Trip Report: una agradable experiencia low-cost en el 737-700 de Blue Air

João Machado

DISCLAIMER: los billetes para este vuelo fueron ofrecidos a Aviacionline por Blue Air. Sin embargo, nuestra independencia editorial es un valor no negociable y todas las opiniones expresadas aquí son mías y sólo mías, independientemente de quién haya pagado el billete.

Volar en Europa de forma barata hoy en día se ha convertido básicamente en un one-man show, a menos que vivas en una ciudad enorme. En la ciudad en la que vivo, por ejemplo, Ryanair está en lo alto de mi lista, ya que tiene una base monstruosa en Pisa, que ofrece tarifas increíblemente baratas a casi todos los lugares.

Sin embargo, por diversas razones, el aeropuerto de Florencia – que está más cerca de mi ciudad que el de Pisa –  no tiene prácticamente ninguna presencia de ultra bajo coste. Este silencio sólo lo rompe una aerolínea, una que viene de Rumanía: Blue Air.

Puede que no hayas oído hablar de ella, pero es una presencia consolidada en el mercado rumano. Según la aplicación Diio Mi de Cirium, actualmente es la cuarta potencia por ASKs desde/hacia el país de Europa del Este, siendo la única aerolínea rumana de bajo coste.

Como tal, junto con Ryanair y Wizz Air la aerolínea es la principal opción para el inmenso mercado que conecta Rumanía con otros países de Europa, que consiste en gran medida en pasajeros VFR (Visiting Family and Relatives).

Concretamente en FLR, Blue Air está sola en el mercado Florencia-Bucarest ya que cuenta con el 737-700 en su flota. Se trata de una variante más pequeña que los A320/A321 y los 737-800 que operan Wizz y Ryanair, por lo que puede operar de forma rentable con la corta pista del aeropuerto toscano.

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Mi única salida de Florencia fue en mayo de 2021, al inicio de la temporada de verano. Por aquel entonces, sólo se permitían los viajes nacionales, ya que no existía el Green Pass, y mi vuelo – con un Let 410 de Silver Air a Elba – era el último del día antes de un vuelo de Vueling a Barcelona horas más tarde.

En aquellos días, el aeropuerto era una ciudad fantasma; tanto es así que la zona de control de seguridad estaba cerrada y, como nuestro vuelo sólo tenía 10 pasajeros, nos llevaron al avión a través de la zona de staff, fuera de la terminal.

Aquel día fue bastante deprimente, así que fue genial ver el aeropuerto vivo de nuevo.

Ya escribí sobre ello hace algún tiempo: El aeropuerto de Florencia es la casa de Vueling… tanto que lo anuncian en los carros de equipaje por la terminal.

Las terminales de Florencia y Pisa están gestionadas por la misma empresa, Toscana Aeroporti, que a su vez es propiedad de la argentina Corporación América, la misma que tiene una participación mayoritaria en Aeropuertos Argentina 2000.

Florencia me pareció menos concurrida que Pisa y también un poco más moderna. Pero el tamaño de la terminal ayuda: mientras Pisa concentra todo en una planta, Florencia lo hace en dos.

Y ya había algo de cola en los mostradores de Blue Air antes de empezaren a facturar mi vuelo.

Desde el principio vi que la gran mayoría de los pasajeros procedían de Rumanía, por lo que el componente VFR en esta ruta es realmente importante.

El equipo de Florencia hizo imprimir nuestras tarjetas de embarque, ya que íbamos como tripulación. Una rápida comprobación de los documentos y nos pusimos en marcha.

La tarjeta de embarque era realmente bonita, no era así ni siquiera en Bucarest, la principal base de Blue Air; una pena que no pudiéramos conservarla.

De nuevo, es fantástico ver que el aeropuerto de Florencia vuelve a estar vivo. Puede que no parezcan muchos vuelos, pero es una gran evolución respecto a lo que había visto diez meses antes. La terminal hasta parecía realmente abarrotada, ya que la estructura es bastante pequeña y todos estos vuelos partieron en las dos horas siguientes.

Desde el airside había también una vista hacia la plataforma, que siempre es bienvenida. Está claro que Vueling es la principal compañía aérea de Florencia, con tres vuelos saliendo en una hora.

Aunque miembro de la Unión Europea, Rumanía todavía no forma parte del acuerdo fronterizo de Schengen, lo que significa que tuvimos que pasar por un control fronterizo. El aeropuerto de Florencia está muy orientado a los viajes intra-Schengen, lo que provocó una larga espera para pasar este último control de seguridad. Sin embargo, en general, la terminal era mucho mejor que la de Pisa.

Nuestro avión llegó un minuto después de lo previsto, a las 19h46. El embarque comenzó puntualmente y, como es habitual en Florencia, se realizó con autobuses.

