Si bien Boeing ha suspendido la mayor parte de sus negocios con Rusia, aún tiene que resolver el estado de su relación con un proveedor de titanio dirigido por un colaborador del gobierno, que supo trabajar en la KGB con Vladimir Putin. El fabricante apostó hace décadas por proveerse de titanio ruso. El metal, uno de los más difíciles de refinar, es crucial para la fabricación de aviones comerciales y militares, satélites y la nave Starliner.
Boeing ha advertido que los cambios geopolíticos producidos por la invasión a Ucrania podrían crear problemas de suministro. El fabricante señaló que, además de cerrar sus oficinas de ingeniería en Moscú y Kiev y dejar de enviar piezas de repuesto a las aerolíneas rusas, dejará de comprar titanio proveniente del país. Sin embargo, Boeing no aclara que sucederá con su empresa conjunta con Rostec destinada a la producción de titanio. La compañía, Ural Boeing Manufacturing, está situada a unos 1.100 kilómetros al este de Moscú, en una región de los Montes Urales denominada Valle del Titanio.
La caída de la U.R.S.S. impulsó el negocio, y la invasión a Crimea lo destruyó
La compra de titanio a Rusia se aceleró como consecuencia de las mejores relaciones comerciales con occidente tras el colapso de la Unión Soviética en 1991. Según reporta el WSJ, Boeing obtenía alrededor de un tercio de su titanio de Rusia, complementado por los EE.UU., Japón, China y Kazajstán. Después de que Rusia invadiera Crimea en 2014, el fabricante comenzó a diversificar sus fuentes. Una portavoz de la empresa señaló que «nuestro inventario y la diversidad de fuentes proporcionan un suministro suficiente para la producción de aviones». Además, agregó que «en los últimos meses hemos hecho acopio de material y procurado encontrar nuevos proveedores».
Chemezov, CEO y presidente de Rostec -el proveedor de titanio de Boeing-, fue sancionado por Estados Unidos tras la invasión rusa de 2014, sanciones que fueron ampliadas la semana pasada. Chemezov y Putin son personas cercanas y trabajaron juntos en el servicio de inteligencia soviético en Alemania del Este, e incluso vivían en el mismo complejo de departamentos.
Boeing y otras empresas estadounidenses todavía pueden importar titanio ruso, pese a la nueva oleada de sanciones. Sin embargo, la escalada de la guerra podría hacer que las empresas occidentales perdieran el acceso al metal si el Kremlin decide imponer sanciones propias.