Este mes se cumplen 9 años del ingreso de los primeros Embraer E190 a la flota de Austral, insuperables caballos de batalla que jugaron un rol esencial en la recuperación de la compañía luego de su estatización.
A medida que estas aeronaves empiezan a acercarse a su primera década de servicio (los últimos directamente de fábrica, del pedido original de 22, ingresaron en 2013, a los que se sumaron cuatro más en 2016 via leasing), se vuelve cada vez más necesaria la planificación de su reemplazo, tanto por cuestiones de eficiencia en el aspecto técnico como por la evolución del mercado argentino en términos de tráfico y heterogeneidad de la oferta.
Y es por eso que entre 2017 y 2018 el tema que inevitablemente surgía al hablar de Aerolíneas Argentinas, era el del «reemplazo de los Embraer».
Hasta mediados del año pasado, el entonces presidente del grupo, Mario Dell’Acqua, afirmaba que antes de que termine 2018 habría una de las nuevas aeronaves luciendo los colores de Austral.
Pero en el medio pasaron cosas: la devaluación y posterior recesión alteraron los planes de todas las aerolíneas que operan en el mercado argentino, y en ese contexto, avanzar con semejante inversión se volvió, por lo menos, prohibitivo.
De todas maneras el proceso de selección de la aeronave ideal siguió su curso, figurando entre los favoritos el Boeing 737 MAX, el Embraer E195-E2, el A320neo y el A220 (un ejecutivo de Airbus me había asegurado durante el ALTA Forum que se realizó en Panamá en octubre de 2018 que la apuesta del fabricante europeo para Austral era precisamente esta última familia).
Una veintena de proveedores hicieron fila para presentar su oferta al grupo estatal a fines del año pasado, y equipos de la empresa llevaron adelante un riguroso estudio para elegir la mejor opción, que de acuerdo a fuentes de la empresa, resultó ser el Boeing 737 MAX 8.
«La conclusión fue que el avión más rentable y más conveniente para Austral era el MAX; estábamos listos para enviarla al Directorio y que la compra sea aprobada en mayo», señalaron las fuentes, pero en el camino ocurrió el grounding mundial de esa familia de Boeing. «No podíamos comprar un avión que no está volando, por más que falten dos años para la primera entrega», agregó, aclarando que una vez que se levanten las restricciones sobre el MAX será momento de reevaluar todas las ofertas, dado que éstas ya vencieron.
La elección del MAX también consideraba una unificación de las tareas de mantenimiento (dada la flota MAX que ya posee Aerolíneas Argentinas), ofrecer servicios a terceros y posicionar a la compañía como un especialista en Boeing para Sudamérica.
Sin mayores precisiones acerca de cuándo y cómo la cuarta generación del Baby Boeing podría volver a volar (aunque con un horizonte que ya cruzó al 2020), el proceso de reemplazo de los E190 se encuentra en pausa.