En 1954, el Boeing 367-80 volaba por primera vez, dando inicio a la apuesta más grande de la compañía. A un costo de USD 16 millones de la época y sin ningún comprador, un fracaso del prototipo significaría la ruina inmediata.
Pero por suerte, el Dash 80 fue el inicio de los días de gloria. De él derivaron el 707 y sus hermanos militares, C-135, C-137, E-6, E-7, E-8 y una enormidad de variantes. Se observan trazos de su diseño en los 720, 727, 737 y 757.
Una de estas variantes nos ocupa hoy: en el inicio de la guerra fría, las pruebas nucleares se volvieron frecuentes. Entre 1954 y 1958, Estados Unidos había conducido 166 pruebas atmosféricas (es decir, en campo abierto); Rusia 82, y el Reino Unido 21.
Una de esas pruebas fue Castle Bravo, en 1954: la detonación de una bomba de litio-deuterio de 15 megatones de poder en el atolón de Bikini. Con una potencia 2,5 veces superior a la calculada, la radiación se expandió por un área de 11.000 kilómetros cuadrados, alcanzando pobladores de los atolones Rongelap y Utirik, y sobre 22 pescadores Japoneses que estaban abordo del pesquero Lucky Dragon. Todos ellos sufrieron consecuencias de salud por síndrome radioactivo agudo, y porque el destino estaba ensañado con ellos, contrajeron hepatitis C con las transfusiones de sangre recibidas. Unos siete meses después de la detonación, Aikichi Kuboyama, operador de radio del Lucky Dragon, moría por complicaciones derivadas de la exposición a la radiación. Pocos días antes de morir, dijo «ruego para que yo sea la última victima de una bomba de hidrógeno.»
Tras este episodio, el rechazo a las pruebas nucleares se volvió aún mayor. Lo que no impidió su continuación, pero redujo primero las frecuencias y luego impuso que las mismas se hagan bajo tierra, minimizando la dispersión de radiación en la atmósfera. Rusia se oponía en un principio a reducir sus pruebas atmosféricas, pero un accidente en la planta de uranio de Kyshtym en 1957 terminó convenciéndola de cambiar sus métodos.
En 1963, tras arduas negociaciones, Kennedy y Kruschev firmaron el Tratado de Prohibición Parcial de Pruebas Nucleares, lo que generaba la obligación de reducir al mínimo las pruebas, y que las que se realizaran se hicieran bajo tierra. Esto generaba una necesidad: había que crear una plataforma que pudiera analizar muestras de la atmósfera y verificar los niveles de radiación, si había alguna sospecha de actividad nuclear. Fue entonces que a un C-135 Stratolifter se lo modificó con equipamiento de medición y se crearon ductos de aire para obtener las muestras de partículas sobre filtros de papel, y sobre contenedores esféricos que se llenan a alta presión con el aire recolectado.
El interior del avión puede transportar 33 tripulantes, entre pilotos, personal de mantenimiento y operadores de equipos especiales del Centro de Aplicaciones Técnicas de la USAF. En salidas operacionales, la tripulación es reducida a pilotos, navegante y operadores de equipos, a fin de reducir la exposición sólo al personal esencial.
Su base es la del Ala 55, en Offutt, Nebraska. Offutt AFB es la sede del STRATCOM (Comando Estratégico), y es el bunker al que movilizaron al presidente Bush el 11 de Septiembre de 2001. Pero el Constant Phoenix se ha desplegado a muchas de las bases de la USAF en el extranjero. De hecho, las misiones más significativas del WC-135 partieron de la base de la Royal Air Force Británica en Mildenhall. Desde allí salieron las misiones de reconocimiento sobre Chernobyl, en 1986. También desde Mildenhall se monitorearon las pruebas de Pakistán e India en 1988, y hasta el 10 de abril de este año, cuando fueron reasignados a la base de Kadena (Okinawa), estaban investigando un extraño incremento en los niveles de Yodo-131 en la frontera Ruso-Noruega.
También operaron en la base Eielson de Alaska, cuando sucedió el terremoto y tsunami en Japón que afectó la planta de Fukushima, en 2011. Hoy, están desplegados en Kadena, como varias veces en los últimos años, a la espera de órdenes para verificar los niveles de radiación en la atmósfera tras las pruebas que regularmente realiza Corea del Norte.
Con las tensiones de una guerra nuclear flotando en el aire, la tecnología que el WC-135 transporta en su veterano lomo puede ayudar a determinar qué más existe en la atmósfera. Esperemos que el ruego de un pescador japonés siga siendo válido.