajeros que tuvieron que desviarse a Gatwick.

De todos modos, avancemos hasta las 15h02 y el EI-LRC aterrizó en Roma, con casi cuatro horas de retraso.

Según Planespotters.net, la aeronave fue entregada a Aer Lingus completamente nueva en octubre de 2019, en la configuración transatlántica de 16 asientos en clase Business y 168 asientos en Economy.

Por si acaso, me dirigí a la puerta de embarque y pregunté por el load factor; el agente de la puerta de embarque, muy enrollado, me dijo que solo había 100 pasajeros reservados para este vuelo. Entonces pregunté si podía cambiar mi asiento a la primera fila, y me dijo que sí, pero que avisara al FA al embarcar.

El turnaround fue rapidísimo, y a las 15h25 se convocó el embarque.

Fui recibido por los FAs y – ¡sorpresa! – me permitieron quedarme delante. Y lo que es mejor, me alegré mucho al ver que la configuración era la de vuelos transatlánticos; no me había dado cuenta hasta que entré en el avión. Nada mal.

En definitiva, la configuración en Business era súper chula, alternando entre 2-1 y 1-2, de forma que algunos pasajeros tienen acceso libre al pasillo y los que viajan en dobles también pueden volar juntos. Eso es inteligente, y recuerden, todo en un avión de fuselaje estrecho.

Desde el punto de vista del espacio, no parecía un narrowbody. Incluso el reposapiés no afunilaba, lo que hacía que el asiento fuera perfecto para dormir cómodamente.

Las puertas se cerraron a las 15h49. Los agentes de tierra saludaron con un «arrivederci» a la tripulación y, en cuanto se cerró la puerta, la FA leader preguntó «¿qué significa arrivederci?».

Antes de retroceder, el capitán se disculpó por el retraso y explicó que, además del desvío a Gatwick, les faltaba un especialista en mantenimiento con una licencia específica para habilitar el avión para el despegue. Muy desafortunado, por supuesto, pero nada que pudieran haber hecho de otra manera.

El pushback comenzó a las 15h57 y el taxi siguió a las 16h05, y a las 16h11 el EI-LRC despegó fácilmente de Italia hacia Irlanda.

El vuelo era super suave y el motor apenas se oía, como se esperaba de un A321neo. Esta nueva generación de motores es genial.

En lugar de utilizar el sistema de entretenimiento on demand de Aer Lingus, preferí leer un libro que había traído, así que intenté aprovechar al máximo las tres horas de vuelo en ese estupendo asiento.

El asiento tenía dos controles diferentes, uno, más detallado, y otro con ajustes preestablecidos.

Aer Lingus también ofrecía wi-fi y, si bien los precios eran razonables, también no estaba lo suficientemente desesperado por ver mi WhatsApp.

A las 16h41 comenzó el servicio a bordo. Ahora, aparentemente, Aer Lingus sólo ofrece una selección de compra a bordo – recordemos que, aunque yo estaba en un asiento Business, seguía siendo un servicio de clase económica -, es decir, sin comida de cortesía.

Como la pasajera que estaba a mi lado era amiga de un amigo de la FA principal, nos ofreció, como cortesía, una barra de chocolate y una taza de café.

Aquí debo añadir que la tripulación de mi vuelo brilló como verdaderos embajadores de la marca. Eran los mismos que se desviaron en Gatwick; según dijeron, se habían presentado a trabajar a las 6 de la mañana, y allí estaban, todavía sonriendo y, sobre todo, siendo profesionales. Enhorabuena a Aer Lingus por ello.

Después de ese pequeño tentempié, le pregunté a la FA qué bebida irlandesa tenían para ofrecer en el duty free, y me dijo que tenían la Jameson, que nunca había probado.

Y vaya que era un buen licor.

En ese momento aún nos quedaban como dos horas de vuelo, así que me dirigí a revisar el resto de la cabina.

Bueno, se puede decir fácilmente que la clase Economy del A321neo transatlántico de Aer Lingus también manda.

Como sólo 8 pasajeros ocupaban la clase Business y sólo 92 estaban en Economy, me las arreglé para conseguir una fila vacía en Economy para hacer algunas fotos.

