Airbus no anduvo con vueltas el fin de semana pasado y puso en duda su supervivencia si no toma medidas extremas para mantener cierta salud financiera. Lamentablemente, esas medidas extremas implican despidos y una reducción del ritmo de producción de por lo menos un tercio, comparado con el último trimestre de 2019.
Guillaume Faury, CEO de Airbus, envió una comunicación interna en la que afirmó que la compañía «pierde fondos a un ritmo sin precedentes» y que la reducción del ritmo de producción estaba lejos de ser el peor escenario posible, y que había otras medidas en carpeta.
En una carta al personal a fines de la semana pasada, el presidente ejecutivo Guillaume Faury dijo que Airbus estaba «desangrando efectivo a una velocidad sin precedentes» y que una caída reciente de un tercio o más en las tasas de producción no reflejaba el peor de los casos y se mantendría bajo revisión.
La carta fue enviada a los empleados apenas unos días antes de que la compañía ofrezca los resultados del primer trimestre (la conferencia en la que va a anunciarlos está programada para la mañana europea de hoy miércoles), que se ven directamente impactados por la pandemia que paralizó la entrega de aviones y destruyó las expectativas de nuevos pedidos. Al menos por un par de años largos.
El fabricante ya está aprovechando los esquemas de asistencia estatal que permiten pagar con fondos públicos las licencias de 3.000 trabajadores en Francia, pero Faury dijo en la comunicación que «es posible que necesitemos tomar medidas de mayor alcance».
El lunes, Airbus licenció sin goce de sueldo a 3.200 empleados de su fábrica de Broughton, en Gales. La fábrica había estado trabajando al tope de su capacidad produciendo alas para los distintos modelos a fabricar, generando un stock ante las vicisitudes del Brexit. Ahora, todo ese stock hace innecesario conservar a los trabajadores de Broughton por un buen tiempo.
Airbus tiene experiencia en recortes masivos: en 2007, la iniciativa Power 8 dejó 10.000 trabajadores en la calle porque la compañía identificaba en la debilidad del dólar y los retrasos del programa A380 una amenaza «al futuro de la compañía en el largo plazo», según palabras de Tom Enders, CEO de EADS en ese entonces. Es increíble que, 13 años después, las palabras sean casi las mismas.
Airbus está siguiendo de cerca los programas de rescate de la aviación que buscan apuntalar con fondos públicos áreas estratégicas de la industria aeronáutica, sea en mantener volando líneas aéreas -protegiendo fuentes de trabajo directo e indirecto- y el ecosistema de producción aeronáutico, compuesto por miles de proveedores. Es altamente probable que Airbus tome un préstamo con garantía estatal por miles de millones de euros. No sería la primera vez.
Asimismo, Faury ya tendió puentes con fuentes de financiamiento privadas para abrir líneas de crédito en el caso de necesitarlas. Seguramente serán financieramente más costosas, pero las condiciones de un préstamo privado son mucho menores en términos de confidencialidad contable y estratégica.
«En solo un par de semanas perdimos aproximadamente un tercio de nuestro negocio y francamente, no está ni cerca del peor escenario que podríamos enfrentar», dijo Faury. Al mismo tiempo, sin jugarse a dar un pronóstico de un tiempo exacto de duración de la crisis, arriesgó dos posibles escenarios post pandemia: una crisis corta y profunda con un rebote rápido o una desaceleración prolongada cuya recuperación tomará entre cinco y diez años. No son pocos los analistas que anticipan un ciclo recesivo de 3 o 4 años, aunque Leeham News & Analysis habla de 8.
Faury cierra su carta diciendo «Lamentablemente, la industria de la aviación resurgirá en este nuevo mundo mucho más débil y más vulnerable.» Deberemos acostumbrarnos a una época de vacas flacas. Y de menos vacas.