Lion Air JT610: Morbo versus primicia versus responsabilidad

Anoche empezaron a llegar reportes de un accidente, y como siempre, la fauna periodística dio una rápida muestra de lo que se hace y de lo que no hay que hacer.

Deberíamos ceñirnos a lo que se sabe, que es muy poco: Un Boeing 737 MAX 8 de Lion Air se estrelló minutos después del despegue en Indonesia. Esa es la noticia. Podemos agregarle luego algunos datos básicos de las características de la aeronave, de la línea aérea, de la aviación de la región. Podríamos parar ahí. Deberíamos parar ahí.

Pero no.

La búsqueda de clicks hará que tomemos una captura de Flightradar y analizando el patrón de altura y velocidad resolvamos el misterio. Desde acá, desde Buenos Aires. O cualquier otra ciudad del mundo, incluyendo Jakarta, porque así somos. Expertos de sillón. La NTSB nunca sabrá lo que se perdió al no contratarnos.

Hay un par de datos duros, claro que sí. Podemos decir que piloto y copiloto sumaban 11.000 horas de vuelo. Que el avión reportó inconvenientes en un vuelo anterior y que tras una reparación, mantenimiento lo habilitó a volver a la operación regular. Que pidió volver al aeropuerto de origen, y no pudo siquiera intentarlo. Que el PK-LQP fue entregado en agosto y tenía 800 horas.

Podemos hablar de la cantidad de incidentes que Lion Air viene teniendo, y no es el único operador con problemas. O de la intrincada situación de la aviación de Indonesia, que hace poco levantó -a fuerza de miles de millones de dólares en pedidos de aviones nuevos- su lugar en la lista negra de la Unión Europea.

Lo que no podemos ni debemos hacer es elaborar teorías sobre las causas, cuando ni siquiera hay datos completos o concretos de lo que pasó. Es morboso. Es irresponsable. Es el periodismo que no hay que hacer: el que explota el miedo del lector. Es el que va a buscar clicks hoy, y que en un año, cuando salga el informe, no le va a dedicar dos líneas. Porque vende la sangre, no el conocimiento.

Volar sigue siendo el medio más seguro de todos los que existen. En una flota global de más de 200 737 MAX ya entregados y con más de 4700 por entregarse, meter miedo sobre un modelo probado y eficiente es mala leche. No hay -a esta hora, en este día- un solo elemento que indique un defecto del avión en general. Puede ser. Es temprano para saberlo.

Entonces, mientras sea temprano para sacar conclusiones, lo mejor es mostrar un poco de responsabilidad y esperar a tener datos concretos. No especular con causas o consecuencias. Y ya que estamos, mostrar un poco de respeto por los muertos y acompañar con seriedad la evolución de la investigación que todavía no arrancó. Porque lo que nos puede dejar este accidente del JT610 es la oportunidad de mejorar y que esta sea otra lección que aprendemos por las malas. Si no, las 189 vidas que se lleva esta tragedia se habrán ido en vano.