Me gusta el embarque remoto, a no ser que haya una conexión apretada en el medio, ya que permite el tipo de espectáculo que se ve a continuación.

Air France opera la increíble cifra de cinco vuelos diarios a Florencia (y ninguno a Pisa, lo que demuestra el efecto de no tener competencia ULCC), todos ellos con las variantes más pequeñas del Airbus A320 — el A318 y A319.

La plataforma de Florencia es bastante pequeña, así que en poco tiempo estábamos en la puerta del avión. La tripulación estaba esperando a que el avión fuera despachado.

Este vuelo sería operado por un único 737-700 de Blue Air, con matrícula YR-BMR. Un veterano 737, éste fue entregado originalmente a Transavia en abril de 2003 como PH-XRW, según Planespotters.net.

MSN 33465 operó para la aerolínea holandesa de bajo coste durante unos diez años, tras los cuales fue retirado y trasladado a Dinamarca. En noviembre de 2013, fue registrado como OY-JTS y comenzó a volar para el operador chárter danés Jet Time.

COVID llegó y Jet Time quebró, y en mayo de 2020 la compañía devolvió el avión al arrendador. En agosto, el avión fue reinscrito como YR-BMR y comenzó a volar para la aerolínea rumana de bajo coste, el segundo 737-700 en la historia de la compañía, que también operó el MSN 30651 (YR-BMA) desde mayo de 2015 hasta marzo de 2019, también según Planespotters.net.

Desde el exterior, la librea hacía parecer que Mike Romeo había sido puesto en servicio apresuradamente, con sólo pegatinas sobre una librea blanca.

Sin embargo, desde el interior, la cabina estaba en condiciones sorprendentemente prístinas, con asientos Recaro de cuero. En comparación con otras aerolíneas del mismo segmento, es realmente un gran producto. Por cierto, la gloriosa Lufthansa tiene asientos peores que éste en sus aviones de fuselaje estrecho.

Además, los asientos se reclinaban, cosa que no se ve muy a menudo hoy en día.

Las puertas se cerraron un poco tarde, aunque el vuelo no estaba especialmente lleno: unos 100 pasajeros ocupaban los 148 asientos. Empezamos a empujar a las 20h50, 15 minutos después de la salida prevista.

El espacio para las piernas era el estándar para una compañía de bajo coste.

El pushback y el taxi fueron cortos, ya que no teníamos tráfico por delante. Para los aviones más grandes, como el 737, el despegue del aeropuerto de Florencia sólo puede hacerse en un sentido, dada la brevedad de la pista y un obstáculo natural en la otra dirección.

Y el despegue fue casi como el lanzamiento de un cohete, tal era la aceleración. Definitivamente uno de los despegues más divertidos que he visto desde el asiento de la ventana. Inmediatamente después de dejar el aeródromo, procedimos a un giro a la derecha.

El capitán Gabriel Andreescu manejaba ese 737-700 con maestría, ayudado por el primer oficial Viorel Cosma. Además de los pasajeros, el BMR llevaba 6,8 toneladas de combustible.

En cuanto se apagó la señal del cinturón de seguridad, los pasajeros empezaron a reclinar sus asientos. Como puedes ver, no es mucho, pero es lo habitual en la clase económica hoy en día, y eso que la mayoría de las compañías aéreas de bajo coste ni ofrecen asientos reclinables.

Como puedes imaginar la cabina no era Sky Interior, pero estaba realmente bien mantenida después de casi dos años de servicios para Blue Air.

La semana anterior había volado con Ryanair y Wizz, así que me interesaba mucho ver cómo se comparaba el servicio de catering de Blue Air con el de ellos.

Su menú era la única opción de lectura que había en los bolsillos de los asientos, y era bien colorido y grande, con opciones descritas tanto en inglés como en rumano.

En la portada del menú aparecían comidas calientes, aunque no las sirvieron en el vuelo. El catálogo decía que los pasajeros podían pedir las comidas por adelantado, así que quizás esa sea la única alternativa para probar eses platos. Los auxiliares de vuelo me dijeron que no utilizan los hornos que tiene el avión.

Me sorprendió lo largo que fue el servicio. No es porque la tripulación fuera lenta – por cierto, eran encantadores – sino porque muchos pasajeros compraban el servicio de a bordo que se ofrecía. Eso es algo que observé también en los siguientes vuelos que hice con Blue Air.

Dejé que la tripulación se ocupara de los pasajeros de pago antes de comer, ya que el capitán me informó de que podía visitar la cabina. Mi amigo Thiago estaba registrando las operaciones en el único jumpseat operativo y sólo pude echar un vistazo a la cabina de vuelo en esa fase del vuelo.

Aunque mis vuelos completos en el jumpseat vendrían después de este (y los artículos sobre ellos deberían estar en vivo en los próximos días), no creo que esta vista se vuelva aburrida. Es un privilegio tener esta oportunidad.

