En los últimos años los drones han pasado de ser un innovador gadget tecnológico a una seria amenaza a la seguridad aérea, principalmente en el entorno aeroportuario.
A pesar de que tanto organismos internacionales como la OACI y la ANAC en nuestro país han avanzado en recomendaciones y regulaciones para integrarlos al espacio aéreo de manera segura (o mantenerlos al margen), su popularización, bajo precio y facilidad de operación las vuelven inocuas ante la ignorancia de gran parte de sus propietarios sobre el peligro real que representa su mal uso.
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Y, ni hace falta mencionar que, ante un uso con probada mala intención, es poco lo que las autoridades pueden hacer para contrarrestar el problema. La reciente incursión de un drone en Gatwick en diciembre es uno de los últimos ejemplos de ello. El segundo aeropuerto de Londres permaneció cerrado por varias horas, provocando la cancelación de un millar de vuelos. En Argentina también tuvimos un incidente con un drone el año pasado, cuando un Embraer E190 de Austral fue impactado al descender en Aeroparque. Por suerte no hubo que lamentar mayores daños.
En este contexto, Indra presentó su escudo inteligente, denominado ARMS (Anti RPAS Multisensor System), el cual permite detectar la presencia de drones a kilómetros de distancia, neutralizándolos si invaden el espacio protegido.
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Este equipo, altamente flexible en su uso, puede utilizarse para dejar inoperativo un solo dron, o bien a todo un enjambre de ellos a través de medidas más agresivas, activando una cúpula de protección completa sobre un aeropuerto.
Desde Indra destacaron que la solución ya ha sido probada en países en los que este tipo de amenaza es mucho más habitual y peligrosa que en Europa, y que tras los extraordinarios resultados obtenidos, la compañía es una de las primeras en el mundo en haber cerrado acuerdos firmes con clientes gubernamentales con altas exigencias.
Como en un aeropuerto conviven el tráfico de aeronaves junto con muchos equipos de comunicaciones, cualquier tipo de sistema antidron no debe afectar la operación normal, y es por eso que la capacidad de modulación del escudo ARMS es clave para esto, permitiendo además la integración con los sistemas de control de tránsito aéreo para cruzar información y detectar de forma inmediata cualquier objeto que vuele sin autorización.
Indra tiene presencia en nuestro país con dos Centros de Producción de Software en la Ciudad de Buenos Aires y Córdoba, además de contar con un Laboratorio y Centro de Producción y Distribución para Transporte y Tráfico en la provincia de Buenos Aires. A través de su filial Minsait, forma parte de proyectos innovadores claves para el desarrollo tecnológico de Argentina en los mercados de Transporte & Defensa y Tecnologías de la Información.
«Desarrollar una solución eficaz exige disponer de un profundo conocimiento en distintas áreas: tecnología radar, defensa electrónica, comunicaciones y mando y control, entre otras. Dominarlas es imprescindible para entregar a cada cliente el ‘escudo’ que necesita, ya que no hay dos espacios a proteger iguales», informaron desde la multinacional.
«El sistema ARMS de Indra está diseñado con la flexibilidad y adaptabilidad en su ADN. Dispone de un abanico de sensores posibles para la detección, incluyendo radares, cámaras infrarrojas o sensores de radiofrecuencia de diversas características y capacidades, que llevan a cabo las tareas de detección e identificación. El operador supervisa toda la operación desde su puesto de control y gestionará —o dejará que el propio sistema reaccione automáticamente— los equipos de perturbación, que cortan la comunicación con el piloto y saturan los sistemas de navegación del aparato, ‘cegándolo’ e impidiendo que complete su misión. Puede emplear, además, técnicas de engaño o spoofing para distorsionar los sistemas de autoguiado del aparato y poder dirigirlo hacia el lugar seguro que se desee», agregaron.
Se lo puede utilizar con métodos de soft-killing, que son más eficaces para proteger entornos civiles y neutralizar cualquiera de los modelos de dron disponibles en el mercado, o bien de hard-killing, que pueden abatir la aeronave, aunque esto se dirige hacia entornos militares, en los que hay que enfrentar drones más avanzados y peligrosos.
Esta solución también se puede aplicar a otros tipos de instalaciones que también son potenciales blancos de drones, como plantas industriales, centrales nucleares, edificios oficiales, centros penitenciarios o estadios deportivos, entre otros.