El espacio para las piernas parecía en la media, hoy en día no hay realmente mucha diferenciación en este sentido entre las aerolíneas.

En general, la cabina parecía realmente agradable y perfecta para descansar con ese sistema de mood lighting. En todos casos, la mayoría de los pasajeros tenían las persianas cerradas, lo que significaba que el ambiente era apropiado para eso también.

Pero para los que no pueden descansar ni un minuto, la pantalla en Economy también era grande. Había muchas opciones disponibles, mucho más de lo necesario para un vuelo de tres horas.

Las vistas desde allí atrás tampoco estaban mal.

Y también lo eran las vistas desde la parte delantera, con el asiento de la clase Business al otro lado del pasillo libre para que pudiera sacar una foto.

Y por último, pero no menos importante, es imposíble no adorar al icónico logotipo de Aer Lingus. Pure class.

A pesar del escaso tiempo de espera en Roma, la cabina estaba limpia, incluido el estrecho baño junto a la galley delantera. Tal vez sea porque pocos pasajeros utilizan este baño ya que está en la clase Business – a pesar del servicio de la clase Economy, las cortinas entre ambas clases estaban guardadas.

De vuelta a mi asiento, ya estábamos sobre Gran Bretaña y volví a leer mi libro, mientras dejaba el mapa de vuelo reproduciéndose en la enorme pantalla.

Se inició un suave descenso a las 17h28 – 16h28 hora de Dublín – y siguió un aterrizaje muy suave en la pista 28 del aeropuerto de Dublín a las 16h54, con un retraso de 2 horas y 54 minutos.

 

El EI-LRC aparcó junto a un Airbus A320 de Aer Lingus en la terminal 2 del aeropuerto de Dublín.

Dirigirse a la ciudad de Dublín no fue especialmente difícil, ya que la ciudad está bien conectada por su red de transporte público. Más difícil que esperar en el autobús fue encontrar un punto de venta de la tarjeta de autobús Leap de la ciudad, pero una vez solucionado, allá me fuí.

Y para rematar la noche, por fin conseguí comer algo de verdad después de horas, junto con un pint de Guinness; definitivamente, la espera mereció la pena.

Observaciones finales

Bueno, por supuesto que llegamos con casi tres horas de retraso a Dublín, pero en realidad no fue algo que dependía de la aerolínea.

Pero se hizo lo que estaba a su alcance; proporcionaron a los pasajeros un voucher de comida y la experiencia del vuelo fue agradable, por lo que se pudo olvidar un poco la frustración.

Aer Lingus hizo realmente un trabajo fenomenal con su A321neo, ya sea en clase Business o en Economy. La selección de entretenimento on demand era estupenda y, para los que lo necesitaban, había wifi a un precio más o menos aceptable. Sin embargo, la selección de compra a bordo podría haber sido un poco mejor.

Sin embargo, lo que realmente brilló fue la amabilidad de la tripulación que, a pesar de lo que debió ser un día estresante y agotador, nunca dejó esa impresión en ninguno de los pasajeros. Lo diré de nuevo, actuaron como verdaderos embajadores de la marca en una situación muy incómoda para los clientes, pero una situación que debe haber sido aún peor para ellos.

Así que, en conjunto, ¿valió Aer Lingus el precio que pagué?

Debido a circunstancias muy específicas de demanda, pagué diez veces más de lo que podría haber pagado Ryanair volando desde Pisa – supongo que el mercado sigue siendo muy blando entre Irlanda e Italia, algo que quedó claro por la escasa ocupación de mi vuelo.

Sin embargo, el horario del vuelo de Aer Lingus era mucho mejor, y me apetecía mucho probar la compañía de bandera de Irlanda. Pero en otras circunstancias nunca habría pagado semejante diferencia.

Sin embargo, reservando con más antelación puedo encontrar una diferencia menor, de tres veces o treinta euros. Es un premium que definitivamente pagaría; por mucho que me guste volar con Ryanair, volar con Aer Lingus me pareció muchísimo agradable del principio a fin, a pesar de los inconvenientes que – insisto una vez más – no fueron culpa suya.

No puedo esperar a volver a Dublín.

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