Un Mediodía en el Imperial War Museum

Pablo Díaz (diazpez)

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Una de las cosas que siempre soñé hacer en Londres era visitar este lugar. Parece increíble estar sentado acá escribiendo, mientras almuerzo. De frente a mí, tengo una bomba V-1, y atrás colgando un Aggregat 4, conocido como V-2, el primer misil balístico de largo alcance de la historia.

El museo es muy interesante, y está dividido en secciones muy específicas. Primera Guerra Mundial, Segunda Guerra Mundial, Guerra Fría, el conflicto del Ulster, Malvinas, la historia del espionaje Británico (muy interesante) y un piso entero sobre el Holocausto.

La parte de Malvinas no es tan (tan) dura como me previnieron: aunque la mesa de operaciones del hospital de campaña de Monte Longdon es una patada en el corazón.

Aún en lo crudo de lo que se ve en otras secciones, la progresión del Holocausto es sobrecogedora. Realmente cuesta terminar de ver las atrocidades cometidas. Da mucha pena y rabia. Ahí no se pueden sacar fotos, y me parece que está bien: es imposible captar lo que se ve, que debe ser una ínfima parte de lo que podemos saber o sentir.

Escuchar los testimonios de los sobrevivientes, es tremendo. Tremendo. Escuchar a un hombre de 80 y pico decir «a mí lo que me deprime es tener frío. Porque allá hacía mucho frío. Era lo que más dolía.» es algo increíble.

Dejo unas fotos, pero si pueden darse una vuelta, no dejen de pasar por este museo, de entrada gratuita.

 

Moto Welbike: se plegaba y era parte de la carga estándar de los comandos que fueron lanzados sobre las líneas enemigas el día D.
Aguila Nazi retirada de un edificio en Berlín por las Tropas Rusas. El ala izquierda tiene una importante perforación.
Rolls Royce Merlin, el alma y corazón del Hurricane, el Spitfire y el Mustang.

El Maiale, primer torpedo tripulado.
Old Fred en un Lancaster.

Uno de los cinco casings creados para Little Boy, la bomba nuclear que lanzaron en Hiroshima.
Cartel que se veía en Berlín, anunciando el fin del sector de la ciudad bajo control Británico.
Marco de una ventana del World Trade Center.
Una de las baterías antiaéreas Oerlikon de 20mm capturadas por las tropas Inglesas tras el fin de las hostilidades. El museo las cataloga erróneamente como Alemanas, pero si bien están basadas en el Becker, la Suiza Oerlikon tiene la patente desde 1924.
Esto sí me movió todo: camilla de quirófano de campaña recuperada de Monte Longdon, tal vez la batalla más dura de todo el conflicto.

El codificador Enigma

 

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