Como les contaba, hace unos días fui invitado por la gente de Embraer a viajar en el Legacy 500 (una experiencia que conté en este post) y a recorrer la fábrica de San José dos Campos, algunos kilometros afuera de la ciudad de San Pablo. En este segundo artículo, me interesa mostrar lo que fue la experiencia, pero por sobre todo, compartir las sensaciones que me dejó, más allá de las imágenes.
Llegamos cerca del mediodía y dejamos al bello Legacy 500 en la plataforma de Sao José. Dio pena bajarse, porque la verdad que es un avión soberbio y era el final de una experiencia irrepetible. Digo, ojalá me toque subirme a varios jets ejecutivos más -Hola Bombardier, Gulfstream, Cessna-, pero el primero es el primero.
Caminamos unos metros hasta la entrada a la terminal de Sao José. Allí nos recibió el equipo de Embraer que nos acompañaría en todo el recorrido, y a quien agradeceré al final del post.
Llegamos al mediodía, por lo que se prefirió arrancar con el almuerzo para después concentrarnos en la visita.
Tras el almuerzo entonces, arrancó la visita. Empezamos por ir a ver un E190 E2 que estaba casi listo para entregar. Como el cliente todavía no lo recibió y ni siquiera lo vio, se nos pidió que evitáramos las fotos que pudieran identificar al cliente.
Una de las cuestiones que fue más complicada fue la cuestión de las fotos: las restricciones existen, y hasta diría que son lógicas. Si bien contaba el equipo de Embraer que es frecuente la violación de esa regla por más de un invitado, yo decidí mantenerme dentro de lo establecido. Como puse en Twitter durante la recorrida, las mejores imágenes son las que no pude sacar. Pero me quedan para mí, en la vista. He aquí las fotos que pude sacar, en las distintas partes de la planta.
Más allá de la tecnología y de lo que se deja ver de la planta de Embraer, quiero destacar dos cosas. Una, tiene que ver con estas dos fotos que pongo acá abajo.
El transportista de este estabilizador estaba trabajando, mientras nosotros dábamos vueltas por ahí sacándole foto a todo lo que se movía. Nos damos vuelta, y vemos esa pieza y pensamos que era una buena foto para tomar. Este señor decidió correr la lona del acoplado para que no obstruya la vista para la foto. No tenía ninguna obligación de hacerlo. Lo hizo con una sonrisa. Esperó que termináramos y siguió trabajando.
Eso es lo principal que me llevo de Embraer. No hubo un solo técnico, ingeniero o trabajador que no saludara con amabilidad y cortesía. Es gente que está orgullosa de lo que hace. Y la pucha que tiene de qué estar orgullosa. Se nota cómo se infla el pecho de estos hombres y mujeres que laburan todos los días en esta cosa tan hermosa.
Lo otro que me queda es un poco de nostalgia de lo que pudo haber pasado: como Argentino, me dolió ver la maqueta del CBA-123 y ver un poco dónde despegó del todo Embraer y dónde nos fuimos al tacho con la FMA. No me da envidia: trabajaron consistentemente desde el primer Bandeirante hasta el KC-390. Ver al 145, que es un 123 con otros motores, dando vueltas por Sao José me dio una cosa mitad orgullo y mitad tristeza. En el corazón de los E-Jets hay Argentina. Lamentablemente, hay poco más.
Finalizada la visita, una rápida parada por el hotel y a cenar. Una charla bien local, con caipirinha, camarones y Pintado a las brasas, una delicia. Mucha charla de aviones, de industria y de la vida.
A las 4:30 am del sábado, todos arriba y a la combi para ir al aeropuerto. Allí pude ver al LV-HKW, el quinto MAX 8 de Aerolíneas que salía para Aeroparque. Por el tormentón que se dio sobre Buenos Aires y alrededores, terminó desviado a Resistencia. Pero ya les contaré esa vuelta en un post aparte.
Y así se dio el fin de la visita. Sólo me queda agradecer infinitamente a Nicolás, Bruno y al equipo que estuvo pendiente de nosotros durante todo ese día. A Nicolás lo había cruzado en Farnborough y aunque podamos discutir sobre la nacionalidad del Dulce de Leche y otras cuestiones de propiedad intelectual ubicadas al este de la isla Martín García, es realmente un tipazo. Igual que Bruno, que tiene una calidez superlativa en el trato.
Es probable que esta planta pase a ser controlada por Boeing en un futuro cercano. Sé que es un acuerdo beneficioso para los hermanos Brasileños. Pero ojalá no se pierda eso que hace que la fábrica de Sao José dos Campos sea lo que es: un centro de excelencia donde labura gente que está orgullosa de lo que hace.
Gran notay excelentes imágenes. Sana envidia. 🙂
Gracias!
Que hermosa experiencia!!!
Absolutamente inolvidable. Y ya tengo ganas de volver!
es tal cual vos comentas, yo iba a decir lo mismo: q tristeza ver algo q comenzo tmbn en nuestro pais y como han avanzado y lo q son a nivel calidad de aviones y produccion…..ellos se lo merecen xq a pesar de los gobiernos tienen politicas de estado a ese nivel, obviamente q deben estar orgullosos….dios quiera nuestra devenida fadea progrese, las cabezas estan solo depende de decision politica. excelente nota, gracias…q envidia estar ahi¡¡¡¡¡
Que linda visita!
Yo por trabajo hace unos años fui una semana a Pilkington que queda justo al lado y cada vez que pasaba me daban unas ganas de tocarles la puerta para entrar…y los Brasileros de Pilkington con los que estaban hablaban con un orgullo tambien de esa planta…como para no estarlo.
Lo que me impresiono es no ver pista de despegue/aterrizaje , puede ser que no tengan?
Saludos