De vuelta a la cabina, me dirigí a unos asientos vacíos para no molestar a mi compañero de asiento.

Al parecer, estos asientos son los mismos que utilizaba la difunta Jet Time, así que no sé por qué algunos carteles están en alemán.

Para beber, pedí el vino tinto. Según la tripulación, el viñedo proveedor es propiedad de personas que también tienen una participación en la aerolínea, aunque no estoy seguro de si se refería al que finalmente bebí — de la bodega Stanca — o al que promocionaban en el catálogo — LacertA.

En cualquier caso, pedí el vino tinto de LacertA y no lo tenían. En su lugar, ofrecieron el rosado de Stanca… que era sorprendentemente bueno. Ambas marcas son de Rumanía, por cierto.

Los productos rumanos, por cierto, fueron elegidos por Blue Air también para las comidas, aunque sólo los habían fríos; eso es algo que aprecio de las aerolíneas que eligen hacerlo.

Pedí el sándwich Salamistique del menú. Según Blue Air, los sándwiches de su menú fueron imaginados por el chef Jakob Hausmann.

No sé por qué — y también en el menú se presentan así –, pero el sándwich era de una sola cara, así que te lo comes como una bruschetta gigante o lo doblas. Habiendo volado en decenas de aerolíneas, eso fue nuevo para mí.

Y preferí comerlo doblado. Estaba bastante bien para el precio que tenía.

Después de eso ya estábamos llegando al final del vuelo, así que me tomé unos minutos para estirar las piernas y volver a mi asiento original.

Antes, una rápida visita al aseo; se mantenía limpio, a pesar de la falta de limpieza en la parada de Florencia, como hacen la mayoría de las aerolíneas en estos días.

Pronto se inició un descenso sin incidentes y a las 23h41, un minuto después de lo previsto, YR-BMR realizó un aterrizaje sin problemas en el aeropuerto internacional Otopeni de Bucarest.

El taxi, debo añadir, era todo un espectáculo, con algunos viejos Bac One-Elevens abandonados, y la flota de TAROM almacenada frente a su hangar. En los días siguientes tuvimos la oportunidad de fotografiar mejor a estas aves, por suerte.

Mike Romeo se detuvo en la remota plataforma, con un A320 de Wizz Air a nuestro lado, terminando una gran experiencia con Blue Air. La aeronave sería revisada para el día siguiente.

La tripulación, muy amablemente, nos permitió hacer algunas fotos de la cabina vacía (no importa el desorden) antes de desembarcar.

Y también posaron para una foto. Además de los pilotos, a los que ya he mencionado, también hay que nombrar a los auxiliares de vuelo: la purser Mirabela Badescu, Madalina Apostoiu y Anghel Ovidiu. Me parecío que cuidaban mucho de todos, no sólo de nosotros, que estábamos invitados por la aerolínea, y eso es primordial.

Nos despedimos del YR-BMR, con el que volvería a volar unos días después de vuelta a Florencia.

Y de nuevo desembarco remoto. Genial cuando tienes tiempo (yo lo tenía), no tanto cuando estás cansado (yo lo estaba).

El proceso de pasaportes y aduana se despachó bien rápido, ya que estábamos junto a la tripulación, y en pocos minutos estábamos oficialmente en Rumanía.

Para terminar la noche, en nuestro paseo hasta el hotel cercano, que está cerca de la terminal, tuvimos una sorpresa muy agradable. El aeropuerto tenía unas fotos de planespotters en una tienda vacía. Simplemente fantástico y una señal de lo que estaría por venir. Permanece atento a nuestra fotogalería del aeropuerto de Bucarest.

Observaciones finales

Blue Air tiene todo un reto en su mercado nacional: por un lado, las ULCC, que tienen tarifas bajas y una enorme conciencia de marca. Por otro, una compañía de bandera, TAROM, que sigue siendo relevante: en febrero ofreció el doble de ASK desde Rumanía que Blue Air, según Cirium.

De este modo, tener tarifas bajas y un producto de bajo coste sólido, al menos al nivel de Ryanair y Wizz, es bastante importante para la supervivencia de la aerolínea. ¿Y lo consiguen? Creo que sí.

Las tarifas que ofrecen son bastante competitivas, sus asientos eran cómodos, la cabina estaba limpia y bien mantenida, la tripulación era súper amable y el catálogo de compra a bordo era razonable, con buenos precios y buenas comidas.

¿Así que mi veredicto? Personalmente, siempre busco la tarifa más baja. Así que en una situación en la que Blue Air es la más barata, definitivamente reservaría con ellos. Me encantó visitar Rumanía y sus tarifas suelen ser estupendas, así que lo más probable es que vuelva a volar con ellos muy pronto.

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