La batería de un avión Boeing 787 que se incendió a principios de mes en Boston muestra indicios de cortocircuito y una reacción química conocida como una «fuga térmica», en la que un aumento de temperatura causa progresivamente temperaturas más elevadas, informaron el jueves los investigadores de accidentes de Estados Unidos.
Los investigadores desconocen qué sucedió primero, si el cortocircuito o la fuga térmica, informó Deborah Hersman, presidenta de la Junta Nacional de Seguridad del Transporte (NTSB, por sus siglas en inglés). Tampoco resulta claro qué causó que se presentara cualquiera de los dos, dijo durante una reunión con periodistas sobre la investigación de la Junta.
El incendio se registró a bordo de un Dreamliner de Japan Airlines poco después de que aterrizó en el Aeropuerto Internacional Logan el 7 de enero. Todos los pasajeros abandonaron la aeronave sin incidentes, pero un equipo de limpieza detectó humo en la cabina 26 minutos después de acoplarse con la puerta de embarque.
Los bomberos pasaron cerca de 40 minutos para apagar el incendio de la batería en la unidad trasera de energía auxiliar.
Los investigadores siguen analizando minuciosamente las partes carbonizadas de la batería en el laboratorio de la NTSB en Washington, en un intento por recabar pistas sobre la raíz del incendio. El foco de su meticulosa labor es buscar defectos en la batería que podrían haber causado ya sea el cortocircuito como la fuga térmica.
La unidad de monitoreo de la batería, que podría haber ofrecido respuesta, resultó severamente dañada por el incendio, de acuerdo con Hersman.
El Dreamliner, el avión más nuevo y avanzado de Boeing, fue diseñado con dispositivos de seguridad que buscan evitar que sus dos baterías de iones de litio prendan fuego.
Una semana después del incendio en Boston, el fallo de otra batería de un avión 787 obligó a un aterrizaje de emergencia en Japón. En ese incidente no hubo fuego pero sí humo en la cabina, dijo Hersman.
Fuente: AFP
Fotos: NTSB – Estados Unidos